Rebeca Peñaranda Ramírez nació y creció en Tibás hace 53 años, pero vive en Estados Unidos, donde se gana la vida con un negocio que fue condimentado en Paraíso de Cartago.
Dice ella que la mitad de su vida la vivió en Costa Rica y la otra mitad en Estados Unidos: 8 años en Nueva Jersey, 14 años en Florida, volvió 10 años a Tiquicia y actualmente ajusta seis en Boston, Massachusetts, de hecho, ahí fue dónde la conocimos el pasado 7 de marzo cuando fuimos a cubrir el partido que Alajuelense jugó y perdió 4-0 ante el New England Revolution por la Concacaf.
Comenzó en la pastelería hace 27 años, los últimos cinco en Boston. Desde que comenzó su emprendimiento ha tenido un único nombre: Rebe’s Cake. El cual la ha consolidado entre los ticos allá y también entre centroamericanos y latinoamericanos en general.
Desde que era niña le encanta cocinar gracias a su abuelita materna (Vitalina Ramírez Quirós, ya fallecida) quien hacía un pan batido superdelicioso y ella la veía haciendo ese pan y comenzó a agarrarle el gusto a hacer maravillas en la cocina.
Claro que los tiempos cambian, doña Vitalina hacía su pancito batido a mano, en Paraíso de Cartago. Por estos días doña Rebeca hace su pancito batido con batidora ya que es más práctico.
Ahora bien, le explicamos que, en aquellos lados brumosos de Paraíso de Cartago, incluso hoy día, el pancito batido es lo que en otras partes del país conocemos como algo parecido a un quequito seco, pero mucho más esponjoso y diez veces más rico.
Ese amor por la cocina que doña Vitalina le heredó fue muy bien cultivado por doña Rebeca quien, ya viviendo en La Florida, pero de Tibás, inició estudios de chef pastelera y fue ahí donde inició su carrera.
Incluso en Tibás también fue donde nació Rebe’s Cake, el negocio que puso para vender sus sabroseras en repostería. Como es lo normal, el inicio del emprendimiento fue muy duro y le tocaron muchos días en que la gran mayoría de lo que hacía no se vendía, pero no aflojó.
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La repostería, nos cuenta doña Rebeca, tiene una doble misión que debe cumplir al máximo porque si no el producto no se vende: debe verse muy bien y saber muy rico, porque por más lindo que se vea si no sabe rico, no pega y si sabe muy rico, pero no se ve bien, tampoco se gana a la gente.
Demasiados gustos
El emprendimiento en Costa Rica lo tenía muy bien dominado porque, como ella misma explica, a los ticos en general nos gusta un tipo de pasta en los queques y algunos tipos de relleno como dulce de leche, jalea de guayaba. El tico con queque seco y un buen relleno está feliz.
Cuando emigró a Estados Unidos el cambio fue enorme y la hizo entender que debía adaptarse rápido y muy bien.
“Pasar de un gusto casi idéntico entre ticos a muchos gustos en Estados Unidos por tanto inmigrante fue algo muy difícil al inicio.
“Aquí (en Estados Unidos) se topa uno en una misma cuadra a colombianos, dominicanos, puertorriqueños, salvadoreños, mexicanos, cubanos y propios estadounidenses, eso me obligó a aprender mucho sobre los gustos de Latinoamérica.
“Aprender sobre cómo gusta en cada país el biscocho (digamos el queque seco), el lustre y el relleno. Le doy un ejemplo, a los dominicanos les encantan los queques, pero rellenos de mucha fruta. Me ha tocado innovar para darle gusto a todas las culturas”, comento´.
-¿Da clases?
Sí. Eso siempre lo he hecho, me encanta enseñar el arte de la pastelería. En Estados Unidos me va bien dando clases a pesar de que son muchas nacionalidades con gustos muy variados e incluso con realidades muy diferentes.
Me toca enseñarlse a latinos que no saben leer ni escribir y ahí tengo que ir viendo cómo me adapto y logro enseñar. Siempre lo logro, pero es complicado”.
-¿Dónde es más difícil emprender, en Costa Rica o Estados Unidos?
En Estados Unidos sin duda, hay demasiado papeleo, demasiado permiso que pedir, muchos cuidados y licencias.
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Soy graduada chef pastelera, pero necesité muchas licencias para poder emprender y me tocó sacarlas todas. Con los emprendimientos de comida son muy delicados. Hay que tener licencia para servir, para productos alergénicos, para primeros auxilios básicos, entre otros.
-¿Dónde son más dolor cuando encargan un queque?
En Estados Unidos. Es que un queque es varias veces más caro aquí que en Costa Rica, entonces, ese alto precio provoca que el cliente sea muy exigente.
En Estados Unidos las fiestas son muy grandes y cuestan mucho dinero, es obvio que quieren que los queques sean divinos o lo mejor de lo mejor. Un queque bien hermoso y no tan grande en Estados Unidos puede costar unos mil dólares (medio millón de colones)”.
¿Momentos duros?
Muchos. Cuando uno emprende siempre hay momentos superdifíciles. Contrario a lo que muchos podrían pensar durante la pandemia no viví momentos duros porque pude cumplir con los pedidos en Boston y solo los iba a dejar.
Además, me inventé algo que se llamó “Party Box (Paquete de fiesta)” que tenían todo lo que ocupaba para fiestas familiares, ya que estábamos encerrados en nuestras casas y eso gustó mucho porque así muchas familias pudieron celebrarles el cumpleaños a sus hijos…creo que hice más dinero en pandemia que después gracias a mi ingenio tico.