Una perrita American Stanford de 2 años, no tiene su futuro definido porque fue rescatada de un pasado de agresión y ahora el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) exige que la devuelvan justo al lugar donde era agredida.
Sofía se llama la perrita que pasó un año y once meses viviendo en una casa en San José, donde estaba encadenada las 24 horas del día. No la sacaban a caminar, la cadena era pequeña y por eso en el mismo lugar donde le ponían la comida tenía que hacer sus necesidades, además, pasaba ladrando durante muchas horas seguidas. Solo le daban de comer una vez al día.
En una ocasión, según cuentan unos vecinos, la peludita pasó ladrando toda la noche y a la mañana siguiente se dieron cuenta que fue porque la cadena se le enredó en las patas y no se podía mover. ¡Más bien estaba pidiendo auxilio!
Siempre estuvo a la intemperie y por eso si llovía, se mojaba y en los días de sol fuerte, tampoco tenía cómo capearse el calor.
Ante esta realidad, se puso una denuncia por agresión. Después de mucho correr con Senasa, se logró que hace un mes se sacara a Sofía de la casa en la cual la tenían en condiciones fatales.
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Esta realidad nos la cuenta una persona cuyo nombre nos guardamos para evitar problemas, porque la denuncia por agresión se puso en línea y se suponía que no se iba a saber quién denunció, pero algo pasó y algunos nombres se supieron...
“Si a Sofía se le caía el alimento, no se podía mover para recuperarlo; tampoco podía hacer nada si se le mojaba la comida por la lluvia. Como no se podía mover, prácticamente todos los días dormía sentada y en el mismo lugar donde hacía sus necesidades tenía que acostarse... Por eso se puso la denuncia, en verdad ella era una perrita agredida”, explica la persona.
Nueva vida
Una vez que Senasa llegó con un veterinario y rescató a Sofía, se la entregaron a una señora que se encargó de darle amor desde que la recibió. El primer día que estuvo fuera de la casa donde la agredían se le mejoró la alimentación y se le dio cariño.
“El alimento se le comenzó a dar varias veces al día, siempre tiene agua, se puso en un espacio seguro y techado. Sofía fue castrada, vacunada contra la rabia, despulgada, desparasitada y bañada”.
“Ha sido un mes en el cual Sofía solo recibe amor, sin embargo, como por muchos meses estuvo agredida, pasa muy nerviosa casi todo el día: todo lo muerte, corre para todos lados y se le nota alterada, por eso hay que chinearla mucho”, explicó.
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La persona que recibió a Sofía en su casa no se la quiere dejar, entiende muy bien que es una casa cuna y que la perrita está de paso, de hecho, como el proceso normal es que se entregue en adopción y así lo exige Senasa, había hasta tres familias que la quieren.
De regreso
Para sorpresa de la casa donde esta la peludita, Senasa llamó para decir que debían devolverla a la casa de donde la sacaron por agresión. No dieron mayor explicación e incluso hasta amenazaron que si no la devolvían, habría hasta una demanda.
“Nadie se la quiere dejar, lo único que se busca es que Sofía vaya a una casa donde le den mucho cariño y la traten bien, sin que tenga que estar amarrada las 24 horas del día.
Senasa no explica por qué la perrita debe volver al lugar donde la agredían. Este 25 de agosto cuando consultamos con Senasa sobre el tema por la mañana, en la tarde nos respondieron que no tenían un vocero y que por eso nos podían ayudar hasta un día después a pesar de que informamos cuál era el caso del que queríamos hablar.
“Yo pagué todos los cuidados de Sofía desde que la sacaron de la casa en Alajuelita y Senasa debe devolverme esa plata, además de otros dineros, por eso todavía la tengo porque deben pagarme ya que no fue poco lo que puse de mi bolsa”, reconoce la persona.
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Hablamos con Johanna Picado, de la Asociación Voluntarios de Corazón, la cual se encarga de cuidar y darle amor a los peluditos maltratados o abandonados.
“Conozco perfectamente del caso. No entiendo por qué Senasa quiere devolver la perrita a la casa donde la agredían, eso nunca había pasado. Es difícil entender por qué en Sanasa no comprenden que Sofía puede quedar en peligro de agresión otra vez”, dice doña Johanna.