A la una de la tarde de este viernes 30 de octubre, Rubén Arguedas Núñez, conocido como “El Flaco de la pizarra”, llegará por última vez a la Junta de Protección Social para despedirse de sus compañeros, pues se acogerá a su pensión.
Durante 12 años, don Rubén fue el amo y señor de la pizarra en la cual se anotaban todos los sorteos de chances y lotería. Llegó a ese puesto porque necesitaban a alguien que le llegara a las pizarras y como don Rubén es más largo que silbido de lechero cayó a la perfección (mide 1,88 metros). Además, sus números parecía que los hacía con un molde y eso que era a mano alzada.
Don Rubén llegó en 1984 a la Junta a cubrir una plaza de seguridad por tres años, luego pasó al Departamento de Loterías, donde lo mandaron a la pizarra, labor que realizó antes del 2003, ya que en ese año llegaron las pizarras electrónicas.
Doce gordos navideños pasaron por la tiza que usó este quepeño, quien vivió en Alajuelita y ahora radica en Desamparados. Él también cantó cinco gordos, ya que después de la pizarra lo pusieron a cantar en la tómbola de las series porque es la más grande y su estatura es perfecta para darle vueltas a esa barrigona.
“Dentro de las anécdotas recuerdo que en una ocasión un compañero quería jugar el 59, pero por error le dieron el 39 con la serie 180, pero él devolvió los cinco pedacitos porque no fue lo que pidió. Ese 39 con la 180 fue el gordo… ¡se imagina!”, comentó.
No le ha ido mal con la suerte y dice que se lo debe a su mamá, doña Magdalena Núñez (ya fallecida), quien lo bendijo en momentos en que estuvo en una crisis económica.
"El trabajo en la pizarra requería un cien por ciento de concentración, solo en una ocasión me equivoqué en una serie, pero casi al instante uno de los abogados me lo hizo notar. Todos los martes, viernes y domingos, lo mío era escribir la suerte.
"Yo amé ese trabajo, amo trabajar en la Junta, tuve que haberme pensionado hace siete años, pero por amor a lo que hago seguí. Agradezco a la Junta porque mis jefes siempre fueron excelentes conmigo, también todos mis compañeros.
“Sin pensarlo dos veces le puedo decir que bien puedo seguir hasta los 70 años (tiene 68), pero el covid-19 complicó todo y mejor digo adiós, sin embargo, me duele dejar el trabajo que tanto he amado”, nos comentó con nostalgia en una sodita frente al edificio de la Junta en San José, el pasado jueves 29 de octubre.
Don Rubén está casado con doña María Esther González y nos asegura que cambiará los chances y la lotería por el fútbol, porque tiene años de tener la escuela de fútbol de Concepción de Alajuelita, pues en 1988 sacó su primer título de entrenador de fútbol.
“Nadie se va a poder dar el lujo que yo me di en mi trabajo: acomodar las bolitas, anotar en la pizarra y cantar los números, eso solo yo lo hice”, concluyó con mucho orgullo.