Cada 2 de agosto una buena cantidad de feligreses acostumbra peregrinar hasta el pequeño templo de Nuestra Señora de los Ángeles, en la comunidad de Piedras Negras de Mora y ahora tendrán más ganas que nunca, claro si el COVID-19 se los permite.
Esta ermita es ahora la “hermana más guapa” entre otras viejitas del cantón, como las de Corralar, Balsilla, Picagres, Jaris, El Rodeo y Llano Grande.
Se estima que el pequeño templo consagrado a La Negrita fue construido a inicios del siglo XX. La ermita cuenta con declaratoria como Patrimonio Histórico-Arquitectónico desde 2007 y, al ser destino de la visita multitudinaria cada 2 de agosto, fue aún más evidente la necesidad de ponerla puras tejas.
Así fue como a finales del año pasado, el inmueble fue restaurado por la comunidad, bajo el liderazgo de la junta pastoral y con el apoyo del arquitecto Carlos Flores, actual vicealcalde de Mora. El proceso contó con la asesoría del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC).
Mucho trabajo
La primera etapa consistió en el cambio de la cubierta (techos), con el fin de eliminar goteras. Se colocaron nuevas canoas, precintas y se repararon aleros.
“Eliminando las entradas de agua quitábamos el principal problema de la ermita”, apuntó Flores. Esta etapa costó 4 millones de colones en 2017.
Con la donación de un particular, en 2018 remozaron las puertas y ventanas, principalmente restauraron la precinta de lata con ornamentos de los techos. Ya en 2019 reunieron más recursos para una restauración más exhaustiva en la que repusieron vidrios quebrados y restauraron todas las puertas.
También pintaron la ermita, salvo el cielo raso que cuenta con un decorado artístico hecho en 1943. Para las paredes internas de madera eligieron un café claro y para las guarniciones, beige.
La estructura de madera del pequeño templo está forrada externamente por unas antiguas láminas de zinc onduladas y de canal angosto, las cuales fueron raspadas para quitar la corrosión. En esta tarea se tardó más de un mes. Luego, se les aplicó una capa de anticorrosivo plateado metálico, color que decidieron mantener. Por su parte, la sacristía resalta con un terracota.
Con más de un siglo a cuestas, alguna de la madera tenía comején, por lo que las labores de restauración también implicaron quitar piezas en mal estado y reforzar la estructura.
Según Flores, las obras alcanzaron un costo de 13.5 millones de colones, monto que fue recaudado mediante las fiestas patronales, donaciones, subastas ganaderas, ventas de comidas, rifas; así como el aporte desinteresado de varias personas.
“Las personas vieron la iniciativa de la junta, que era para un objetivo claro y entonces empezaron a aportar”, narró Flores, quien trabajó con sus propias manos varias molduras de madera del templo.
El proyecto de restauración surgió varios años antes como tesis de graduación del arquitecto, por lo que hoy su mayor satisfacción es verlo hecho realidad. Flores es oriundo de Piedras Negras y fue bautizado allí.
"Como Centro de Patrimonio Cultural, tenemos la obligación legal de acompañar y asesorar, pero realmente lo hacemos con todo gusto. Solo entre todos, incluyendo a la gente de las comunidades, es que podemos conservar adecuadamente los 389 inmuebles declarados a la fecha”, expresó Diego Meléndez, director del CICPC.