“Tengo seis meses de estar confesando y no me he contagiado de nada, tampoco ninguno de los feligreses. ¡Vayan a confesarse sin ningún problema!” Con esta frase nos recibió el padre Germán Rodríguez Smith, prefecto de la catedral Metropolitana en San José.
Lo visitamos este martes porque esta Semana Santa será muy diferente, en lo que se refiere al sacramento de la reconciliación (confesión) a pesar de que seguimos con pandemia.
Hace un año, el 18 de marzo, se cerraron los templos y se suspendió la confesión debido al covid-19, pero desde setiembre anterior el ministerio de Salud aprobó un protocolo que permite las confesiones, por lo que el padre Rodríguez no desaprovecha ni un segundo.
Debido a lo anterior, cada persona debe preguntar en su iglesia el horario de atención para confesarse.
Cuando llegamos a la Catedral, a eso de las 11:45, le faltaban a la misa unos diez minutos para terminar, la estaba celebrando el padre Rodríguez, quien al finalizar nos atendió durante unos minuticos y después nos dijo: “Tengo que dejarlo es que se me quedaron como diez personas sin confesar antes de las once y les dije que me esperaran”.
Ahí estaban todos, esperándolo en silencio.
“Yo no dejo a ninguno sin atender. La confesión es uno de los sacramentos que más nos libera. Si uno como sacerdote quiere ver a su pueblo comulgando, entonces debe confesar.
“Entre la persona que se confiesa y el sacerdote hay una tela de doble capa y eso nos protege a ambos, además de toda la pared de madera de la estructura del confesionario”, explica el padrecito, quien es canónigo de la Catedral y tiene 60 años.
“Se debe ofrecer un horario específico y exclusivo para la atención de la confesión que permita recibir un número específico de personas, según el tamaño del templo y la cantidad de sacerdotes confesores, de modo que pueda guardarse la distancia de 180 centímetros y que el tiempo de espera no sea mayor a los treinta minutos.
“Se debe tener a disposición desinfectante con un contenido de alcohol del 60% como mínimo, para la higiene tanto del ministro como del penitente”, explica el protocolo aprobado.
Además, el protocolo aclara que el sacramento se dará a través de una mampara o pantalla acrílica que brinde protección sanitaria.
El sacerdote y quien se va a confesar deberán utilizar obligatoriamente cubrebocas (la careta será opcional, siempre junto al cubrebocas) durante todo el tiempo que estén dentro del templo, ya sea durante la espera como en la confesión.
La absolución sacramental se impartirá sin contacto físico durante la imposición de manos. Se desinfectará la mampara o pantalla acrílica, y el sitio de quien se confesó, después de cada confesión.
El padre Luis Aguilar de la diócesis de Limón, nos confirma que en esa provincia todas las iglesias ya tienen coordinados sus horarios para que nadie se quede sin confesarse, entendiendo que como la pandemia no termina, los cuidados higiénicos son totales.