Erika Mora Marín toda la vida ha amado la naturaleza, tal vez por eso pudo “escuchar” el grito de auxilio de un árbol y a partir de ahí dedicó todas sus fuerzas para evitar que lo cortaran.
El segundo domingo de abril de este año, doña Erika se levantó tempranito, desayunó, después comenzó a alistarse con calma para ir a misa de 10 de la mañana en el centro de Escazú. Como ama la naturaleza, tiene la costumbre de disfrutar los árboles y los pajaritos cada vez que puede.
“Antes de la pandemia vivía en la montaña y también viví cerca del mar. En la montaña fue que me enamoré perdidamente de los árboles, aunque siempre me encantó la naturaleza. Pasé años rodeada de árboles, pájaros, monos, perezosos. Al venirme para Escazú quise mantener ese disfrute por lo verde, por cada árbol.
“Aquel domingo de abril iba para misa y me detuve en una esquina porque hay un hermoso árbol, un roble sabana, entonces no lo pensé dos veces para acercarme y disfrutarlo más, fue entonces que vi un rótulo que tenía pegado el árbol, el cual decía: ‘Disfrútame, ya que casi me cortan. Si pueden hacer algo por mi ayúdenmeeeeee. Soy parte de esta esquina y yo estaba primero’. Sentí un dolor en el alma que usted ni se imagina”, nos contó doña Erika.
Muy dolida, pero muy decidida, la ahora escazuceña tomó una foto del árbol, del rótulo y lo publicó en redes sociales que tuvieran que ver con Escazú. “Por favor ayúdenme para que no lo corten”, fue el mensaje de auxilio de ella.
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El árbol está 400 metros al norte del parque central de Escazú, en la entada de calle San Martín.
Red de apoyo
Esa publicación se volvió viral entre los escazuceños y comenzó un positivo movimiento porque, como están construyendo un nuevo supermercado en esa parte donde está el árbol, ya tenían decidido que lo iban a cortar de raíz.
“Me animé a luchar por la vida del árbol, porque no estaba dentro de la propiedad de donde se está construyendo el nuevo supermercado, está en la esquina, es parte de lo público, eso me hizo entender que la batalla había que darla.
“No pasaron ni 24 horas cuando el lunes ya estaba yo en la construcción preguntando por alguno de los responsables. Me atendió un señor muy buena gente y muy sinceramente me dijo que sí estaba dentro del plan del nuevo supermercado cortar el árbol totalmente. En un mes, más o menos, lo cotarían porque la orden ya había sido dada”, recordó la amante de la naturaleza quien.
Como doña Erika había visto en un programa de televisión que un árbol fue trasplantado con todo y raíz de un lugar a otro, se fue a la municipalidad de Escazú para ver si podían trasplantar el roble, sin embargo, le dijeron que ellos no tenían la maquinaría que se necesita para eso.
Desesperada, la escazuceña pidió ayuda en redes sociales, un amigo le ayudó para iniciar una campaña y así movió cielo y tierra, a tal punto que fue atendida en una sesión del Consejo Municipal de Escazú.
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¡Salvado!
“Logré crear un documento para pedir firmas de apoyo, en poco tiempo hubo unas 500 personas de Costa Rica y otras partes del mundo que apoyaron con su firma. Hubo gente de Canadá, Estados Unidos, República Dominicana, España, en fin, recibimos un gran apoyo y eso ayudó demasiado.
“Llevé la carta cargada de firmas al Consejo Municipal y por dicha todas las voces de apoyo al árbol fueron escuchadas. Jamás diré que fui yo quien salvó al árbol, fuimos muchos, solo así se logró, con un apoyo enorme y hasta internacional”, reconoció doña Erika.
El alcalde de Escazú, en ese momento, Arnoldo Barahona, atendiendo el grito de auxilio del árbol y sus más de 500 nuevos amigos, se reunió con los dueños del supermercado para ver qué se podía hacer.
“Se pudo rescatar el roble sabana (y vainilla). Es importante destacar que al no ser una especie protegida y por las características de su ubicación, dependíamos de la buena voluntad de los propietarios del proyecto.
“Después de analizar distintas alternativas para el rediseño de la esquina del proyecto (donde está el roble) en la entrada a calle San Martín, quedó definido el ajuste a las obras de acceso y espacio peatonal para garantizar el bienestar del árbol. Muchas gracias a la empresa Megasuper y la empresa constructora por su anuencia a lograr acuerdos con la alcaldía municipal”, explicó el alcalde Barahona.
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Un vecino del árbol, de hace más de 40 años, fue quien lo sembró. Después de la confirmación de que el árbol no sería cortado, doña Erika pasó a ver a su amigo y se topó con que tenía otro rótulo que decía: “Gracias por salvarme”.
“Casi lloro de la felicidad cuando vi ese rótulo. Fuimos muchos los que ayudamos, eso me hace entender que unidos podemos cambiar muchas cosas si elevamos educadamente la voz, con respeto. Me alegra demasiado que cientos de voces fueron escuchadas y que la naturaleza fue respetada y valorada”, concluye.