El doctor Adrián Meza Soza, rector de la universidad privada Pablo Freire de Nicaragua, tuvo que agarrar un poco de ropa, echarla en un maletín y pasar la frontera a Costa Rica por la montaña de forma ilegal, porque el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, ya lo había puesto en la lista negra y tenía orden de captura.
A continuación, un resumen de la conversación que La Teja tuvo con el doctor Meza en el hotel Aurora Holliday Inn de San José, en donde participó como panelista del foro “La educación superior de Nicaragua bajo el asedio del régimen de Daniel Ortega”, organizado por la Fundación Arias para la Paz.
–¿Por qué está en Costa Rica?
Por defender los derechos humanos de los estudiantes universitarios y el sistema universitario privado.
–¿Ante esa defensa era necesaria una persecución?
El régimen cerró mi universidad y logré confirmar que me pusieron en la lista negra, lo que se venía era mi captura para encarcelarme, entonces sí dio para tanto esa defensa que hicimos en la Pablo Freire.
–¿Cuándo llegó a Costa Rica?
El pasado 4 de febrero y lamentablemente como la gran mayoría de nicaragüenses que ingresan a este país, de forma ilegal y por la montaña. No tenía de otra, estaba a horas de que fueran a mi casa a detenerme, no tuve tiempo de nada. Allá quedó mi familia y créame que la extraño las 24 horas del día, pero no me iba a quedar parado en el portón de la casa esperando a que el régimen me detuviera.
–¿Realizó sus trámites migratorios?
Costa Rica no es el patio trasero de Nicaragua en donde podemos venir e ir a la libre, por eso hice mis trámites oficiales, ya me entregaron el carné de refugiado, eso fue lo primero que hice porque uno debe respetar las leyes del estado que lo acoge.
–¿Qué le ha parecido el proceso electoral tico?
Ustedes, con relación a nosotros, están, evidentemente, muy adelante. He escuchado debates y me alegra ver que se dice lo que se piensa sin ningún temor y todo con respeto.
–¿Ve la gente con banderas por las calles?
Vi en un mismo carro banderas de diferentes partidos, allá eso es imposible que se vea. Usted sale con una bandera de Nicaragua a la calle, en Nicaragua, y en media hora usted está preso, porque la bandera de Nicaragua se convirtió en un símbolo de rebelión.
–¿Qué le pasa a la educación superior nicaragüense?
En estos momentos está en jaque. Se está jugando su credibilidad, su calidad y su futuro. Está en cuidados intensivos y con problemas muy serios de oxigenación.
Los estudiantes ya no pueden escoger dónde estudiar, se les está forzando a elegir un centro de estudio bajo el control político del Estado. La calidad de educación que espera un padre de una universidad es completamente cuestionable porque los maestros actuales, la gran mayoría, no están nombrados porque sean muy buenos, sino porque apoyan a la dictadura.
Se han cerrado nueve universidades y se afectaron a más de 15 mil estudiantes que de la noche a la mañana se quedaron sin su centro de estudio. Tal vez para Costa Rica 15 mil estudiantes a la deriva no es un número muy significativo, pero en Nicaragua sí.
–¿Cuántas universidades quedan?
Siete en total, todas las del Consejo Nacional de Universidades y todas al servicio del régimen.
–¿Por qué cierran universidades?
En Nicaragua no son de respeto obligatorio para la dictadura. Un tico no vive el cierre de una universidad porque la dictadura cree que ahí se está dando un caldo de rebelión contra el gobierno. Aquí eso es casi imposible que suceda, inadmisible.
La dictadura quiere devolver el sistema universitario al pasado, cuando era sumisa, obediente al dictador, épocas de profesores que no pueden enseñar más que los textos que le da la dictadura, porque un estudiante no puede tener pensamiento crítico ni cuestionar nada. Hablamos de las épocas de Somoza (Anastasio, presidente nicaragüense de 1967 a 1980) y más atrás.
–¿Por qué el régimen la agarra contra usted y su universidad?
Desde abril del 2018 la universidad fijó una posición que no es ni heroica ni mucho menos, simplemente es una posición decente, alzamos la voz para que dejaran de asesinar estudiantes, que dejaran de perseguir y torturar a los universitarios, que se respetaran los derechos de los ciudadanos.
Todo se complicó con la dictadura cuando nuestra universidad se pronunció por la detención de Samantha (el 9 de noviembre del 2021, fue detenida Samantha Padilla Jirón, estudiante de la universidad Pablo Freire).
–¿Sigue abierta la Pablo Freire?
Nosotros hace un año abrimos, para los estudiantes que fueron expulsados de las universidades públicas y están asilados en Costa Rica, un programa especial que se llama Programa de Continuidad de Estudios Superiores. Ya teníamos oficina aquí porque contamos con 50 estudiantes en cuatro carreras con la modalidad virtual.
–¿Camina tranquilo en Costa Rica?
Me han dicho que tenga cuidado que hay sicarios de la dictadura. El miedo es parte de la vida, hay que saber administrarlo, pero yo en Costa Rica camino tranquilo.