Una tica fue hasta México en moto, recorriendo todo Centroamérica, y nos contó lo que no es bonito de este tipo aventuras.
La aventurera se llama Georgia Vargas Rodríguez, es contadora de profesión, vive, cuando está en Costa Rica, en San Ramón de Alajuela, en el barrio San Juan y crea contenido para distintas redes sociales con la página Tica en Moto.
Ella tenía listo su viaje para el 2019, pero se le complicó, después llegó la pandemia y no fue sino hasta octubre del año pasado que pudo salir del país en su moto.
Salió de Costa Rica hacia Panamá y de ahí se devolvió a nuestro país para seguir subiendo por Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice y, finalmente, México.
Regresó a San Ramón a inicios de diciembre del 2023. Considera que esa salida fue como la gran prueba para demostrarse que sí puede convertir en estilo de vida eso de montarse en una moto y recorrer el mundo vía terrestre.
“Desde muy niña siempre fui de las que se perdía en la casa, porque me iba a conocer lugares. Conforme fui creciendo me fui alejando más para compartir con costumbres, culturas, personas. Lo primero que me llamó la atención conocer fue mi país.
“No lo documenté, pero sí me dediqué, ya grande, a conocer Costa Rica. Comencé a andar en moto a los 21 años y hasta la fecha, por eso pude visitar una gran cantidad de zonas de mi país y eso me enamoró demasiado de esta tierra bendita”, explica la tica.
No todo es bonito
Lo que más nos llamó la atención de Tica en Moto es que cuenta esos detalles que casi nadie dice, el lado negativo o no tan bonito.
Por ejemplo, nos contó que antes de la aventura hasta México no sabía que se iba a estresar tanto con eso de avanzar kilómetros, pasar fronteras, trabajar virtualmente, pensar dónde dormir, qué comer, entre otras cosas y todo al mismo tiempo.
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“Fue muy duro. Uno pone en las redes las fotos bonitas con cara bonita, pero desde Costa Rica a México en moto es complicado y muy cansado. La mezcla que me toca de trabajar (recuerden que es contadora) a tiempo completo, viajar y estar pendiente de todos los detalles del viaje, desgasta mucho.
“Tiene demasiado positivo, como aprender de cada país, cada cultura. Las conversaciones siempre son con personas nuevas que te enseñan algo nuevo. Vivir tantas experiencias diferentes al mismo tiempo también puede ser un choque muy fuerte”, reconoce.
Aunque la experiencia es riquísima, ella no duda en afirmar que: “Cuando se viaja no todo es bonito”.
“El reto es grande y hay que estar preparado para emociones fuertes constantemente. Estar preparado para vivir con uno mismo por muchas horas, aprender a entender un problema adaptarse y avanzar”, asegura.
Cuando le preguntamos, ¿qué tipo de emociones fuertes?, respondió: “Pues, en una de las fronteras los propios funcionarios de gobierno me robaron en la aduana casi todo mi equipaje, yo los estaba viendo, ellos sabían que los estaba viendo y no les importó.
“Si me negaba, no me habrían dejado seguir el viaje, eso significó dejarme robar mis cosas que tanto me costaron, volver a ver para otro lado para que así me permitieran la entrada al país y continuar con mi objetivo. Puse mi meta por encima del robo, sólo así soporté semejante situación”, respondió.
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¿Trata de personas?
Esta última pregunta mejor dejamos que usted, amigo lector, sea el que se la responda, pero Georgia es quien le dará la información para que tome su propia decisión.
“En un país de Centroamérica conocí a una persona superamable, me dijo que había una casa en la cual podía pasar la noche sin problemas y tomé la decisión de aceptar la invitación. Desde que llegué a la casa, el ambiente era extraño, raro, como pesado.
“Fue la situación que más me hizo preocuparme en todo el viaje. No me pasó nada, logré salir de ahí, pero en algún momento sí llegué a sentir que no iba a poder salir nunca de esa casa porque había otras mujeres que no podían salir nunca y se me encendieron las alertas de trata de personas.
“No dormí nada, estuve muy nerviosa. Salí de esa casa casi que corriendo justo cuando pude, pero me quedó la sensación de que casi sufro trata de personas, creí que me iban a dejar prisionera”, relata.
También duele
“Me gusta compartir, además del viaje, ese proceso interno que se vive cuando se viaja sola. Hay luchas con una misma, lutos, dolores. Perdemos muchísimo en el camino y hasta nos perdemos a nosotras mismas porque siempre dejamos partes de una misma en el camino.
“Cuando en un país se ven injusticias hacia la mujer, por ejemplo, pobrezas, situaciones frustrantes en lo político, el sentimiento de impotencia es enorme. La familia también sufre a diario”.
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En sus días por México pasó varios días sin señal por la zona en la que se encontraba y eso preocupó mucho a toda la familia.
Georgia siente que esa vez fue lo que más golpeó a sus papás (don José Luis Vargas y doña Mariam Rodríguez), además de sus hermanos (Jonathan y Johanna) y amigos.
“En la moto va una hija, hermana, tía, amiga y mamá de un gato (Jupi), no se puede olvidar eso porque el estar lejos, es una alarma siempre encendida en casa. Se viaja con un luto siempre, no es luto de muerte, es por la lejanía”.
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Es más lo positivo, por eso está alistando un viaje, otra vez sola en moto, desde Costa Rica hasta la Patagonia en Argentina. Para este proyecto todavía se necesitan manos amigas que colaboren, ya que es un viaje bastante caro.
Si usted quiere colaborar económicamente a esta nueva aventura de la Tica en Moto, puede escribirle: unaticaenmoto@gmail.com o bien contactarla al teléfono: 7127-0743.