Para Liberia y todo Guanacaste se llama Pellejo e’ lora, por eso, solo unos cuantos le dicen Rafael Ángel Zúñiga Méndez. Es retahilero, también el San Nicolás liberiano en diciembre, trabajó en el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, alistó toros en las fiestas cívicas y casi siempre le da por asustar en las calles. Ahora lucha para que el folclore nacional no pierda la batalla con los jóvenes que hoy día pasan metidos en el celular.
A Pellejo e’ lora lo encontramos en medio de las lágrimas, el pasado 21 de julio, cuando para conmemorar el 198 aniversario de la anexión del partido de Nicoya a Costa Rica, la Universidad Nacional (Campus Liberia), develó un cuadro con su rostro, el cual estará colgado en el aula 17 del Campus Liberia. Ese reconocimiento le llegó al corazón.
Este retahilero de nacimiento y enamorado del folclore por pasión, nació el 17 de diciembre de 1951 en Quepos, pero como inmediatamente él aclara, a los tres meses de nacido se lo llevaron para Liberia, por eso se considera un liberiano de la pura cepa, lo del nacimiento lejos de tierras liberianas queda en una pura anécdota.
Muy convencido nos dice que el retahilero nace, por eso recuerda que desde que comenzó la escuela demostró que lo suyo era el amor por su cultura y el contar historias, así como la poesía con el mejor de los sabores del mundo, el liberiano: cuando se junta la poesía con la sazón liberiana lo que resulta es una sabrosona sopa llamada retahíla y Pellejo e’ lora es uno de los mejores exponentes de esa cuchara guanacasteca.
Le hicimos algunas preguntas a ese personaje a quien, aunque usted no lo crea, bien chiquillo no le decían Pellejo e’ lora, eso fue después de los siete años, antes, le decían Canfinera porque siempre tenía una lámpara que le ayudaba a alumbrar los cangrejos, camarones y guapotes que sacaba del río Liberia.
¿Qué hay de Pellejito (como también le dicen de cariño) por estos días?
Ya estoy pensionado. Trabajé 32 años en el Mopt. Ahora tengo más tiempo para enseñarles a los más jóvenes las seis clases de folclore que tiene Costa Rica: poético, narrativo, lingüístico, mágico, ergológico (estudio de la cultura de los oficios de un pueblo) y social.
¿En dónde acomoda su retahíla?
La retahíla como tal se acomoda en lo poético, es prima hermana de la poesía.
¿Desde siempre solo hizo retahíla?
Qué va. Trabajé con sabaneros, ahí aprendí las mañas de ellos, también fui cachimbero ¿sabe usted que es un cachimbero? Es el ayudante de cocina.
¿Ha crecido la cantidad de retahileros en Guanacaste?
Dolorosamente tengo que decirle que no. Siento y veo cómo la tecnología está matando al folclore. Solamente para estos días del 25 de julio, de la Anexión, se acuerdan de los guanacastecos.
¿Por qué dice que la tecnología está matando al folclore?
Tengo más de 15 años de compartir mis retahílas con los jóvenes y compruebo como se alejan del folclore debido al celular, no pueden vivir sin ese aparato. Con mis retahílas peleo contra el vicio del celular, pero voy perdiendo.
Si yo tuviera poder en el gobierno, le diría a la ministra de Educación actual que meta una materia más, obligatoria eso sí, en la cual se estudien los seis tipos de folclore que hay en el país. Que se estudien nuestras raíces a profundidad para no olvidarnos de ellas porque quien se olvida de sus raíces pierde su rumbo.
¿Cómo se topa a la esencia guanacasteca este 198 aniversario de la anexión del partido de Nicoya?
Repito. La bulla solo se hace en ciertas fechas y eso va agrietando la esencia guanacasteca nacional, nos distancia. Las raíces guanacastecas deberían permanecer profundas y firmes todos los días del año. Usted verá, pasado el escándalo del 25 de julio, todos se van y la gran mayoría vuelve hasta el otro año.
¿Cuántos años de casado?
Con doña Ana Lorena Reyes Ruiz ya tengo 50 años de casado, una hija (Hilka) y dos nietos.
¿Qué sintió cuando vio su rostro en el cuadro durante el homenaje?
Lloré. Siento que este homenaje significa que mis palabras realmente llegan. Ojalá mi retahíla no se olvide nunca, así como la de todos los retahileros del país. Mi lucha es que, por medio de retahílas, cuentos, historias y bombas, permanezca viva y fresca la esencia guanacasteca. Ahí me disculpan si me he equivocado.
No podemos dejarlo irse sin la pregunta principal ¿Por qué Pellejo e’ lora?
Era como 1958, recién llegaba la televisión a Liberia, solo Canal 7 y en blanco y negro. Ahí comencé a ver gente volando en una serie (Los Halcones de Oro) y tomé la decisión de ver cómo hacía para volar yo también.
Me mandé a hacer unas alas de madera (plywood), las pinté de verde y así me fui para la escuela. Cuando llegué la maestra me preguntó ‘¿qué está haciendo?’ Le dije que iba a volar igualitico a los de la televisión.
La maestra jamás imaginó que yo estuviera hablando en serio. Me fui a la poza del Bejuco, la que estaba atrás de la ermita de Liberia. Me acompañaron casi todos los del aula porque querían volar igual que yo. Me amarré bien con un mecate las babosadas esas, las alas y me subí bien alto en un árbol. Me tiré y no pude ni “papalotiar”. Me quebré la mano, la cara me quedó hinchada y mi mamá me quería dar con un varejón de tamarindo, pero el doctor le dijo que se esperara a que me quitaran el yeso.
Ese intento de vuelo, rapidito le dio la vuelta a toda Liberia y cuando fui al molino del liberiano Lauro Obando, él me gritó “¡Ay pellejo e’ lora, casi te matás!” y desde ahí nunca más dejaron de decirme Pellejo e’ lora.