“La verdad, no se lo voy a negar, uno siente la muerte las 24 horas del día. Yo soy costarricense, no tenemos ejército, esto es algo que jamás voy a comprender. Cada vez que suenan las sirenas siento la muerte encima de mí, estoy desesperada”.
Este es parte del drama que vive Michelle Montero Venegas, la futbolista que se fue a Israel a cumplir el sueño de toda su vida porque desde los siete años era la goleadora de las mejengas de hombres en la finca bananera El Álamo, en Sarapiquí.
“Todo iba muy bien, amo Israel, es un país de ensueño, amo a los israelitas, son superpura vida, la gente en las calles la trata a uno bien tuanis. Antes del pasado lunes (10 de mayo) me sentía en las nubes por estar cumpliendo el sueño de toda mi vida… ahora las horas se me hacen eternas, ya quiero irme, me da miedo que me caiga una bomba encima”, explica la futbolista, quien vive en carne propia el drama del conflicto armado entre Israel y Palestina.
Juega en el Hapoel Be’er Sheva, equipo de la primera división israelí, al que llegó el pasado 18 de febrero con un tiquete de avión de regreso para el próximo 31 de mayo; sin embargo, el club quiere que siga por un año más. Es ficha del Club Sport Herediano, con el cual disfrutó el título nacional de la temporada anterior. El campeonato por los momentos está suspendido, no se sabe, por el conflicto entre Israel y Palestina, si se volverá a jugar.
Primer bombardeo
El apartamento en el que vive, en la ciudad de Be’er Sheva, es el último de un edificio de cuatro pisos. No vive sola, está con otras dos jugadoras de su club, las brasileñas Letizia y Kelly, con las cuales se entiende casi a la perfección hablando español.
Cuando el pasado lunes escuchó por primera vez las sirenas le puso un mensaje por WhatsApp a su novio, Luis Urbina, quien de inmediato hizo una llamada grupal con el papá de ella, don Miguel Montero, la mamá, doña Aixa Venegas, y la hermana, Adriana.
“Ellos escucharon conmigo todo ese primer bombardeo y lloramos mucho, estábamos todos desesperados. Es imposible para un tico poder imaginarse algo así. Las noches ya no son las mismas, perdí el sueño, es que me da mucho miedo dormirme, no escuchar las sirenas y que me caiga una bomba encima.
“Es que cuando las sirenas suenan, a la hora que sea, tenemos un minuto parae salir del apartamento e ir al segundo piso en donde está la zona segura, las sirenas anuncian bombardeos sobre Israel. Hay gente que no lo hace, pero yo lo hago siempre, me da horror, no me importa que suenen a las 5 o las 2 de la mañana, siempre me levanto. Uno duerme con un ojo cerrado y otro abierto”, comenta la delantera.
Muy cerca
Conversó con nosotros el pasado sábado, estaba muy contenta (a eso de las 1 de la tarde hora tica, 10 de la noche hora de Israel) porque ese día las alarmas solo sonaron a las 6:30 de la mañana y no habían vuelto a sonar, de hecho, mientras conversamos no sonaron, eso sí, nos advirtió que si sonaban nos colgaba de inmediato.
Le preguntamos que si realmente en la ciudad en donde está se escuchan los bombardeos y nos dijo que sí, muy fuertes, por eso el temor de ella las 24 horas del día.
“Es demasiado fuerte lo que se escuchan, incluso, el departamento retumba. Yo sé que hay tecnología militar que nos protege, pero una siempre piensa que la próxima bomba que no sea detenida podría ser la que cae donde una está.
“Cuando oigo las explosiones me acuerdo de todo, a uno como que le pasa la película de la vida, recuerdo las mejengas en Sarapiquí, recuerdo todo lo que luché por ser internacional, un sueño que me llegó hasta los 26 años, pienso en mis mejores amigos, en mi familia, pienso en papi, porque él y yo somos uña y mugre, pienso en todo. De hecho, papi está muy asustado”, asegura la bicampeona de Juegos Nacionales en fútbol con el cantón central de Alajuela.
Impotencia
Don Miguel, el papá, reconoce que está viviendo días muy duros desde el 10 de mayo, cuando se intensificaron los ataques entre Israel y Gaza.
“Esto es bastante difícil, imagínese la zozobra que puede uno tener como papá, saber que un ser tan querido está en medio de un bombardeo. Me siento muy preocupado y muy impotente porque no puedo hacer nada, solo pedirle a Dios que me la proteja.
“Conforme avanzan los días la veo más tranquila, tal vez a ella le explican allá cómo es el asunto y eso me da tranquilidad a mí; sin embargo, ya estoy deseando que regrese, cuento las horas. Le pido a Dios que nos ayude porque el aeropuerto está cerrado en estos momentos, espero que para el 31 de mayo esté abierto y pueda venirse”, nos contó el papá.
Es tanta la preocupación de don Miguel que hasta dormido perdió la paz, porque ahora sueña con bombardeos y explosiones.
“Es que se mete uno tanto en la situación que se lleva hasta a la cama, es duro esto que estoy viviendo”, acepta.
En el calendario de Michelle está bien marcadito el 31 de mayo, día del regreso a Tiquicia, sale a las 4:30 de la mañana hasta Holanda, de ahí a Panamá y después al Juan Santamaría. Llega a las 9:45 de la noche.
“Me muero por un gallo pinto y una olla de carne, también por la salsa inglesa Alfaro que se me acabó hace dos meses y la amo. Quiero ya dejar de escuchar sirenas por las noches”, concluye la exmundialista Sub-20 de Canadá 2014.