Miles de nicaragüenses se han visto obligados a abandonar su país desde hace cuatro años, cuando estalló una crisis que aún sigue.
Entre quienes escogieron salir hacia Costa Rica está la socióloga Elvira Cuadra, quien llegó en diciembre del 2018 con la intención de hacer un trámite laboral y una vez aquí, familiares y amigos le avisaron que no era seguro regresar, al menos en aquel tiempo. Ya van casi tres años y medio de que aún no ha podido hacerlo.
“Como soy especialista en temas de seguridad, cuando estalló la movilización y la protesta (contra el régimen de Daniel Ortega) en el 2018 yo constantemente hacía análisis sobre la actuación de la policía, los grupos paramilitares y el ejército y esas opiniones generan mucha incomodidad y se convierten en un factor de riesgo, por eso no es seguro para mí volver a mi país”, explica.
Cuadra se ha destacado durante más de 20 años en la investigación de temas sociales y se ha especializado en procesos políticos en Nicaragua.
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Trabajó durante muchos años con el Centro de Investigación de la Comunicación (CINCO) y fue directora del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas.
“El riesgo (de volver) es bastante alto porque mantengo una opinión pública en relación con los aparatos de la represión de la policía y el ejército por lo que, aunque cambie el gobierno, mientras estén activos los grupos paramilitares siempre va a haber riesgo para mí y eso significa que voy a tener que permanecer en Costa Rica un bien tiempo”, añadió.
Toma de decisiones
Cuando se encontraba en Costa Rica en diciembre del 2018, el gobierno de Daniel Ortega canceló la personería jurídica de CINCO y del Instituto de Estudios Estratégicos; además subieron la persecución, la represión y los encarcelamientos de los integrantes de esas organizaciones, de periodistas y las acciones contra los medios de comunicación.
“Por eso la recomendación de mis amigos y familiares fue que me quedara, esperando que disminuyera el riesgo, lo cual no se ha dado. Siempre he mantenido mi trabajo de investigación y análisis sobre los conflictos y temas de seguridad y les he seguido la pista a los diferentes momentos de la represión”, explicó la investigadora.
Al inicio, la experta pensó que estaría en Costa Rica un tiempo corto y estuvo unos días hospedada en casa de una amiga; luego se fue dos meses a Estados Unidos, donde su familia, y más adelante regresó a Tiquicia.
“Tuve que decidir dónde quedarme y me incliné por Costa Rica porque estaba más cerca de Nicaragua y además aquí había muchos nicaragüenses recién llegados al exilio y podía colaborar con ellos”, dice.
En el 2019 inició los trámites como solicitante de refugio; sin embargo, el proceso es lento y aún espera la resolución.
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Situación de Nicaragua
Aprovechando los conocimientos de Cuadra le consultamos por la situación actual de Nicaragua y comentó que el escenario para el matrimonio Ortega Murillo es complejo y la solución, de llegar (para Nicaragua), será a mediano plazo.
“Es complicado para ellos (Daniel y Rosario) porque pretendían cerrar la página de la crisis con las elecciones del 2021, pero no lo lograron porque la gente se abstuvo de ir a votar y no consiguieron ninguna legitimidad interna, ni entre la comunidad internacional.
“Están bien aislados y ahorita mantienen una política hostil con una gran cantidad de países y hay un proceso de erosión de su base de apoyo interna. La gente que antes los apoyaba también está descontenta. El país tiene una situación económica crítica y su propio grupo económico también está en dificultades”, explicó.
La cosa empeoró porque los salvavidas económicos a los que les apostaba el régimen --Rusia China e Irán-- han desviado la atención debido a la invasión rusa a Ucrania.
“El flujo migratorio sirve como válvula de escape del descontento y la presión social, pero eso no va a ser por mucho tiempo y se están acumulando más descontento e insatisfacción por el encarecimiento de las condiciones de vida y la misma situación del país”, añadió la experta.
Para la oposición y los grupos civicos, la situación también es difícil porque están bajo una política de represión, hay mucha vigilanca y control.
“En medio de todo eso, la gente ha encontrado maneras de expresarse y manifestar su descontento”, puntualizó Cuadra.