La vida del padre Emilio Montes de Oca Cordero se apagó debido al covid-19 este martes en el hospital Calderón Guardia, minutos después de las 11 de la mañana, justo cuando sus familiares se preparaban para darle el último adiós a doña Isabel Cordero, mamá del religioso.
Ella también se contagió de coronavirus, pero según dijeron algunos conocidos, el virus no le dio tan fuerte porque ya estaba vacunada; sin embargo, días después de haberlo superado, su salud se complicó por otros padecimientos y tuvieron que internarla. Pese al esfuerzo de los médicos, doña Isabel falleció.
La situación de la familia es muy complicada, ya que dos hermanos del cura están internados por covid. Se trata de Fausto, quien está en el hospital Calderón Guardia, y Flora, que está en el hospital México.
Hay otra hermana, llamada Gabriela, que también está contagiada, pero se encuentra aislada en casa.
La noticia de la muerte del religioso, de 57 años, ha causado mucho dolor en los fieles que compartieron con él durante su vida y también en sus colegas sacerdotes.
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Amigos desde el cole
El cura Marvin Benavides, párroco de la iglesia de Guadalupe, dice que siente que perdió a un hermano.
“Lo conocí cuando estaba en el colegio, yo me llevaba muy bien con un hermano de él, que se llama Mauricio, y luego también me hice amigo de Emilio, porque iba mucho a la casa de ellos a estudiar.
“Por esa relación cercana que tuve con la familia de él, pude conocer a doña Isabel, la mamá de Emilio, y a don Fausto, el papá, quien murió ya hace años. Estuve presente en el funeral de doña Isabel (este martes a las 11:30 a.m. en la iglesia Don Bosco), monseñor José Rafael Quirós me pidió que predicara, fue una ceremonia muy especial y espiritual”, contó.
El padre Marvin dice que la mamá de su amigo siempre fue una mujer cariñosa, amable y entregada a sus hijos, además de un ejemplo de fe.
“Emilio heredó muchas cosas buenas de su mamá, él siempre fue alegre. Entramos juntos al seminario en el año 1982 y nos ordenamos en 1987, después de eso él se fue para la diócesis de Tilarán y estuvo en varias parroquias por allá. Recuerdo que estuvo en Cañas, en El Roble de Puntarenas, también en la parroquia del centro de Puntarenas, ahora estaba de nuevo en San José, estuvo en la parroquia de La Soledad y en la del Perpetuo Socorro (en La Sabana)”, contó.
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Trabajó con los jóvenes
El cura Emilio siempre se destacó por ser muy enérgico y por trabajar de lleno con la juventud, ese era uno de sus fuertes.
“Disfrutaba mucho los encuentros de promoción juvenil y también las jornadas de vida cristiana, porque decía que ayudaban a cambiar vidas”, dijo su amigo.
El sacerdote Carlos Humberto Rojas coincide en que su compañero era muy entregado a los fieles y que amaba su vocación.
“Mientras estuvo aquí en la parroquia de La Soledad, me di cuenta que era una persona muy sensible, siempre estaba cerca de los fieles más necesitados, él sabía ganarse el cariño de su gente. Lo conocí cuando los dos dos estábamos en el seminario y siempre tuvo liderazgo”, recordó.
El cura aprovechó para hacer un llamado a la reflexión sobre la importancia de protegerse del covid-19.
“Es urgente que todos respetemos las medidas sanitarias, hay que tomar esta pandemia en serio, luchando juntos y de la mano de los protocolos sanitarios, vamos a salir adelante, pero tenemos que hacer un esfuerzo”, aseguró.