Hace cinco meses que Juan Carlos Gutiérrez, empresario limonense, de 42 años, se vio muy mal en el hospital México a causa del covid.
El 20 de enero los médicos lucharon con todos sus conocimientos mientras su familia oraba para que se salvara.
“Tuve dos paros cardíacos y estuve prácticamente muerto por 25 minutos, que para los doctores era algo imposible y no tengo secuelas”, contó el padre de cuatro hijos.
Aquella noche fue interminable para la familia Gutiérrez Chavarría, pues a las 8:43 p. m. recibieron una llamada explicándoles lo que ocurría y preparándolos para lo peor.
“Fue muy difícil, pero la mayor parte la vivieron mi esposa y mis hijos. Hubo mes y medio que yo no sé nada porque estuve en coma y recuerdo puras pesadillas y cosas horribles”.
El esfuerzo que hizo el personal de salud por sacarlo de ese paro fue tal que terminó con tres costillas quebradas.
“Esta experiencia permitió a mi familia, esposa, hijos y hasta a mis hermanos, dar un giro de 180 grados, volcándose en ayuno y oración clamando a Dios por mi salud y para su gloria, aquí estoy vivo”, dice.
Es por eso que él no está de acuerdo con la directriz de eliminar la obligatoriedad del uso de la mascarilla, así como tampoco le parece acertado que la vacuna no sea obligatoria.
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Juan Carlos recuerda que empezó con un simple hipo y con el paso de los días se fue complicando.
“Se me fue cerrando el diafragma, me tuvieron que intubar porque ya no respiraba, pero no me dio fiebre, ni tos. Tuvieron que hacerme una traqueotomía y los doctores le decían a mi familia que pocos han salido de casos como el mío”, contó.
Covid no ha pasado
Ante la falta de la actualización de datos de la situación actual del covid, tras el hackeo a la Caja Costarricense de Seguro Social el 31 de mayo, le consultamos al epidemiólogo Yayo Vicente si eso quería decir que ya el covid pasó.
“La falta de datos no quiere decir que acá el covid no circula, la pandemia está rugiendo en Europa y en Estados Unidos, eso nos permite decir que la pandemia no tiene por qué estar tan distinta en Costa Rica a esos otros lugares, puede estar igual o peor, no podemos meter la cabeza en la arena”, explicó Vicente.
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El epidemiólogo agregó que si le sumarmos la entrada de la época lluviosa, que favorece a todas las enfermedades de transmisión aérea (covid, influenza y virus sincitial)y le agregamos los estadios llenos, y haber aflojado las medidas como el uso de las mascarillas, estamos comprando todos los números para pegarnos el premio mayor sanitario.
Duros momentos
Juan Carlos se contagió a finales del año pasado y el 24 de diciembre, luego de abrir los regalos junto a sus hijos Meryelin, de 20 años; Breithon, de 14 y Deichan, de 10 y su esposa Diyli Yessenia Chavarría, lo internaron en el hospital San Rafael de Alajuela.
Ahí permaneció cuatro días hasta que lo trasladaron al hospital México. El 31 de diciembre lo intubaron, pero antes de eso llamaron a la familia para que se despidiera de él.
Pasó esas fechas festivas y su cumpleaños, el 11 de enero del 2022, internado en cuidados intensivos y en coma, hasta que le dieron la salida el 25 de febrero.
“También fui uno de los pocos que tuve la oportunidad de salir vivo de todo lo que pasó ahí, sin ninguna secuela y hoy por hoy tras dos meses que me dieron la salida y yo ya manejo, camino, hablo. Andaba en silla de ruedas, no hablaba y no movía ni los brazos ni los dedos, me dijeron que me tomaría meses recuperarme y a los 22 días ya estaba en pie”, explicó.
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Su rostro y pecho quedaron llenos de huecos y cicatrices por las úlceras que se le hicieron por los tubos que le pusieron.
Perdió 24 kilos de masa muscular en los dos meses que estuvo hospitalizado. Ya recuperó diez.
Para ello ha recibido terapias de rehabilitación en el Cenare y en algunas clínicas privadas, pero, sin duda, mucho tuvo que ver la vida saludable que llevaba antes de enfrentarse al virus.
“Yo era una persona muy sana, sin vicios, solo me tomaba algo esporádicamente y aun así me afectó muy fuerte, pero no estaba vacunado, porque no creía en ellas (las vacunas). Pero serví de testimonio en el gimnasio al que asistía, porque la mayoría no estaban vacunados y al ver mi caso, que siendo una persona tan esforzada y me estaba dando tan fuerte, que todos corrieron a ponérsela, hasta el instructor”, recordó Gutiérrez.
Actualmente cuenta con dos dosis y la tercera le toca en agosto, ahora sí cree en ellas, porque vio cómo los que estaban vacunados, les fue mejor con el virus.
“Me arrepiento de no habérmelas puesto antes”, afirma.