Una cooperativa integrada en su mayoría por mujeres recibirá un premio de una reconocida marca de moda francesa, gracias a su trabajo en la extracción de moluscos y de los esfuerzos que realizan por la reforestación de los manglares.
Coopemoluschomes es un proyecto que nació en la localidad de Chomes, Puntarenas en el 2014 y agrupa a personas que se dedican a la pesca artesanal. Hace dos días recibieron la grata noticia, de que la empresa Pierre Cardin les dará 12 mil euros (unos 6 millones de colones) para que sigan adelante con su proyecto.
Vivienne Solís es miembro de Coopesolidar, una cooperativa que apoya a este grupito de porteñas, contó que en el país habrá un encuentro de pesca, que será el preámbulo de un congreso de océanos en el 2025 en Italia y esto permitió que un alto ejecutivo de esta compañía, que fabrica prendas de alta costura y también para la venta en boutiques viniera el país para ver la realidad del país.
“Este encuentro lo lidera Costa Rica y Francia y en junio habrá una reunión. A raíz de esta reunión, el Ministerio de Relaciones Exteriores nos pidió que acompañáramos al representante de esta empresa, llamado Patrick Dedole para ver la realidad del país, él quería ver si había un vinculo de las comunidades con el mar.
“Para él fue una experiencia única, se fue contento, porque pudo comprobar cómo las personas pueden ayudar con la conservación del mar y quedó encantado con el proceso, ver que mujeres que viven en la línea de pobreza pueden trabajar en un proyecto como este”; destacó Solís.
Sueño
Aracelly Jiménez es una de las fundadoras de Coopemoluschomes y toda la vida ha trabajado en pesca artesanal.
Esta pulseadora contó que por muchos años únicamente se dedicaban a la extracción de los moluscos, pero en el 2013, en el manglar rojo o colorado que está en la zona, hubo marea roja y durante ocho meses los pescadores de la comunidad pasaron necesidades, debido a que no podían extraer los mariscos para consumo humano. Esto los hizo buscar la forma de aprender a reforestar los manglares y así cuidar su fuente de trabajo.
“Cada uno de los pescadores está especializado para extraer un tipo de molusco en particular. Cuando enfrentamos la marea roja, el IMAS nos ayudó y gracias a este empujón formamos la cooperativa y con eso aprendimos a reforestar el manglar, porque es nuestro lugar de trabajo si tenemos manglares sanos, tendremos mejores productos y ayudamos al ambiente a estar un poco más sano”, destacó.
Este grupito de trabajadoras inician sus labores a las 6 de la mañana, todos los días. A veces la jornada inicia a otra hora, eso depende de la marea y van finalizando sus labores a la 1 de la tarde. Las labores van entre la extracción y la siembra, limpiando la zona y plantando los arbolitos, una actividad en la que participan mujeres de todas las edades.
A veces hay señoras de más de 70 años, muchachas jóvenes que están buscando una forma digna de ganarse el arrocito y los frijoles y acá se destaca que este trabajo, no solamente lo realizan hombres, todos hacen una tarea fenomenal.
En este momento, la cooperativa se compone de 40 mujeres y 12 hombres y gracias a su labor como pescadora, Aracelly ha sacado adelante a su hijo, de 20 años, quien estudia Economía Agrícola en la sede de la UCR de Guápiles, en Limón.
Jiménez se mostró impactada por obtener el reconocimiento. Al inicio no creía que ella, junto a sus compañeros, habían merecido tal premio.
“Jamás pensamos que lo que hacemos fuera bien visto a nivel internacional, pero esto demuestra el compromiso que tenemos por salir adelante, somos un grupo de mujeres humildes que se dedican a esto, nos gusta.
“El premio aún no lo tenemos, lo enviará la empresa a través de la embajada de Costa Rica en Francia y de momento, lo vamos a destinar para seguir el proceso de reforestación y luego veremos si surgen otras ideas para seguirnos superando”, dijo.
Reconocimiento
Vivienne Solís recordó que por muchos años, los pescadores de pequeña escala no tenían un reconocimiento formal por parte del Estado y por eso han luchado con estos grupos de trabajadoras para que la actividad pesquera sea reconocida en el país, como un trabajo importante para el desarrollo de las costas.
“Las mujeres molusqueras tuvieron por primera vez sus permisos en donde se les reconocía su trabajo en el 2016 y a partir de ahí se comenzó a trabajar para que en instituciones como la Caja se reconociera el trabajo que hacen.
“El molusquero, a lo largo de su vida, se quiebra los brazos, se llena de mosquitos, a veces se mete hasta la cintura en los glaciares y tienen el riesgo de que en la zona hay lagartos”, destacó.