De todos los mitos existentes en materia sexual, no cabe duda de que los más difundidos son aquellos que señalan que la edad deteriora el rendimiento sexual. “Ya tú no soplas”, “no estoy para esos trotes”, “me dio la viejera”, son algunos de las frases al aire que se dicen, medio en broma y medio en serio, por doquier.
Y es que se cree, equivocadamente, que las personas mayores no necesitan el sexo, que el deseo se pierde, y que, particularmente el varón, pierde la capacidad de conseguir erecciones firmes y que no puede satisfacer a una mujer.
Esto tiene un enorme impacto vivencial tanto en hombres como en mujeres, quienes ante un problema sexual asumen que es la edad, y como tal creen que “no hay remedio”, de tal forma que ni siquiera acuden a la consulta. Estas parejas, se resignan a vivir al margen del amor y de la sexualidad. Tratan de evitar muestras de afecto porque saben que “de por sí, no se puede”.
La ciencia, por el contrario, es clara en señalar que la actividad sexual se mantiene a lo largo de toda la vida. Que la edad no impide el deleite sexual y que, si se presenta alguna falla en la vida íntima, suele ser por una alteración que afecta la respuesta sexual, y no por el paso de los años. Lo mejor es que esa alteración se puede tratar y en la mayoría de los casos se recupera el rendimiento sexual.
Son muchas las parejas mayores que ansían recuperar su vida sexual, y a ellas debemos decirles que hoy se puede. Por otra parte, hoy son cada vez más los hombres y mujeres mayores que se divorcian y desean estar sexualmente bien para rehacer su vida emocional, y muchos temen que los años no se lo permitan. De igual manera, deben saber que, en la mayoría de los casos, se puede restablecer el adecuado funcionamiento íntimo.
La sexualidad es un “postre en la vida”, que ayuda a enfrentar las adversidades de la cotidianidad y propicia la cohesión de la pareja.