El Desfile de las Rosas se realizará en Pasadena, California, Estados Unidos, el próximo 1 de enero del 2024 y participará la Banda Municipal de Zarcero, la única de Latinoamérica presente en el evento.
Debido a esa participación, desde hace muchos meses dos hermanas le ayudan a la abuelita a cocinar para ganarse una platica extra que les ayude a ajustar lo que necesitan para viajar a California.
Sofía (19 años) e Indira (22 años) Leal Mora viven en el barrio Panamá, en Santa Cruz de Guanacaste. Ambas están en la sección de vientos de la Banda Municipal de Zarcero, en la que Sofía toca la flauta traversa e Indira el saxofón alto.
Sofi estudia Dirección de Negocios en la sede de Liberia de la Universidad de Costa Rica e Indira, Terapia Física en la sede de Santa Cruz, de la Universidad Latina.
Como el viaje a Estados Unidos cuesta tamaño poco de dólares entre pasajes, hospedaje y otros gastos, las hermanas sabían que tenían que echarle el hombro a los papás, quienes hacen un esfuerzo económico para cumplir el sueño de sus hijas.
Resulta que su abuela, doña Miriam Díaz tiene un emprendimiento que se llama Industrias El Molino, en el que hace comidas típicas guanacastecas para vender. Ella tiene más de 30 años con el negocito y desde el año pasado les abrió las puertas a sus nietas para que se ganaran una platica extra.
Chicheme y mazamorra
“Colaboramos con mi abuelita cada vez que se puede porque eso nos ayuda a recoger dinero. Nosotras llegamos o ella nos llama. Picamos olores, alistamos los utensilios de cocina, armamos los productos, empacamos.
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“Mi abuela hace gallina achiotada, rosquillas, empanadas, tanelas, mazamorra, chicheme, en fin, todo lo que sea cocina guanacasteca. Todavía yo no cocino como ella, pero ahí vamos ayudando en lo que se pueda”, explica Sofía.
“Cuando comenzó este sueño de ir al Desfile de las Rosas en verdad que lo veíamos muy largo, al principio pensamos que no por los altos costos, pero cada día que pasa se ve cada vez más cerca.
“Nuestros papás ayudan económicamente y nosotras aportamos. No solo el dinero de ayudar a abuelita ajustamos, también hemos hecho por aparte ventas de comida santacruceña en diferentes actividades y eso nos sirvió para aumentar un poquito el ahorro”, explicó Indira.
Sofía recordó que al entrar al Liceo de Santa Cruz, en donde hizo primero y segundo año, escuchó a un grupo de músicos y decidió que debía tocar un instrumento. Comenzó con el clarinete, pero cuando escuchó la flauta traversa, se enamoró a primer oído.
“Mi papá me compró la flauta y un amigo me enseñó lo básico. Aprendí mucho viendo videos en YouTube. Ingresé a la Etapa Básica de Música en la sede de la UCR en Santa Cruz y ahí aprendí a leer música. Para tercer año me pasé al Colegio Técnico Profesional de Santa Cruz y me metí de inmediato en la banda”, recordó Sofía.
En el caso de Indira, su amor por el saxofón nació en el 2016, también estando en el colegio.
“No hay músicos en mi casa, fuimos las primeras. Tengo unos amigos músicos en el Liceo de Santa Cruz que me motivaron a tocar un instrumento, la profe de música (Kattia Guadamuz) me comenzó a enseñar flauta, pero no me gustó y después me puso a probar con el saxofón y ahí sí. Después aprendí a tocar flauta, pero me enamoré del saxo”, aseguró.
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Gran esfuerzo
Doña Patricia Mora Díaz y don Javier Leal Dinarte, son los papás y principales patrocinadores del sueño de sus hijas. Don Javier está superfeliz de ver el gran esfuerzo que ellas hacen por lograr un objetivo en la vida, ya que les ha enseñado que en la vida nada llega regalado y que con esfuerzo se logran las cosas.
Ya las hermanas tienen 14 meses en la banda zarcereña y tras estudiar toda la semana, ayudarle a la abuelita en muchas ocasiones, les toca viajar los domingos hasta Zarcero para ensayos de ocho horas.
Doña Patricia lleva almuercito para todos porque están ahorrando al máximo y cada colón cuenta para el viaje.
Tras el fatal accidente en Cambronero, en setiembre del año pasado, en el cual fallecieron nueve personas y otras 37 resultaron heridas, la familia tuvo que viajar por Bijagua de Upala, una ruta más larga y por eso salían de Santa Cruz a la una de la mañana, todos los domingos.
“Ese esfuerzo es bueno, eso de levantarse temprano, acostarse bien tarde y bien cansadas, les hace entender que lo bueno de la vida necesita su esfuerzo. Es posible que estén presentes en el Desfile de las Rosas, serán momentos muy felices para toda la familia y ellas siempre recordarán que tuvieron que esforzarse al máximo para lograrlo”, explica don Javier.
Doña Miriam, la abuelita, nos confirmó que ella no viajará, verá el Desfile por televisión porque le tiene horror a los aviones, pero sí disfrutará al máximo ver a sus nietas el primero de enero y por eso será la primera que se levante a disfrutar del evento.