Una fe inquebrantable se apoderó de doña Felicita Barrera, quien no puso peros para volver a hacer la romería hacia la basílica de los Ángeles.
Este domingo, Barrera fue una de las 20 personas que se apuntaron a hacer este tradicional recorrido hacia los pies de la Negrita en silla de ruedas, saliendo de Taras de Cartago. Ella llegó a la cita con su hijo Minor, quien se enteró de la actividad en una publicación de La Teja y no dudó para llevar a su madre.
Doña Felicita tiene 71 años y en años anteriores hizo la romería caminando, pero desde hace poco más de tres años no puede caminar largas distancias, debido a que tuvo un reemplazo en ambas rodillas y para salir de casa o ir a lugares lejanos debe movilizarse con la sillita.
“Comencé a tener problemas para caminar, fui perdiendo la movilidad en las rodillas y luego de unas radiografías se determinó que debían hacerme el reemplazo. Ahora tengo unos metales en las rodillas.
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“He venido en carro a la basílica, pero hoy (domingo) vengo a pedirle a la Virgencita que interceda por mí, porque quisiera que me hiciera el milagro de caminar solita otra vez”, dijo esta vecina de Montes de Oca.
Minor contó que su mamá se entusiasmaba cada vez que veía, en los medios de comunicación, a los romeros llegar a Cartago, y estaba muy ilusionada por volver a hacer ese recorrido de fe.
“No habíamos tenido la oportunidad de traerla, por un tema de seguridad. Ahora que vi esta iniciativa de don José, me comuniqué con él y nos pusimos de acuerdo para que viniera.
“Antes del reemplazo en las rodillas, ella hacía todo con normalidad. En la casa puede caminar poquito, usa una baranda, pero hay distancias largas que no puede recorrer. Para ella ha sido difícil, pero cuenta con el apoyo de la familia y a veces se levanta y cocina y lava, porque le gusta tener todo bajo control y nos demuestra que es una mujer valiente”, dijo su hijo.
“Pedir por mi hija”
Personas de Cartago, Zapote, Guácimo y Guápiles participaron en esta travesía que organiza don José Astúa y su esposa Nubia Jaime desde el 2004. Esta pareja contó con el apoyo de sus hijos y nietos, así como de amigos para organizar la romería y que la actividad fuera un éxito. En total asistieron unas 60 personas.
Todos los romeros y sus acompañantes estaban citados para las 8 a.m. en el salón comunal de Taras. Allí fueron recibidos con un buen gallo pinto. La romería comenzó a eso de las 9:50 a.m. Era un grupo modesto, pero cada uno de sus peregrinos iban con el corazón lleno de fe y con ganas de acercarse a los pies de la Negrita para agradecer y pedir su interseción para diferentes favores.
Patricia Peraza llegó a Cartago desde La Selva de Guácimo, en Limón. Ella acudía por segunda vez a la romería, primera vez acompañando a su hija Jennifer, quien tiene parálisis cerebral.
“Un compañero del grupo de recreación de mi hija nos contó que Pablo Astúa (hermano de don José) estaba organizando un grupo que saliera de Guápiles y nos apuntamos, hace como un mes y medio.
“Una de mis hermanas hizo una romería cuando mi bebé tenía un año y ya está cerca de cumplir los 24. Es algo diferente, estoy muy contenta con la experiencia, porque vine a pedirle a la Virgen por la salud de mi hija y de las personas que conocemos”, afirmó.
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Patricia afirmó, con un nudo en la garganta, que cuando su hija nació tuvo varias convulsiones y eso le provocó la parálisis cerebral. Desde entonces se dedica por completo al cuido de Jennifer.
“Yo le comenté que veníamos para acá y me preguntó que qué era una romería, porque no sabía de la actividad y me dijo que sí quería hacerla. Su crianza no ha sido fácil, todos los papás queremos que nuestros hijos nazcan sanos, pero Dios sabe el propósito.
“Mi hija no es una carga, es una bendición. Yo vengo a pedirle a la Virgen que me dé fuerzas, para seguir con mi hija hasta donde Dios quiera”, expresó.
Mario Enrique Mora ya ha asistido a la romería en años anteriores. Este vecino de Zapote dijo que para él, participar en una tradición como esta es una experiencia única.
“Lo que más me gusta es cuando llegamos a la basílica, se siente una emoción tan grande, es indescriptible. Vengo para darle gracias a Dios por la salud, por todo.
“Yo estoy en silla de ruedas desde que tengo 6 años, porque me faltó desarrollar los tendones de las piernas, pero eso no me imposibilita vivir la vida y agradecer por las bendiciones que recibo día con día”, destacó este feligrés de 51 años.
Espacio seguro
Pedro Ureña, su esposa Ana Yancy, sus hijos Lady y Dilan y su sobrina Melany también cruzaron el Caribe para mostrarle a la Virgencita su fervor y agradecimiento.
Esta familia vive en Guápiles centro y aunque hace poco fueron a visitar a la patrona de Costa Rica, no quisieron perder la oportunidad de hacer la romería.
“Soy de Cartago y en otros años hice la romería, pero supe del grupo hace unos años y ahora hacemos la caminata con ellos, porque para las personas con discapacidad es un espacio seguro.
“En mi caso tengo discapacidad visual y mi esposa discapacidad visual y auditiva. Venimos acá para pedirle a las Virgen por una serie de necesidades que tiene la familia y también, como fieles católicos, rendirle homenaje a nuestra madre”, aseguró.
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Eran las 11 de la mañana cuando los romeros llegaron a la iglesia brumosa. Fueron recibidos en la plazoleta del templo con un refrigerio y esperaron un rato, mientras terminaba la misa, para poder entrar al templo y ofrecer ante la Virgencita sus diferentes intenciones.
“Esta romería dejamos de hacerla por unos 3 años, por la pandemia y porque el año pasado nos enfermamos de covid. Para nosotros, esto es muy fácil, porque no lo hacemos por ego, nos gusta servir, desde hace años ayudamos a personas con discapacidad y lo vemos natural.
“Dios proveé, cuando deseamos servir. La gente nos pregunta cómo hacemos para calcular la comida, pero no sabemos, porque siempre alcanza. Hoy (domingo) no conocíamos a algunos de los participantes, pero cuando los vimos nos familiarizamos muy rápido con ellos y fue muy bonito, me encantó ver que algunos romeros salen llorando, ninguno viene aburrido en el camino, todo es una bendición de Dios”, expresó.