El ingeniero en electrónica José David Mora Sánchez renunció hace cuatro años a su trabajo en Tiquicia y aceptó la oferta laboral de una empresa ucraniana.
Eran otros tiempos entre aquel país y Rusia y, como pasa a menudo, la vida dio un giro y Vladímir Putin ordenó la invasión del país vecino.
Pero antes vamos hasta el 2018, cuando José le compró una máquina a una empresa ucraniana. Le llegó bien, pero al tratar de arrancarla algo pasó y nunca pudo. Así que reclamó la garantía y desde Ucrania la empresa fabricante le mandó un ingeniero y un traductor.
El ingeniero ucraniano se esforzó, pero nunca le llegó al defecto; claro, José no se quedó con el clavo y pidió los planos de la máquina, se los dieron y él sí encontró la falla. Eso dejó con la boca abierta a los dos ucranianos que vinieron y quienes llegando a Ucrania contaron lo ocurrido, entonces la empresa europea lo llamó, le ofreció empleo y él dijo sí.
Aquel mismo año viajó a Ucrania, donde estuvo un mes para aprender más de su nuevo bretecito, incluso ya había renunciado (en octubre del 2017) al trabajo que tenía aquí. “Nunca había pasado tanto frío en mi vida, el agua cayendo se congela”, recuerda de aquella visita a suelo ucraniano.
Era todo perfecto: ganaba bien, trabajaba desde Tiquicia y viajaba por el mundo a nombre de la empresa… Pero llegó el 24 de febrero de este 2022 y Rusia invadió Ucrania.
“Estaba demasiado asustado porque la empresa me sostuvo en la pandemia, no me dejaron solo. Seguí produciendo y todo caminó a pesar del covid-19, pero una guerra es algo distinto, pensé que me iba a quedar sin trabajo, sobre todo al ver tanta destrucción allá.
“Al iniciar la invasión comenzaron días muy duros, noches en que no dormía pensando ‘qué hago, me voy a quedar sin trabajo, ¿ahora cómo salgo adelante?’. Como realmente sentí que mi despido estaba cerca, algo lógico por la situación, me puse a analizar cómo me podía ganar la vida”, cuenta.
Pero no se quedó en el análisis y le entró a un emprendimiento.
Como fue mucho a México conocía la marca de tenis Panam, que no estaba en Costa Rica, y decidió arriesgar y convertirse en el representante aquí.
“En ocasiones la vida te da lecciones para aprender a crecer. Nunca imaginé que emprendería con una marca de tenis, pero así es el destino, aquí estoy positivo y motivado”, cuenta.
Ah, y la empresa ucraniana sigue en funcionamiento a pesar de la guerra y nunca le ha fallado con el sueldo, así que el tico tiene ahora dos fuentes de ingresos, es decir, arriesgó y ganó.