Continuamos con los testimonios de nuestros lectores sobre cómo era la Semana Santa hace algunos años y esta vez nos fuimos para Limón.
Ahí, según nos cuenta el periodista Israel Oconitrillo, él y sus primos se iban a pasar la Semana Mayor a la casa de su abuela Candelaria Moya en Estero Negro de Limón, a unos 27 kilómetros del centro de la provincia caribeña.
“La más tajante e inquebrantable norma de mi abuela y mi mamá (Juana González) era: en Viernes Santo no se bañan en el mar. Y cuando le preguntábamos el porqué tanto ella como mi mamá respondían, faja en mano, ‘porque el que se mete al mar se le hace cola de pescao’, así como lo pronunciaba”, recuerda Oconitrillo.
Eso sí, la agüevazón por no poder darse un chapuzón en el mar se les pasaba rápido porque los chineaban con los dulces de tapa, arroz con leche o un delicioso arroz con almejas.
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“Lo peor era que la casita de mi abuela estaba a la par del mar. Ahí nos íbamos los primos con mis tíos a corretear por la arena, sin entrar al mar porque era Viernes Santo”, agregó.
Otro grato recuerdo que nos compartió “Oco” fue el de escuchar las historias bíblicas por radio porque para entonces no había televisión, aunque admitió que no la necesitaban.
“Teníamos de todo: la playa de kilómetros de arena, los cuentos de mi abuela y la cuchara de mi mamá. Además, como no había carretera para entonces, caminábamos desde la línea del tren en San Clemente hasta Estero Negro en medio de cacaotales, montaña y suampos”, puntualizó.