Hace 60 años la Semana Santa en Guanacaste era muy distinta a la actualidad y así nos lo cuenta doña Lidiette Vásquez.
“Los niños obedecían a sus padres y se creían las advertencias que les daban, como que si se subían a los árboles les salía cola o que si se metían al mar se convertían en sirena. Dios guarde alguno lo hiciera”.
Tampoco se encendía el horno para cocinar. Todo se preparaba la semana anterior a la santa en la denominada semana de la busca; las personas guardaban los alimentos especiales conservados de tal manera que en la Semana Santa no fuera necesario cocinar.
Se hacían con tiempo dulces de jocote, marañón, mango, las rosquillas y las tanelas.
“En esa época en nuestra zona no se andaba a caballo, si una familia tenía que ir a visitar a otra familia tenía que ir a pie. Los carros y los caballos no circulaban para nada”, agregó la guanacasteca de 72 años.
Los cambios más drásticos se han presentado en los últimos 30 años.
Otra que recuerda como era todo es su hermana Josefina Vásquez, de 82 años.
“Ahora no hay respeto, pero antes los chiquillos por temor hacíamos caso a lo que nos decían nuestros padres. A los güilas les decían que no fueran al monte porque les salían los duendes, entonces todo estaba recogido en su casa”, recordó doña Josefina.
“Antes un policía ordenaba un pueblo; una persona, ahora son montones y no los pueden dominar, es una cosa fatal”, agregó la mayor de las hermanas.
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Los hombres se reunían a jugar dados porque no había nada más qué hacer y las mujeres se quedaban en sus casas.
“No se hacían ni procesiones (en playa Potrero, donde vivían) porque era el puro campo y en los pueblos más grandes solo se hacía misa”, recordó doña “Jose”
Ellas conservan la tradición de preparar las rosquillas y demás delicias en estas fechas.