A doña Celia Calderón Obando la tumbó durante 15 días el virus respiratorio sincitial hace ocho años, pero esa enfermedad no la derrotó y se recuperó puras tejas como lo hizo de niña cuando le dio sarampión. Ella ya ha vivido cuarentenas con anterioridad, por lo que el coronavirus no la tomó por sorpresa.
Doña Celia nació en Cartago, pero tiene muchos de sus 102 años (nació en 1918) de vivir en Tres Ríos. Ella está bien pochotona, no necesita andadera, ni silla de ruedas y todos los días se pone a barrer el corredor de su casa desde la 6 de la mañana.
Como ella es una guerrera que ha ganado mil batallas, sabe que con el coronavirus no se juega y por eso hace caso total al llamado de quedarse en casa.
Para doña Celia el tema de las cuarentenas no es nuevo porque de chiquilla le tocó hacer una cuando tuvo sarampión.
“Me acuerdo que fue una enfermedad muy fuerte también, nos envolvían totalmente en cobijas y no nos dejaban que nos diera la luz del sol, decían que eso era malo y que alborotaba al sarampión. Estuve encerrada en un cuarto como quince días”, explicó.
Esta señora, tuvo dos hijos, Luis, de 75 años, y Rosario, que falleció hace cuatro años y además tiene dos nietos y dos bisnietos, también venció otro virus terrible.
“Una enfermedad de esas son bien fuertes, no es jugando, que la gente no crea que es algo que se cura de la noche a la mañana. Yo tuve una enfermedad menos fuerte (el virus sincitial); sin embargo estuve quince días internada en el Hospital Max Peralta y pasé muchos otros días encerrada mientras me recuperaba del todo, hay que cuidarse mucho”, explicó la abuelita.
Otro momento de su vida donde tuvo que encerrarse por más de dos semanas fue en 1963, cuando el volcán Irazú hizo erupción el 14 de marzo a eso de la 1:25 de la tarde. El coloso no se detuvo por los siguientes dos años, lo que provocó que casi todo el país se cubriera de un manto gris de ceniza.
Durante esos dos años, según los historiadores, la gente salía muy poco porque la ceniza afectaba los ojos, la nariz y la respiración. Solo por asuntos muy urgentes las personas salían de casa.
“Me acuerdo de las erupciones del volcán, una solo pasaba en la casa, no se salía, fueron muchas semanas encerrada”, comentó doña Celia.
Nada parecido
A pesar de superar enfermedades tan duras, la abuelita reconoce que durante sus 102 años de vida, los cumplió este 4 de abril, jamás había vivido algo así en Costa Rica y que nunca había visto al mundo arrodillado ante una enfermedad.
“No recuerdo algo así. Nunca vi al país o al mundo tan amenazado. Siento mucho temor por este coronavirus porque en realidad ha matado a muchas personas, sobre todo a adultos mayores como y por eso me cuido mucho”, explicó.
Como doña Celia es una biblioteca andante, ella recordó otros duros momento vividos por nuestro país como el terremoto de Tilarán en 1973, el de Golfito en 1983, el de Cóbano de 1990, el de Limón de 1991 o el de Cinchona en el 2009.
“Son momentos muy duros para país, los recuerdo muy bien, pero no han sido momentos tan complicados como los que estamos viviendo hoy. Yo jamás viví una Semana Santa con iglesias cerradas y sin procesiones y nunca creí vivirlo”, comentó.
Trabajar y comer sano
Doña Celia no tiene secretos para vivir más de cien años, ya que para ella la fórmula es trabajar honradamente y comer sano.
“Uno de los trabajos que más hice fue en casas, de empleada, también cogí café en Tres Ríos o bien nos llevaban en camiones a los cafetales de Heredia. Nunca he parado de estar activa ni siquiera ahora con 102 años”, nos comenta la abuelita.
Vera Calderón, sobrina de doña Celia y quien vive con ella, nos cuenta que la abue se levanta todos los días a las cuatro y media de la mañana, reza, tiende su cama solita, alista la ropita que se va a poner y a las cinco de la mañana ya va para el baño. Todo lo hace solita.
Como doña Celia ya tuvo que batallar contra enfermedades muy duras en el pasado, ella no le jala el rabo a la ternera y respeta la cuarentena con mucha responsabilidad.
Eso sí, está deseando que termine la pandemia mundial para volver a hacer lo que más le gusta: irse de paseo a cualquier lugar con la familia. Le encanta el mar y el buen sol, cuando hablan de alistar maletas para irse a las playas, ella no dura ni un segundo alistando la suya.
“Me encanta salir y disfrutar de las olas”, aseguró esta valiente y noble mujer.