Lamentablemente la violencia está presente en muchos espacios de la vida y los niños no están exentos de eso, por eso muchos pueden cambiar su comportamiento y volverse más chichosos y agresivos.
Esto pasa cuando el menor no sabe cómo expresar sus emociones y está rodeado de explosiones de ira de sus padres o familiares, entonces aprenderá que esa es la forma de manifestarla, por eso el psicólogo de Servisalud Manuel Guzmán, recomienda prestar atención a los cambios de comportamiento en los más pequeños.
Por ejemplo, si el niño era calmado y le gustaba ordenar sus cosas, pero de repente nota que ya no lo hace, que se vuelve agresivo y que grita, esa es una alarma a la que hay que ponerle atención.
Lo recomendable es llevarlo al psicólogo para ver cómo está su estado mental y emocional y trabajar con ellos para que conozcan cuáles son sus emociones y cómo manejarlas.
En la casa deben aprender a escucharlos, ponerse en los zapatos del niño e intentar entender su realidad.
“Se está dando el caso que los niños reproducen el ambiente hostil y violento con otros niños e incluso, si no interactúan con otros, demuestran su violencia destruyendo sus juguetes, haciendo una rabieta que generalmente la vemos como algo normal, pero no lo es”, explicó el doctor Guzmán.
El especialista aclara que cuando se habla de que un niño vive en un entorno violento, no se refiere solo a golpes y gritos, sino también cuando los adultos ignoran a sus hijos, lo que les produce frustración, enojo y tristeza, factores que hacen que los menores tengan un comportamiento agresivo.
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Esta violencia en los niños se refleja de diversas maneras: agresión verbal y física, matonismo, acoso, hostigamiento, robo, daño a la propiedad, intimidación, amenazas, uso de armas o involucramiento en pandillas, señalan los expertos.