El fallecimiento del primer sacerdote en Costa Rica a causa del covid-19 puso en la palestra que no solo los funcionarios de la salud están en la primera fila de batalla en esta pandemia.
El cura Jorge Pacheco Romero de la parroquia San Juan Bautista, en Tibás, murió el pasado domingo debido a serias complicaciones de salud por el virus. Era una persona muy querida, tanto por los fieles de su comunidad como por sus alumnos, ya que también trabajaba como profesor universitario.
En España unos 70 sacerdotes han muerto durante esta pandemia, 69 en Italia y 34 en México, por mencionar algunos ejemplos.
Además en Costa Rica nueve sacerdotes han dado positivo de covid-19 en la Arquidiócesis de San José.
A inicios de julio, el fraile Óscar González Villalobos, de la parroquia Santa Marta, en Ciudad Neily, al sur del país, fue a darle la unción a un enfermo en un hospital y después de eso dio positivo a covid-19.
El sacerdote sufrió graves síntomas de tos, ahogo y fiebres altísimas y esa ruda experiencia la relató en una entrevista a Radio Sinaí.
“Fui a poner una unción al hospital y salí positivo a covid. Estuve con síntomas muy serios. Hay un antes y un después, no es lo mismo ver la pandemia desde afuera que desde adentro. Yo no andaba en fiestas ni visitando casas, yo no estaba rompiendo la burbuja, fue un trabajo pastoral determinado donde quedé contagiado.
“Pero uno ve la fragilidad y constata lo que ya por fe uno dice: todo está en manos de Dios. Uno constata que no somos nada, no somos nadie, todo está en sus manos. Y solo de esa manera, desde esa perspectiva, uno va saliendo adelante”, dijo el fraile en la entrevista.
En el frente de batalla
Carlos Humberto Abarca, sacerdote de San Francisco de Dos Ríos, dijo que la muerte del padre Jorge les dolió mucho, pues era un compañero muy bondadoso y quien mostraba siempre alegría en su corazón y expresión.
No obstante, destacó que ese lamentable hecho no los hace echarse para atrás.
“Miedo no tenemos, nada más tenemos que cuidarnos. Si tenemos que ir a ver a un grupo de hermanos con covid-19, vamos. Estamos siempre listos, como dicen los boys scout, para servir. Porque nuestra vida es un servicio, como dice Jesús, el que quiera seguirme, que tome su cruz y me siga.
“Tenemos disponibilidad en lo próspero, en lo adverso, en la salud y en la enfermedad”, comentó Abarca.
El padre Carlos Humberto explicó que se han tomado acciones y protocolos para llevar a cabo ciertos sacramentos.
Hay un rito especial para poner el óleo a los enfermos, se debe ir con mascarilla y demás implementos de protección y se le pasa el aceite de la unción a la persona con un algodón, el cual se utiliza una sola vez y luego se quema. Ya no se pasa por las manos, solo por la frente.
El sacerdote Alejadro Sandí, cura párroco de la Parroquia San Miguel Arcángel, en San Miguel de Desamparados, comentó que aún no le ha tocado estar cerca de un paciente con el virus o efectuar algún funeral, pero aseguró que miedo no tiene.
Sandí lamentó que esta enfermedad se ha satanizado.
“Son como los leprosos del evangelio, por eso no se divulgan nombres ni direcciones de los pacientes. Triste y lamentablemente la satanizamos y en algunas comunidades hasta apartan al vecino que tiene la covid”, criticó.
Sandí ha dado acompañamiento a familiares de fallecidos, pues asegura que para ellos también ha sido muy difícil sobrellevar el duelo, por la forma en que se deben manipular los cuerpos.
“La pérdida de un ser querido por esta enfermedad hace que vivan incertidumbre, los golpea el hecho de no estar durante esos días con el ser querido en el hospital, vivir el duelo de una manera muy diferente a la que estamos acostumbrados, con un funeral distinto.
“Eso ha hecho que les cueste cerrar esa etapa. Ahí es donde entra Dios y el consuelo”, comentó Sandí.
Adelante
El padre Luis Alberto Aguilar, de la parroquia Inmaculada Concepcion de María, en Guácimo de Limón, aseguró que la premisa fundamental con la que parten es que el Señor dijo en el Evangelio de San Juan que el pastor debe dar la vida por sus ovejas.
“Si nos pidieran atender una persona con covid, obviamente lo haríamos con todos los protocolos y equipo de protección necesarios. Es nuestro llamado, nuestra invitación y nuestra tarea fundamental.
“Al día de hoy lo que hemos atendido son personas con orden sanitaria en sus casas, y cuando alguna de estas personas requiere ayuda económica, pues le atendemos con asistencia”, comentó el padre.
Nueve en la lista
En la Arquidiócesis de San José se reportan nueve sacerdotes que han sufrido covid-19, de los cuales seis están recuperados, uno falleció y dos siguen con el virus activo, pero con síntomas leves.
Dicha arquidiócesis cubre 110 parroquias de San José, Heredia y La Unión, en Cartago, para un total de 273 sacerdotes.
“Desde el inicio de la pandemia, la iglesia católica ha buscado colaborar en todo este proceso, principalmente pensando en la salud y vida de las personas, por eso cuando se habló de una apertura gradual de los templos, se hizo un protocolo que se ha cumplido.
“No se puede decir que estos casos se deban al incumplimiento”, aseguró monseñor Daniel Blanco, obispo auxiliar de la arquidiócesis.
Cuesta llenar cupos
Desde que se reabrieron las iglesias con un cupo de 75 personas por misa, se reportan parroquias donde aún no se logra que llegue esta cantidad de feligreses.
Blanco aseguró que en algunos sitios se llena el cupo, mientras que en otros no.
El padre Carlos Abarca piensa que mucha gente ya se acostumbró a ver la misa por Facebook y también influye que como no se pueden llevar chiquitos, los papás no tienen con quién dejarlos.
“No siento que sea miedo. Incluso hemos hecho un reclamo a quienes están en grupos pastorales o movimientos, que por qué no vienen. El domingo pasado llegaron 48 y la misa de las 8 a.m. la quitamos porque solo llegaban 10 o 15 personas.
“Miedo no creo porque la gente va la feria del agricultor como si nada, llenan buses, supermercados, hacen mandados, la avenida central parece una corrida de toros”, reclamó Abarca.
El sacerdote Alejandro Sandí dijo que ellos tienen una moderna plataforma digital para reservar espacio en la página de la parroquia, mandan por WhatsApp un código QR y cuando el feligrés llega a la misa, se escanea el código, se le toma la temperatura , se lava las manos y los zapatos pasan por una alfombra especial. A pesar de eso siguen llegando poquitas personas.
Pero esta situación no los arruga. Ellos siguen celebrando matrimonios y bautizos con todos los protocolos. Las confesiones se realizan con distancia, en un lugar más abierto, como las oficinas parroquiales, con acrílicos de protección. La imposición en la cabeza se hace a la distancia.
Incluso ya vienen las primeras comuniones, pero en esta oportunidad solo podrá ir el niño y los papás.