La costarricense Maribel Castro considera que esta es la mejor época para vender sus artesanías ticas en Estados Unidos.
En setiembre, mes de la patria, muchos desean sentirse más cerca de la tierra que dejaron y buscan algo que reavive el sentido patriótico.
Cuando eso ocurre, se ponen en contacto con Maribel, quien les presenta una oferta muy amplia que lleva directamente desde Perez Zeledón a través de su negocito, Art-Tico.
La tica vende jarras de bambú, retablos en madera, adornos para guindar las llaves, chorreadores de café, carretas que sirven como bar; en fin, la lista es superamplia.
Maribel se fue para Lakewood, Nueva Jersey, hace diez años luego de conocer a quien sería su esposo, un salvadoreño radicado desde niño en Estados Unidos. Allá se casaron y hace cuatro años la tica se metió en el teje y maneje de las artesanías.
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“Gracias a él (su esposo) tengo mi negocio porque siempre me impulsó a salir adelante. Me dijo que me pusiera algo con lo que pudiera estar viajando a ver a mi familia y de paso tener mi negocio”, recordó. Y así lo hizo.
Se “armó” bonito
La costarricense acondicionó un espacio en su casa para exhibir los productos que lleva. Allí la visitan sus clientes y escogen lo que quieren para su hogar; los que viven más lejos ven las imágenes que ella comparte en las redes sociales y hacen sus pedidos. Luego Maribel se los manda.
“El negocio consiste en ofrecer artesanía típica, hacemos mucho personalizado y original que trabajo directamente con la artesana Jéssica Padilla, de Santa Rosa de Pérez Zeledón, que me hace los productos en madera y bambú y entre las dos nos damos las ideas y hacemos productos únicos”, comentó.
Otra que le produce, pero cuadros, es Rocío, una artista de Santa María de Dota que trabaja con una técnica llamada “dash”, que es cáscara de huevo y broza de café.
Maribel no se pierde las actividades ticas que se hacen en suelo norteamericano y, claro, lleva sus artesanías para antojar a los compatriotas.
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“Para el 25 de setiembre tengo la representación de Costa Rica de entre veinte países que participan en la Junta Hispana; hace tres años, antes de la pandemia, hicieron la primera y el rinconcito patrio nacional estuvo tan bien decorado que fue el que se robó las miradas”, cuenta.
Cada vez que se queda sin productos, Maribel viaja a Pérez Zeledón, visita a su familia y se va cargada con tres maletas de artesanías.
El viaje más reciente fue con refuerzos porque vino al país con su esposo y todo el surtido iba en seis valijas.
Eso sí, con todas las de la ley, ella paga lo impuestos correspondientes, así se evita problemas con la justicia. Por eso cuando un tico recurre al típico regateo, ella se le planta y le dice que ya el precio es justo, que haga números de cuánto le saldría el pasaje a Costa Rica a él para venir a comprarlo y volvérselo a llevar para Estados Unidos.
Con sello tico
“Los ticos somos los más patrióticos, yo he llevado producto de otro país y no se vende como los nacionales. Por eso mi lema es un pedacito de Costa Rica en USA”, contó la comerciante.
Según lo que le han comentado sus clientes, estos productos les permiten identificarse con sus raíces y les hacen recordar su niñez en suelo tico, quizás cuando cogían café, y se emocionan mucho.
Las frases ticas son muy bien aceptadas y los jóvenes se llevan mucho unas como “borracha, pero buena muchacha” o “tica tóxica, pero tuanis”.
“Las tradicionales como ‘papi es papi’, ‘tuanis’ o ‘mae’ nunca fallan o con los apellidos de la familia”, comentó Castro.
Los precios de las artesanías son variados: van de los $10 a los $50, dependiendo del tamaño; los cuadros salen entre $90 y $120.
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Todos los años Maribel hace un farol bien típico para la decoración de su puesto y siempre termina vendiéndolo. Así de buena comerciante es.