“No recuerdo la fecha exacta, pero fue de noche. Recuerdo que bajaban montones de agua con barro por las calles de Taras, justo por donde hoy están Los Diques. Gracias a Dios nuestra casa no se inundó, pero quedó encerrada por la corriente de agua, piedras y barro.
“La Cruz Roja puso un camión cerca de casa y tiró un mecate hasta donde nosotros, ese mecate lo amarraron alto y nos sacaron a todos, uno por uno. Había que agarrarse bien duro porque la corriente era fuerte.
Estos son solo una parte de los recuerdos de doña María Elena Sánchez, quien con tan solo 15 años vivió las inundaciones que provocaron los materiales volcánicos que salieron del volcán Irazú.
“Éramos diez hermanos y por eso mamá hizo parejas, a los cinco más grandes les tocó cuidar a los cinco más pequeñitos; ella los acomodó así para asegurarse de que a ninguno le pasara nada.
“Desde que comenzaron las erupciones del Irazú en casa (vivían cerca de la iglesia María Auxiliadora) teníamos la ropa lista para salir corriendo. No se usaban maletines ni maletas, metíamos la ropa en un pedazo de tela cuadrado, cogíamos las cuatro puntas y las amarrábamos, así teníamos lo necesario listo”, recordó esta cartaga, que ahora tiene 75 años.
“Andábamos siempre con pañuelo porque la ceniza dificultaba respirar, también usábamos sombrillas. Los techos de las casas corrían peligro de hundirse al acumularse la ceniza. Todo se llenaba de ceniza, los carros, la ropa, las aceras, los negocios, todo”, comentó doña María Elena.
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Otro testigo de aquellos duros momentos, fue Guillermo Mora, quien tiene 79 años y es vecino de San Nicolás de Cartago. Él recuerda que hace 60 años se dio la avalancha que arrasó varias casas.
Comentó que le sorprendió cuando viajó de Cartago a San José, para estudiar en la Universidad de Costa Rica, porque se dio cuenta de que la capital estaba muy afectada por la ceniza.
“Fue una época muy dura para muchas familias que lo perdieron todo o que perdieron a familiares debido a las inundaciones que se dieron a 500 metros de la casa de mi familia. No fuimos afectados, pero estuvimos en medio del sufrimiento porque el agua se llevó caseríos completos”, comentó.
Erupciones
La Universidad Nacional (UNA) también recordó detalles de la erupción del Irazú.
Según la UNA, el 9 de agosto de 1962 un fuerte retumbo y una gran columna de vapor marcaron el inicio de lo que sería un nuevo ciclo eruptivo en el cráter principal del volcán; precisamente, siete meses después, pasada la 1 p.m., del 13 de marzo de 1963, una enorme nube de ceniza que se apreciaba desde distintos puntos del Valle Central anunciaba que el macizo del Irazú había entrado en erupción, periodo que se extendería hasta 1965.
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Jorge Barquero, vulcanólogo y miembro fundador del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica de la Universidad Nacional (Ovsicori-UNA), quien desde 1977 investiga las entrañas del Irazú, explicó que de aquel 13 de marzo en adelante el volcán varió su actividad a erupciones estrombolianas (una erupción volcánica explosiva que alterna periodos de gran actividad con otros de calma).
Barquero explicó que hasta marzo de 1965 el volcán Irazú, también conocido como el Coloso, hizo constantes explosiones de materiales piroclásticos. Además, la ceniza cubrió la cima y laderas del edificio volcánico, mientras el viento la trasladó por diferentes partes del país, incluso hasta la frontera con Nicaragua.
“A partir del día de la erupción se incrementó la caída de ceniza, por lo que los habitantes de la zona norte del volcán, junto con mascotas y ganado fueron trasladados al sur, a San Juan de Chicuá. Los años siguientes el volcán fue reduciendo poco a poco su actividad eruptiva, pero continuaba la lluvia de ceniza, afectando al sector agrícola y ganadero”, agregó Barquero.
Barquero menciona que en San José era tal la cantidad de ceniza que las personas se cubrían la cabeza con pañuelos y sombrillas, al punto que la municipalidad de San José debió comprar barredoras mecánicas para limpiar las calles.
El experto indicó que Llano Grande de Cartago fue una de las poblaciones que recibió el mayor impacto durante el periodo eruptivo del Irazú con fuertes consecuencias negativas en la economía de sus habitantes, sobre todo en sus cultivos, por lo que muchas personas debieron de variar de actividad económica para subsistir, mientras que otros abandonaron el lugar para rehacer su vida en otro sitio.
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La tragedia del Reventado
Barquero explicó que de 1963 a 1965 la provincia de Cartago fue afectada por los lahares, un tipo de avalancha que arrastra materiales producidos por la actividad volcánica, donde la ceniza acumulada en la ladera del volcán se lava por las lluvias ocasionando este tipo de avalanchas en quebradas y ríos.
“Precisamente, la más conocida de estas avalanchas fue la del río Reventado, ocurrida la noche del 9 y la madrugada del 10 de diciembre de 1963, la cual impactó Taras de Cartago, lo que hoy se conoce como Los Diques, donde el río a su paso destruyó cerca de 300 viviendas”.
El vulcanólogo subrayó que de diciembre de 1963 a enero de 1964 fue el periodo de mayor caída de ceniza en la capital. No obstante, debido a la dirección de los vientos, Cartago fue la menos afectada por la ceniza.
De acuerdo a las informaciones de la época, 5.000 personas fueron evacuadas debido a las dos cabezas de agua del Reventado. Los datos de la época confirmaron más de 15 muertos, varios desaparecidos y 50 heridos.
Mejor preparados
Barquero destacó que de ocurrir una erupción volcánica en la actualidad, a diferencia de 1963 el país está más preparado en el campo de la vulcanología, pues cuenta con mejor tecnología, varias estaciones sísmicas, se realiza investigación y se vigilan los volcanes, para así determinar con exactitud los cambios en su actividad y alertar a la población.
Para Barquero, la gran pregunta es si el país tiene la capacidad para proteger sus equipos tecnológicos, atender la elevada flotilla vehicular, concienciar a la población sobre las medidas a tomar ante la lluvia de ceniza y si podrá sostenerse la economía turística tras el cierre de aeropuertos.
Actividad histórica del coloso
La UNA también recordó que de la época colonial se conoce el relato del gobernador Diego de la Haya Fernández, quien narra que el 16 de febrero de 1723, a las tres de la tarde, se observó una columna oscura sobre la cima del volcán y que el viento había trasladado ceniza hasta Curridabat y Barva. Además, que las cenizas continuaron tres días más, que el 20 de febrero se sintieron varios temblores y que el día 21 cayó ceniza en Cartago.
En honor al gobernador, el cráter que estuvo activo ese año se conoce como “Cráter Diego de la Haya.
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En mayo de 1726 tembló en varias ocasiones y hasta hubo erupciones. Del siglo XIX existen reportes de erupciones de bloques, bombas y ceniza en 1821, 1822, 1842, 1844, 1847 y 1864, así como reportes de actividad fumarólica.
Ya en el siglo XX existen informes de periodos más intensos en la actividad del Irazú entre 1917 y 1965.
Irazú en detalle
La Cordillera Volcánica Central se encuentra formada por los volcanes Poás, Barva, Irazú y Turrialba. El Irazú es el más alto, con 3.432 metros sobre el nivel del mar. Está conformado por el cráter principal, playa hermosa, cráter Diego de la Haya y la pared oeste.