Al seminarista Rodolfo Redondo Redondo, de 22 años, le tocó salir en carrera del Seminario Nacional el pasado 16 de marzo y hasta este domingo 23 de agosto no ha vuelto, al igual que el resto de sus 141 compañeros. Todo por culpa del coronavirus.
Le tocó finalizar el primer semestre del año con clases virtuales y también irse a una parroquia para continuar con su proceso de formación sacerdotal.
Él es de Cartago, pero decidió irse a la parroquia San Juan de Dios de Upala, porque le dieron la oportunidad de elegir cualquier zona del país.
“Nunca había venido a Guanacaste, mucho menos a Upala. Ha sido un cambio total, el clima con su calor tan pesado por la humedad, me voy adaptando poco a poco.
“Salir del seminario para meternos en nuestras casas fue un cambio muy fuerte, nos afectó la forma de vivir a todos los seminaristas. Para muchos fue la primera experiencia de clases por Internet. Eso nos golpeó”, explica.
Rodolfo está totalmente convencido que los obispos “la pegaron” al decidir enviarlos a parroquias, en vez de que se quedaran en sus casas.
“La presencia del Santísimo reaviva el fuego, es un ambiente muy distinto al de la casa, hay acompañamiento sacerdotal y se tiene la iglesia o la capilla bien cerca para la oración.
“Compartir con sacerdotes ha sido fundamental para nuestro crecimiento, así como poder servirle a la comunidad. Una vez que ya volvieron a abrir los templos, uno siente un fuego lindo al ver a la gente como vuelve con muchas ganas a la misa. Realmente llegan ilusionados y participan con profunda fe en la eucaristía. Ha sido de lo más satisfactorio, estoy muy feliz”, asegura.
Las clases virtuales las recibe de 8:30 a.m. a 12:30 p.m.
Debe cumplir con las tareas que le dejan, además, de las nuevas asignaciones parroquiales y eso le encanta.
“Estamos aprendiendo a meternos más en la vida parroquial. Normalmente se va a parroquias solo los fines de semana, ahora hay más contacto, se vive más la relación con el pueblo”, concluyó.