Juan Carlos Padilla lleva muchos años haciendo la romería, pero los últimos siete han sido muy particulares, ya que ha caminado llevando un enorme crucifijo.
Por eso es común que llame la atención cuando pasa por donde hay grupos de personas, pero él cuenta que va tan concentrado que casi no pone atención a eso.
El devoto es vecino de Desamparados y este domingo hizo la peregrinación agradeciendo a la Virgen de Los Ángeles por dos favores que le concedió, que son muy especiales para él.
“Salí a las 5:30 de la mañana y me gusta traer el crucifijo, es algo importante para mí. Vine porque siempre hay mucho por qué agradecerle a la Virgencita, pero lo que más me motiva es que mi abuelita, Mireya Picado, a la que veo como mi mamá, hace unos años tuvo cáncer de mama y la Negrita la curó. Y el año pasado mi hermana Indira Zúñiga tuvo un tumor en la columna, los médicos dijeron que iba a quedar sin caminar y gracias a la fe en el Virgen de Los Ángeles quedó muy bien y puede caminar.
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“También vengo a dar gracias por la vida, por el trabajo, la salud, por tantas bendiciones que tengo. Siempre vengo solo, hoy no tomé agua ni me comí nada en el camino porque venía concentrado en llegar rápido, tengo dolor de pies, pero gracias a Dios llegué hasta la basílica que era la meta”, contó el romero.
Al preguntarle a Juan Carlos la historia del crucifijo, dijo que lo obtuvo hace siete años en un viaje que hizo a San Carlos, y decidió llevarlo siempre a la romería.
“Le prometí a la Virgencita que siempre que viniera a verla lo iba a traer y hasta el momento he cumplido, no es muy pesado, pero si es incómodo venirlo cargando todo el camino. Claro que sería más fácil venir con las manos libres, sin ese peso extra; sin embargo, es parte del sacrificio y la fe que me hace venir cada año.
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“La gente a veces se queda extrañada de verme con el crucifijo, pero es mi promesa y significa mucho para mí, aquí estoy y estaré hasta que Dios quiera con mi crucifijo en cada romería”, concluyó.
Normalmente el crucifijo está en un lugar especial en el cuarto de doña Mireya, pero ya todos en la casa saben que, cada año, la significativa imagen visita la casa de la Negrita.