A don Justo Ulate no le gusta eso de llevar flores al cementerio, menos para el Día de la Madre. “Si usted quiere regalar algo a su mamá, déselo cuando ella esté viva”.
Esas fueron las palabras de Ulate, quien estaba sentado al frente de la tumba de María Jiménez, su mamá, quien descansa en ese lugar desde el 5 de marzo de 1992.
Con el de este martes, Justo sumó 31 visitas a su madrecita en el Día de la Madre.
“No he faltado un solo año. Vengo y primero le pido a Dios que la tenga en su reino. Después le pido a ella que siga cuidando de mí y mi familia, pero nada de flores”, dijo este vecino de Grecia.
“Mi mamá no fue alcahueta con los hijos. Por borracho me sacó de la casa, pero tenía toda la razón. Pero con los nietos se pasaba de alcahueta”, relató.
Él llegó acompañado de su hija, Sonia Ulate. “Era una abuela demasiado amorosa y trabajadora. Era demasiado chineadora”, expresó la nieta.