La gran pasión de Stanley Salazar Núñez son los anfibios.
Este vecino de La Esperanza, en Las Horquetas de Sarapiquí, no es biólogo ni nada que se le parezca, es un aficionado que se ha preocupado por estudiar mucho y parece tener una suerte especial porque ya ha descubierto tres especies de ranas en el país.
La Universidad de Costa Rica cayó rendida a los pies de Stanley. Con bombos y platillos el centro de estudios anunció “Talamanca le revela al mundo una nueva especie de rana”, explicando que fue Stanley quien la halló.
“Mientras caminaba por el bosque del cerro Plátano, en la cordillera de Talamanca, (en diciembre de 2014) observó una rana que no había visto antes. Su conocimiento lo hizo sospechar que se trataba de un nuevo espécimen", señaló la UCR en un artículo.
Y la sospecha era correcta.
“El 23 de mayo pasado la revista Zootaxa, especializada en taxonomía y zoología, publicó el artículo en el que se anunciaba el descubrimiento de una nueva especie de rana del género Diasporus”, añadió.
Esa es, precisamente, la que Stanley encontró.
Honor a la hija
La UCR confirmó que esa nueva especie descubierta por este amante de las ranas fue bautizada como el nombre científico (en latín) Diasporus amirae. El término amirae es en honor a Amira Salazar, la hija de dos añitos de Stanley.
“Hace once años comencé con esto, que es una pasión. Yo solo tengo título de sexto grado de escuela, pero amo a los anfibios. Siempre que salgo al campo llevo en la mente la curiosidad y poner cuidado para encontrar algo nuevo y así cooperar con la ciencia", nos explica.
Esta rana más reciente la encontró por casualidad durante una caminata para un conteo de aves. “Subí con pajareros, pero también con la mente puesta en las ranas”, explica.
"Por eso cuando escuché el canto de una que jamás había escuchado me aseguré de ubicarla porque estaba convencido de que era una nueva especie. Era un canto muy distinto y eso me atrapó, junté varias ranitas y las llevé a la UCR”, nos explicó.
Ya Stanley había aportado a la ciencia tica cuando descubrió la especie de rana cristal (Hyalinobatrachium dianae), nueva para Tiquicia, pero inscrita en Panamá como Ecnomiohyla bailarina; además, redescubrió para nuestro país la rana marsupial, de la cual no se supo nada durante 20 años.
Aprendió solo
Stanley trabaja en la empresa Rain Forest Adventure, que limita con el parque nacional Braulio Carrillo.
Allí tiene un proyecto de conservación de ranas, algo que lo hace muy feliz y que también tiene orgullosa a su familia.
“No tengo profesión, pero sí un gran interés de aportarles a la ciencia y a las ranas de Costa Rica”, dice.
Stanley siente un agradecimiento total por los investigadores de la Escuela de Biología de la UCR Erick Arias Piedra, Gerardo Chaves Cordero, José Andrés Salazar Zúñiga y Adrián García Rodríguez.
“Es un trabajo en equipo, sin ellos yo no habría logrado nada. Les agradeceré toda la vida”, afirma.
Este curioso del aprendizaje está orgulloso de lo que hace en medio de la naturaleza y le alegra, sobre todo, un detalle: “Ese bautizo con el nombre de mi bebé es algo único, es todo para mí porque junté mis dos amores, el de mi hija y el de las ranas”.
Amira ama las ranitas
Amirita tiene solo dos años, pero Stanley ya ve en ella algo especial.
“Vieran qué lindo, se le nota desde ya que tiene una habilidad especial para encontrar bichos de todo tipo. Ella es feliz cuando le digo que vayamos a ranear, se alegra toda”, comentó.
Una vez que el papá de Amira entregó sus ranitas nuevas, los científicos de la UCR fueron a buscar más a Talamanca.
Les costó mucho dar con ellas porque cantan como una vez cada cinco minutos, nada más. Sin embargo, les llegaron, pero solo lograron diez ranitas, todas machos y todas en el cerro Plátano, a mil metros sobre el nivel del mar.