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Tico que pesaba 200 kilos, ahora se dedica a salvar vidas: “uno desea la muerte todos los días”

Este tico vivió 20 años en obesidad mórbida y hoy está irreconocible

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Arturo Vega es un tico que vivió casi 20 años pesando más de 200 kilos. Hoy, tras un duro esfuerzo, ha perdido más de 90 kilos y con este cambio, ha dedicado su nueva vida a ayudar a personas que están pasando por lo mismo que él.

A mediados de este mes de enero, el Ministerio de Salud declaró a la obesidad como una enfermedad crónica de importancia de salud pública, y Arturo es el ejemplo, en carne viva, del peso que puede tener esta enfermedad.

Arturo llegó a pesar más de 200 kilos en algún momento de su vida y cuenta lo difícil que era llevar esa vida.
Arturo llegó a pesar más de 200 kilos en algún momento de su vida y cuenta lo difícil que era llevar esa vida. (Arturo Vega/Arturo Vega)

“Esto es como una negación, porque usted no puede decir que le gusta estar así”, nos explicó en una entrevista.

“Usted no puede caminar largas distancias, se pierde fiestas familiares o eventos sociales; no puede ir, por ejemplo, al cine porque no cabe en la butaca, no cabe en un bus (...) Sinceramente, uno no puede ser feliz así”.

Con esa mentalidad clara, Arturo emprendió un largo camino que lo conectaría con muchas personas para salvar sus vidas, pero que también pondría a prueba su fuerza de voluntad.

“Yo nunca sonreía, pasaba triste todo el tiempo, deprimido y deseando la muerte. Uno siempre está deseando que todo esto se acabe y, no es sencillo acabar”, admitió con dolor.

“La gente normalmente dice: ‘haga dieta y ejercicio y con eso se cura’ y, no es así, esto no sale con dieta y ejercicio”, enfatizó.

Según nos contó Arturo, aún recuerda el día de quiebre, cuando entendió que las cosas tenían que cambiar.

“Yo soy técnico de emergencias médicas, y por 15 años trabajé con la misma empresa de ambulancias, la empresa más grande del país.

“Mi jacket era 6XL, parecía un kimono y yo, en un día, llegué a romper cuatro kimonos. Lo que hacía era que los llevaba a arreglar, porque se descosían y los andaba abajo del asiento de la ambulancia. Cuando se rompía, me cambiaba, pero un día me quedé sin kimonos porque rompí los cuatro.

Arturo admite que su tiempo en una ambulancia ha sido uno de los más duros de su vida.
Arturo admite que su tiempo en una ambulancia ha sido uno de los más duros de su vida. (Arturo Vega/Arturo Vega)

“Muchas veces estaba dando RCP y casi que al final quería acostarme al lado para que siguieran conmigo, porque no podía más. Entonces, ¿cómo voy a llegar a atender pacientes si no soy un ejemplo de un personal de salud saludable?“, se cuestionó.

Incluso, cuenta que, una vez, luego de una jornada de más de 36 de trabajo, se subió a un bus para volver a su casa y al sentarse junto a un señor, este se levantó gritándole.

“Me dice: ‘quédate ahí solo vos, gordo, no ves que no cabemos los dos’ y, por el vidrio, yo veía a la gente riéndose. Fue tan humillante, me bajaban las lágrimas”, nos dijo con la voz entrecortada.

“Burlarse de una persona que vive en obesidad es como que usted se burle de un diabético o un hipertenso. La obesidad es una enfermedad crónica, no transmisible. Incurable, dijo un día un médico y, eso fue un golpe para mí”.

Esa fue la gota que derramó el vaso para Arturo, quien tomó la decisión de construirse una nueva vida sin importar lo que le costara.

“Yo siempre decía que quería una medalla y como nunca me gustaron los gimnasios, aprendí a nadar. Iba al polideportivo de Cartago.

“Comencé a llevar clases y veía chiquillos como de 7-8 años en la piscina olímpica y me decía: ‘yo quiero llegar ahí’”. Entonces comencé a llevar clases dobles, una a las 5 de la mañana y otra a las 8 de la noche. Doble jornada todos los días por meses”, manifestó.

Y su esfuerzo valió la pena, porque pronto le llegaría esa recompensa que tanto soñó.

“Recuerdo que era la primera semana de junio y la instructora me dice: ‘vamos a la piscina olímpica’ y yo iba con un miedo porque usted no toca el fondo”.

“Me dice: vaya, si le da miedo o ve que no puede, nada de perrito. Y lo logré, ese día entrené en la piscina olímpica”, dijo con una sonrisa de par en par.

En ese momento, entendió que era capaz de más de lo que pensaba y se puso una meta mucho más ambiciosa, nadar en un evento de aguas abiertas.

“Era junio y la competencia era en octubre. Agarré la más básica de 750 metros: 250 metros mar adentro, 250 metros transversales y 250 saliendo”.

“Me llevó una hora hacer eso. No podía caminar cuando salí. Pero, cuando me dan esa medalla, lo único en lo que pensé fue: ya no soy un gordo. Veía las humillaciones, lo duro que fueron esos 20 años y bueno, ya eran historia.

Podrá no tener la mejor calidad, pero para Arturo esta es su foto más especial: levantando esa medalla que tanto deseó.
Podrá no tener la mejor calidad, pero para Arturo esta es su foto más especial: levantando esa medalla que tanto deseó. (Arturo Vega/Arturo Vega)

Pero, aunque aún no lo sabía, ese era apenas el inicio de su travesía.

“Cuando yo hago este cambio y comienzo a perder peso, me doy cuenta de que hay una vida más allá. Pasé durmiendo casi 20 años porque no tenía energía, entonces quería no solo quedarme ahí, quería darles a las personas que estaban donde yo estuve, una voz de aliento”, comentó, al tiempo que se preguntó: “¿Qué pasa con la gente que no tiene una razón, un motivo para seguir adelante?”, y de esa semillita nació la Asociación Lucha Contra la Obesidad (ALCO).

Según nos contó Arturo, este proyecto ha tenido muchos nombres y modalidades.

Nació como un programa de noticias, luego pasó a un espacio de radio en el cual informaban sobre la obesidad y, hoy en día, ha crecido al punto de ser una de las organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro en contra de esta enfermedad, más importantes de la región.

“Yo comencé a notar que la gente me decía que vivía en lo mismo que yo, a mayor o menor escala. La tristeza, las ganas de morirse, el no caber en los buses, el muchas veces dejar que se fueran las paradas porque estaba tan lleno el bus que no me podía bajar, las humillaciones”, explicó.

En ese momento, tomó la decisión de usar su experiencia, contactos y recursos, para ayudar a todos los que necesitaran de su ayuda. Pero, no todo es color de rosa, y este tipo de intervenciones pueden llegar a generarle mucho dolor.

Ahora Arturo viaja por toda la región creando consciencia en torno a la obesidad y dando un mano de esperanza a quienes lo necesitan.
Ahora Arturo viaja por toda la región creando consciencia en torno a la obesidad y dando un mano de esperanza a quienes lo necesitan. (Arturo Vega/Arturo Vega)

“Me acuerdo de un señor que pesaba como 350 kilos o 400 kilos, se llamaba Jairo. Vivía en un cuarto de unos cinco metros cuadrados. Comenzamos a darle atención con médicos, nutricionista, psicólogo.

“Y Jairo murió a sus 36 años, 22 días después de que lo encontramos. Vivió cuatro años acostado en una cama viendo para el techo”.

Otro caso que marcó su vida fue el de Reiner, quien pesaba unos 300 kilos y pasaba sus días sentado en un sillón.

“Antes de morir, él me dijo algo que me quedó grabado: soy preso de mi propio cuerpo”, y es por eso que Arturo se ha convertido en un fiel defensor del decreto “Declaratoria de la Obesidad Como Enfermedad Crónica de Importancia de Salud Pública y Oficialización de la Norma Nacional para la Atención Integral del Sobrepeso y Obesidad”.

“Hasta hace unos días que sale este decreto, la obesidad era tratada o era vista como un factor de riesgo y, en realidad, es una enfermedad que afecta a varios órganos y sistemas, al mismo tiempo”, explicó Arturo.

Este decreto lo que establece es una serie de medidas para que se garantice la atención de personas con sobrepeso, tanto en el sistema de salud público, como en el privado.

Hoy, tras 20 años de obesidad, Arturo es irreconocible y ha dedicado su nueva vida a salvar la de los demás.
Hoy, tras 20 años de obesidad, Arturo es irreconocible y ha dedicado su nueva vida a salvar la de los demás. (Arturo Vega/Arturo Vega)

Las instituciones van a tener un año para definir cómo es que van a mejorar su atención y comenzar a aplicar medidas como la promoción de la salud, prevención, diagnóstico, tratamiento médico, farmacológico, nutricional y psicológico.

Así como que a cualquier persona con un índice de masa corporal igual o superior a los 35 kg/m², se le deben realizar pruebas para descartar otros males.

Lo mismo sucede con cualquier mayor de 20 años diagnosticado con sobrepeso u obesidad, que va a ser evaluado para detectar cualquier síndrome metabólico.

“Realmente, es un cambio serio, uno comienza a vivir, me gané la medalla que tanto quería y, le puedo decir que volví a nacer”, concluyó Arturo.

Sergio Salazar

Sergio Salazar

Periodista de Nacionales. Bachiller en Periodismo y Licenciado en Producción Audiovisual por la Universidad San Judas Tadeo.

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