Don Carlos Mora, de 55 años, es un testigo de Jehová que tiene una particularidad que lo hace diferente a los demás.
Este vecino de Poás en Aserrí, no puede ver a causa de una enfermedad visual llamada retinosis pigmentaria que tiene desde pequeño y que progresivamente fue avanzando hasta dejarlo ciego.
Para movilizarse, don Carlos usa un bastón, pero sus hijos, la esposa y los amigos le echan el hombro si es necesario. Su discapacidad no ha sido impedimento para ir de casa en casa a compartir el mensaje de Jehová.
Cuenta que sus ojos son la palabra de Dios y que eso es más que suficiente para él, pues es lo que le ha abierto las puertas de cientos de corazones necesitados de un mensaje.
“Empecé en esto hace 25 años, me llegaron a buscar a la casa y recibí a unos testigos, me convencieron de a poco porque esto es un proceso que requiere tiempo y uno tiene que dejar otras costumbres, por ejemplo, yo era católico y tuve que dejar esta religión”, destacó.
Dice que desde ese momento su vida cambió, no oculta que ha sido difícil, pero es consciente que con la ayuda de su Dios todo ha sido mejor.
“Tengo una familia maravillosa, con dos hijos buenos y una esposa increíble. Jehová Dios nos ha bendecido mucho y eso es lo que queremos para otras personas”, agregó.
Don Carlos nos dijo que en su misión por ganar almas para Jehová, le pasado de todo, desde caerse en zanjas y alcantarillas, hasta ser espantado por perros.
“Cuando vamos a dar nuestro mensaje lo hacemos en pareja, al principio me caía mucho porque no usaba bastón y lo que hacía era reírme, ahora ya no me caigo porque con el tiempo uno va agarrando práctica”, añadió.
Para este fiel, lo importante no es de quién venga el mensaje de Dios, sino recibirlo, pues al igual que ocurrió con él, unas simples palabras, podrían cambiarle la vida para siempre.