El escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado, ganador del mundialmente prestigioso Premio Cervantes en el 2017, entre muchos otros reconocimientos internacionales, y quien actualmente está exiliado en España, les recuerda a sus compatriotas en Costa Rica: “Entre todos los exiliados tenemos que darnos energía”.
“En cualquier país que estemos, pero sobre todo en Costa Rica, donde hay más. También en España hay muchísimos, me he encontrado con ellos por todas partes, en Estados Unidos y México”.
El escritor vive en Europa ya que, el 9 de setiembre del 2021, Daniel Ortega firmó una orden para detenerlo y, como se encontraba en la Madre Patria cumpliendo compromisos por su más reciente novela “Tongolele no sabía bailar”, decidió quedarse quedito ahí.
En esa obra, Ramírez narra, ficticiamente, la sangrienta represión que ordenó el presidente nicaragüense contra su pueblo desde el 18 de abril del 2018, la cual registra ya más de 300 muertos. Desde entonces el mandatario quiere verlo preso.
El autor también estuvo en el exilio entre 1964 y 1979, durante la dictadura de Anastasio Somoza, quien lanzó una orden en su contra por terrorismo y asociación ilícita para delinquir. Todos esos años los vivió en nuestro país.
“Le doy las gracias a Costa Rica por la acogida que en todo momento ha dado a los exiliados nicaragüenses, que cada vez son más, desgraciadamente. No todos los que llegan a tocar las puertas están en condiciones materiales buenas, eso es imposible conseguirlo, pero aquí han recibido acogida.
“Tengo la confianza de que este gobierno (el del presidente Rodrigo Chaves) va a seguir en esa misma política de libre acogida a los perseguidos políticos de Nicaragua que buscan el refugio de Costa Rica, porque este es un país que siempre ha sido una isla de seguridad democrática en Centroamérica”, comentó el novelista a quien el pasado 19 de mayo la Universidad Nacional (UNA) le otorgó el doctorado honoris causa.
“Quiero dedicar este doctorado a los prisioneros políticos que de manera injusta y cruel sufren su cautiverio en las cárceles de la dictadura en Nicaragua.
“Pido a todos ustedes, los costarricenses, no olvidarlos y acompañar la lucha silenciosa que libran por una Nicaragua digna, justa y democrática, y no olvidar que representan la causa de la libertad tan querida en este país.
“Yo lo que ansío es la libertad de todos ellos, que vuelvan al seno de sus familias, y que dejen de pagar por delitos que nunca cometieron, condenados por la dictadura por delitos falsos, con penas completamente desmedidas”, fueron las primeras palabras del doctor al recibir la distinción, en el auditorio Cora Ferro de la UNA en Heredia.
Él nació en Masatepe, Nicaragua, el 5 de agosto de 1942. Es hijo de Luisa Mercado y Pedro Ramírez. En 1956, con tan solo 14 años, publicó su primer cuento, “La carreta Nagua”.
En 1964 se graduó de doctor en Derecho y viaja a Costa Rica. En esta época inició, junto con su esposa, doña Gertrudis Guerrero Mayorca (a la que él cariñosamente le dice Tulita), su exilio de catorce años en nuestra tierra, donde nacieron sus hijos y, con la lectura de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, como consejera, desarrolla nuevas formas en la escritura.
Primer exilio
De ese primer exilio en suelo tico tuvo lindos recuerdos sobre la huella que dejó en él la posibilidad de poder leer todo tipo de libros.
“Para mi formación libre de escritor, que se hizo solo viendo el mundo y leyendo el mundo, fue providencial mi llegada a Costa Rica 1964. Al llegar a San José me encontré con una ciudad en donde había librerías de verdad y podía recorrerlas bajando por la avenida Central, desde cuesta de Moras, donde se hallaba la librería Trejos que vendía las gruesas ediciones de los Clásicos (de la editorial) Aguilar en papel biblia (papel muy delgadito), por 11,50 colones de entonces.
“Hasta la librería Lehmann donde me encontré en sus vitrinas con las tapas negras de la primera edición de Rayuela de Julio Cortázar y con Pedro Páramo de Juan Rulfo, y donde cada tarde se hacía una tertulia a la que me asomaba con cierta distancia y en la que participan León Pacheco, don José Marín Cañas, don Alberto Cañas y el doctor Constantino Urcuyo, médico ginecólogo nicaragüense y lector empedernido. De allí (la Lehmann) siempre bajando a la librería Universal. Todas ellas (las librerías) atendidas por libreros de oficio que eran buenos lectores, libreros que ahora casi ya no existen”.
Esta semana Ramírez también recibirá el doctorado honoris causa de la Universidad de Costa Rica y será ingresado a la Academia Costarricense de la Lengua.
Sobre el porqué Ortega no libera los presos políticos de su país, dijo: “Para mí no son presos, son rehenes. Está esperando (Ortega), seguramente, un momento que reciba algo valioso a cambio. Seguramente querrá que levanten las sanciones de parte de Estados Unidos. He escuchado que están negociando en privado con el gobierno de Estados Unidos”.