Quienes babeaban esperando la reapertura de bares este fin de semana se llevaron un alegrón de burro: el alza en los casos de COVID-19 pospuso los planes.
Con los 68 casos de este jueves ya nos acercamos a los 2.000 contagios.
El ministro de Salud, Daniel Salas, considera muy riesgoso abrir estos lugares ahora porque la gente, ya con unas agüitas frescas adentro, puede olvidar las reglas de oro.
“Estamos en medio de una segunda ola pandémica y si tomamos en cuenta que en los bares se dan actividades de las más riesgosas, porque las personas pierden la noción de que estamos en una pandemia, no es prudente habilitarlos”, explicó Salas.
En el cronograma de “suavizamiento” que se había dado a conocer semanas atrás, la reapertura de bares estaba a partir del 20 de junio, solo entre semana y a media capacidad.
Esa posible reapertura había generado dos tipos de reacciones, gente muy feliz y otra preocupada.
En el segundo grupo están quienes creen que si algunas personas son duras para hacer caso en su sano juicio, con unos tamarindos entre pecho y espalda jamás respetarán la distancia de 1,8 metros, no estornudarán y toserán como se debe y olvidarán que no deben tocarse la cara.
Bueno, ya hay memes en redes sociales que retrataban esa posible realidad.
El ministro Salas había dicho el miércoles que al reabrir, cuando sea que pase, los establecimientos deben seguir las reglas de oro sí o sí.
Pero, ¿eerá eso posible después varias birras o tragos?
Le preguntamos a Lester Cruz, dueño del bar y restaurante La Carreta, en Alajuela.
“Es difícil, a la gente con tragos se le olvida eso. Hay negocios pequeñitos a los que llega mucha gente y es complicado. Si yo veo que me pasa dejo de venderle a esa persona y le explico por qué. Pero el lugar mío tiene más apariencia de restaurante y la clientela es más formal”.
La preocupación de muchas personas recuerda que hay lugares muy pequeños en los cuales es casi imposible guardar una distancia prudente.
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Cero reglas
La gente del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodepedencia (IAFA) se preocupó cuando oyó hablar de la reapertura de los bares. Recordaron que el licor es un desinhibidor (es decir, relaja mucho) y que estamos en mitad de una pandemia.
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“La persona bajo el consumo del alcohol pierde el control social, no es consciente de lo que pasa alrededor”, dijo Wendy Castro, coordinadora interina del Área Técnica del instituto.
Ella entiende que el comercio deba abrir en el algún momento y reconoce que el ministro ha sido responsable con los lineamientos, pero...
“Es preocupante el consumo excesivo y eso no se puede controlar. El licor no es un alimento, no genera salud y no sabemos si las personas serán conscientes o aceptan la responsabilidad”, opinó.
Ahora al menos la reapetura quedó para después.
Esteban García, una persona que visita bares, no veía como una buena idea abrir los bares en este tiempo. Cree que, ya animada por el guaro, la gente irrespetaría las medidas aunque un rato antes las tuviera claras.
“Cero protocolo, en esos ambientes se pierde. Cada uno está en la nota suya, entre más tome se pierde más la perspectiva y en lo que menos se va a pensar es en el bicho ese, en el COVID-19″, dijo.
Esteban cree que los dueños de los bares tampoco podrían estar todo el tiempo concentrados en el cumplimiento de las reglas puestas por Salud.
“Tienen tres meses de estar cerrados, no van a estar vigilantes para no echarse a la clientela encima. Se van a hacer los locos, tendría que haber mucho desorden para que llamen a las autoridades por alguien que incumple”, expresó García.
Claro, más allá de la situación social y de esparcimiento que muchos reclaman existe un asunto de plata y de necesidades. Hay muchas personas que llevan tres meses sin ingresos y esperan la reapertura de bares y de cantinas para volver a trabajar, como le pasa a Harlem Díaz, empleado del bar Polos, en El Llano de Alajuela.
A él no le ha faltado nada porque los dueños le dijeron que se hacían cargo de algunas cositas y que en el momento que pudieran abrir, lo harían y le mantendrían el bretecito. Ahora cuenta los días para el regreso.
“Estoy desempleado porque tampoco se podía buscar trabajo en esta situación, a nadie le dan. La gente a la que le trabajo me ayudó y yo estuve haciendo comidita en la casa para solventar los gastos”, contó Harlem, quien --con toda razón-- está muy agradecido con sus patronos.