Un chancero de Alajuela y otro de Coronado se encargaron de vender el segundo acumulado más grande en la historia del juego Lotto, correspondiente a ¢247,3 millones. Ellos son: Geovanni Guadamuz, quien tiene su puesto en Dulce Nombre de "Coro" y Olman Soto, más conocido como Doberman, quien bretea en el centro de Alajuela.
Para ellos es algo normal repartir la suerte, porque ya ni se acuerdan cuántas veces han vendido el mayor de la lotería, son unos lecheros consolidados, para ellos alegrar familias es ya una tradición.
Los dos vendedores recordaron que la suerte le llegó a un cliente gracias a un gallo tapado y les alegra mucho haber podido convertir a dos personas ilusionadas en nuevos felices millonarios, sobre todo porque cada uno se echó a la bolsa ¢123.650.000.
El máximo acumulado en la historia de Lotto ha sido de ¢250 millones en diciembre del 2015, cuando se lo llevó una sola persona. Luego ha caído un premiezote de ¢234 millones en julio del 2016 y que también fue para un solo ganador.
El platal del miércoles pasado fue el primer premio grande que se reparte en más de un ganador.
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Dóberman es un agüizote
Si usted pregunta por don Olman Soto en el centro de Alajuela casi nadie sabe quién es, pero si pregunta por Dóberman, todo el mundo lo manda donde este vendedor de lotería que es un lechero confirmado. Con 35 años de vender lotería, tiene su tramito al costado noreste del mercado alajuelense.
Es tan suertudo que asegura no recordar cuántas veces vendió el mayor de la navideña, el de los chances y el de la lotería. El de Lotto lo vendió por primera vez el pasado miércoles, confirmando que es un jalador de suerte, por eso la gente lo busca.
“Muchas personas vienen y me dicen, en el caso de los chances y de la lotería, que yo les escoja el número, porque tengo mucha suerte. Me tienen fe y eso se agradece”, comentó Soto, quien recordó que antes el que pegaba le llegaba a dejar un cariñito, pero ahora los nuevos millonarios se hacen los rusos.
“Lo pongo siempre en manos de Dios, todo lo que hago, solo Él sabe a quién le lleva la suerte, porque no ni me doy cuenta a quien le cayó la bendición. Cuando uno vende un premio grande la gente se desaparece, aunque sea un cliente", comentó Dóberman.
Este manudo cree que el que pega es porque realmente le tocaba.
"Pegar un número en lotería es difícil, ahora pegar cinco números es mucho más difícil. Para la suerte no hay recetas ni agüizotes, hay que tener fe, si no tiene fe mejor que ni juegue”, indicó este manudo que para este gran acumulado dice que vendió un poco más de cuatro mil tiquetes de Lotto, lo que significa una ganancia superior a los ¢250 mil.
Gran breteada
Don Geovanni Guadamuz tiene su puesto en Dulce Nombre de Coronado, 200 al norte del liceo Hernán Zamora. Es chancero desde hace cuatro años y afirma que ha vendido tres veces el número del mayor de la lotería. El pasado miércoles debutó con Lotto, logrando que un cliente se ganara ¢123,6 millones.
Le encanta repartir suerte y saber que la gente que siempre le compra se vuelve millonaria de la noche a la mañana. Este guadalupano también vendió hace dos años el mayor de la lotería navideña. Hasta la fecha lleva como 60 premios grandes de lotería.
“La mayoría de la gente compra gallo tapado, son muy pocos los que le piden a uno los números. Vender el premio mayor de la lotería y un muy buen premio de Lotto me alegra mucho, debe ser porque vendo con alegría”, afirmó don Geovanni, quien pese a haber sido asaltado dos veces con pistola, no ha perdido la motivación de abrir cada mañana su negocio.
Según don Geovanni, aquella tradición de que quien pega va y le agradece al que se lo vendió regalándole alguito de plata ya se perdió, al menos en Coronado.
Jamás olvidará la breteada del pasado miércoles, porque con la loquera de los ¢247,3 millones en el acumulado, hizo una venta loca de Lotto de más de dos mil tiquetes. Don Geovanni abre de 8 de la mañana a las 6:30 de la tarde, eso significa que pasó toda la jornada vendiendo como 215 tiquetes por hora, solo el miércoles tuvo una ganancia de ¢77 mil.
“Fue de locos, jamás había vendido tanta Lotto en mis cuatro años y eso que me tocó la venta del 2015 con el máximo acumulado de 250 millones (de colones), el miércoles pude medio comerme un “sanguchito” como a las tres de la tarde, la gente hacía fila para comprar, fue una venta salvaje”, recordó don Geovanni.
¿Gallo tapado?
Don Jaime Barrantes vendió lotería en Alajuela durante 50 años (ahora está pensionado) y don Claudio Madrigal, gerente de producción y comercialización de la Junta de Protección Social, recordaron lo mismo, que la frase gallo tapado nació en las peleas de gallos.
Don Claudio recordó que dependiendo de si se el gallo se veía bien macuco o muy fifiriche, así se hacían las apuestas. Había combates en que no se enseñaba el gallo, eran apuestas con el gallo tapado (lo metían dentro de un saco de gangoche), o sea, se apostaba dejando todo en manos de la diosa fortuna, porque podía ser que ese gallo tapado fuese un inútil para la pelea, también pasaba que el gallo tapado salía buenísimo… todo era cuestión de suerte.
Poco a poco los peleadores de gallos y los que asistían a esas peleas, comenzaron a pedir su lotería de gallo tapado, o sea, sin ver el número, dejando todo en manos de la suerte y así se fue haciendo popular la frase.