Martín Briceño es un chofer de bus costarricense que viajó en noviembre del 2019 a Estados Unidos para trabajar y ganar algo de platica.
Sin embargo, uno propone y Dios dispone... Estando allá le detectaron un cáncer gástrico y COVID-19.
Su esposa, Keilyn Méndez, contó que toda la familia, oriunda de Grecia, viajó a Gringolandia para quedarse unos meses, viajar, disfrutar y pulsearla.
La pareja tienen dos hijos, uno de 19 y otro 14 años.
Don Martín estaba trabajando en construcción y doña Keilyn cuidaba un bebé en el Bronx.
El 24 de diciembre Martín comenzó a vomitar y a sentirse mal.
En enero decidieron ir al hospital y ahí los atendieron de inmediato y en menos de una hora le habían hecho un electrocardiograma, un examen de orina, uno de sangre y otros exámenes que detectaron el mal.
Tres días después lo vio un especialista y al día siguiente le hicieron exámenes más específicos, los cuales determinaron que tenía cáncer en el estómago.
El diagnóstico los dejó pálidos primero por la gravedad de la enfermedad y segundo porque Martín casi nunca padeció de nada.
Full atención
Doña Keilyn le levanta mucho el piso a la atención médica que recibió su esposo allá, pues en ningún momento les cobraron un cinco y más bien les dieron un seguro de salud, a los cuatro, llamado Medicare y donado por el estado de Nueva York.
Algo bastante sorprendente porque en Estados Unidos el servicio de salud es demasiado caro.
“Yo me quedaba asustada porque llegaban hasta veinte médicos a ver a Martín, todos pendientes de su salud y nunca nos preguntaron por el estatus migratorio. Ya lo habían operado, le pusieron un catéter y había salido del hospital.
"Iba a empezar la quimioterapia, pero el lunes veintitrés de marzo sale con que tiene COVID-19. Tenía mucha fiebre y hasta deliraba diciendo que quería ir a Puntarenas”, contó la esposa.
A Martín lo internaron nuevamente desde ese día y hasta principios de abril.
Nunca estuvo intubado, pero sí requirió oxígeno y muchos cuidados, debido a su condición.
“Las oraciones desde Costa Rica ayudaron mucho, esa es nuestra arma poderosa y no tiene fronteras, nosotros como familia cristiana somos positivos y tenemos fe. Sí es triste estar en el hospital, él nos decía que sentía mucho dolor en pulmones, que por eso cree que los adultos mayores no aguantan, porque duele.
"Incluso una noche me dijo ‘estoy mal, yo me voy’. Yo le dije, ‘no, no, no se va para ningún lado’. Le pedimos misericordia a Dios y aquí continuamos, pero sí estaba muy asustado”, comentó la esposa.
Otro problema más
Finalmente Martín se recuperó del coronavirus y el jueves 16 de abril se hizo la prueba y salió negativa. Luego lo mandaron a un hotel 15 días, aislado.
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Desde que le detectaron el nuevo virus, perdió 17 kilos.
Al igual que él, su esposa y sus hijos también dieron positivos por COVID-19, pero a ellos les dio más leve, con fiebre, dolor de cabeza, de cuerpo y de ojos.
Ahora viven en un apartamento que les dio el sistema de salud, pero es bajo valoración médica y se renueva el contrato cada 10 días, según la evolución del paciente.
La familia le pide ayuda al consulado de Nueva York para que les extienda la visa, ya que se les vence el 24 de mayo.
Tras una consulta de La Teja, el cónsul de Costa Rica en Nueva York, Rolando Madrigal, explicó que contactará a don Martín para ayudarle.
Mientras tanto, la familia está comiendo gracias a la ayuda que reciben de amigos y familiares.
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Golpeado
A la fecha, en Nueva York han fallecido 12 costarricenses por el nuevo coronavirus.
Estados Unidos registra más de un millón de infectados y más de 60 mil fallecidos.
Madrigal dice que el consulado permanentemente transmite información a la comunidad costarricense para que sigan y acaten las instrucciones de las autoridades de salud de carácter federal o estatal.
“Todos hemos sido sorprendidos y afectados por una pandemia que no esperábamos. Desde luego nos solidarizamos con las personas que han perdido a un familiar y hacemos votos para un pronto retorno a la normalidad”, aseguró.
Destacó que debido a la pandemia, los hospitales, servicios forenses y las funerarias están saturadas de trabajo.
Una vez que una persona fallece, puede pasar entre una semana y un mes (tal vez más) para que se realicen los servicios fúnebres.
Agregó que los consulados no tienen recursos ni humanos ni financieros para brindar ayuda económica a los familiares de los fallecidos.
En casos muy calificados, se ha coordinado con con la Dirección de Integración y Desarrollo Humano de la Migración y Extranjería (DGME) para atender casos en vulnerabilidad.
“Se les puede brindar algún tipo de estipendios o subvenciones, compra de tiquetes para repatriación, o, como en ciertos casos, el pago de los servicios funerarios. Estos recursos los administra la DGME y corresponde a esa institución la valoración", comentó.