El 30 de diciembre del 2019 se convirtió en una fecha inolvidable para Yendry Cruz Zamora. Una época del año en la que todo es fiesta, alegría y regalos, fue el inicio de una historia que representó tener a la muerte de frente: ese día tocó una pelota en su seno.

Ella sintió que la vida se derrumbaba, pues sin un diagnóstico médico, su corazón presentía que algo andaba mal y que terminaría en algo grave.

Sus temores se fueron confirmando. Cinco días después, el 4 de enero del 2020, se hizo una mamografía y un ultrasonido. La cara del médico al ver los resultados terminó por llenarla de angustia y la envió de emergencia al hospital de Grecia, donde vive esta mujer de 39 años de edad.

En ese centro médico, la doctora que la remitió de inmediato para que le hicieran una biopsia urgente. Todo apuntaba a que la pesadilla de Yendry se haría realidad.

El 22 de enero será otro día imborrable en la memoria de esta mujer, quien tiene, junto con su esposo, una agencia de viajes en Los Ángeles de Grecia. Esa fue la fecha cuando le dieron el diagnóstico de la biopsia: carcinoma invasor grado 3.

En menos de un mes, la vida de Yendry cambiaba para siempre. Ella se sumaba a la lista de pacientes con cáncer de mama, con el desconsuelo lógico que provoca recibir semejante noticia, pero con la actitud de una valiente guerrera desde el primer día.

El Hospital México se transformaría en su fortín para declararle la guerra a esa enfermedad y comenzar la batalla como un soldado que no se dejaría vencer tan fácil.

Su historia es digna de compartirla, como ella dice, para que otras mujeres que viven la lucha o que pronto deban afrontarla, tengan claro que sí existen las armas necesarias para salir victoriosas, sin importar las marcas que deje la guerra contra la muerte.

Relato de guerrera

“El 29 de abril del 2020 ingresé a quirófano para una tumorectomía con ganglios centinela (extirpar el tumor). Un mes después tuve cita con el cirujano y me dice que seguía con células cancerígenas”, relató Yendry, quien en aquel momento tenía 36 años.

Pasaron dos meses tras el regreso inevitable a sala de operaciones para que le practicaran una mastectomia radical, es decir, el cirujano extirpó toda la mama, los músculos pectorales y todos los ganglios linfáticos ubicados en la axila.

“Fue una operación bastante grande y se me abrió porque tanto fue el raspado que se desprendió el musculo de la piel. Este proceso fue difícil ya que todo esto sucedió justo en pandemia, debía estar sola en las cirugías y tratamientos.

“Cuando el doctor me dijo que debía someterme a esa operación donde perdería mi pecho sentí mucho miedo, pero yo quería vivir y sabía que esa sería la única opción”.

En agosto, tras recuperarse, Yendry inició el tratamiento de la quimioterapia, con el apoyo absoluto de sus padres y de su su ángel, como le dice a Roy Hidalgo, su esposo.

“Llevé 4 sesiones de la quimio roja y 12 secciones de la blanca y terminé en febrero del 2021. Tuve solo unos días de descanso para iniciar la radioterapia, de la que recibí 15 sesiones”.

“Terminando los tratamientos ya me iba sintiendo mucho mejor. En ese momento comienzo a verme en el espejo y yo decía: ‘extraño mucho lo que tenía’, pero ahí sentí a Dios para decirme que él sabía que eso me dolía, pero que estaba aquí con mis seres queridos. Eso me mantuvo firme”, contó.

Y sí, hubo días muy difíciles, al afrontar una vida distinta y cambiar su forma de vestir, con otro tipo de brasieres, ya no podía usar vestidos ni blusas de tirantes. Pero ella superó cada obstáculo para quedar libre de cáncer y hoy está en lista de espera para la reconstrucción del seno, también en el Hospital México.

“Sentí la muerte encima, con el diagnóstico mi mundo caía a pedacitos. Dije: ‘Yendry, tenemos 2 opciones: luchar y poner a Dios de primer lugar para que me lleve fuerte de la mano o dejarme morir y no luchar’. Actualmente estoy limpia de cáncer de mama”, detalló.

Yendry mantiene un tratamiento de tamoxifeno, que bien en cinco años se lo pueden quitar o incluso lo tomaría de por vida, según la decisión de los especialistas.

Aunque la historia de Yendry con el cáncer no acaba ahí, ya que por la edad que tenía cuando fue diagnosticada, un especialista la mandó a hacerse una prueba del gen ATM, cuyo resultado reveló que ese gen está activo en su cuerpo.

Eso significa que existe para ella un mayor riesgo de desarrollar cáncer de páncreas y de estómago, y claro está, el peligro de que la enfermedad vuelva al otro pecho.

Ante ese nuevo riesgo, esta mujer debe asistir con un especialista en oncología cada 6 meses y con el ginecólogo cada 4 meses.

“Recibí el resultado el 20 de setiembre anterior. Reviví el primer diagnóstico. Fuero cinco días muy difíciles, reaccioné y entendí que debo estar más positiva que nunca para que el cáncer no se active. Dios es mi fiel guía y confio plenamente en él”, concluyó.