“Ni me pasaba por la cabeza que ese decreto estaba vigente”. Así respondió el expresidente Rafael Ángel Calderón Fournier (1990- 1994), cuando le preguntamos sobre el hecho de que muy pronto el nombre su papá quedará libre de cualquier mancha.
Y es que después de setenta y dos años, la Asamblea Legislativa (con 44 votos a favor y ninguno en contra) está a punto de anular una ley decretada en la ciudad de Liberia, Guanacaste, el 15 de diciembre de 1948, en la cual se declaró traidor a la patria al presidente 29 de Costa Rica (1940-1944), Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, quien falleció el 9 de junio de 1970.
El pasado lunes 28 de setiembre fue el primer debate, falta el segundo y la firma del presidente de la República, Carlos Alvarado. El proyecto fue presentado por el presidente de la Asamblea Legislativa, Eduardo Cruickshank, y elimina dos decretos emitidos en 1948 y 1949 que seguían vigentes, a pesar de los reconocimientos y homenajes recibidos por Calderón Guardia años después de la sangrienta revolución en la que sus seguidores se enfrentaron contra el ejército de Liberación Nacional, encabezado por José Figueres Ferrer.
“La tensión del año 48 condujo a un intento de los calderonistas, de actuar contra el Gobierno de Facto, en diciembre de 1948, desde Nicaragua, para lo que no habían condiciones políticas, militares ni de apoyo interno o externo...Esto motivó que la Junta Fundadora de la Segunda República (encabezada por José Figueres Ferrer) declarara al Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, en diciembre de 1948, Traidor a la Patria, por Decreto Ejecutivo, por Decreto Ley, que la Junta realizaba”, escribió el historiador Vladimir de la Cruz.
Sin embargo, Figueres Ferrer, uno de los que firmó la declaratoria de traidor a la patria contra Calderón Guardia, durante su segundo gobierno firmó el decreto, en 1974, que declaró Benemérito de la Patria al líder calderonista quien obtuvo así el máximo honor que un costarricense puede recibir.
Calderón Guardia fue el responsable de la fundación de la Universidad de Costa Rica, la Caja del Seguro Social, la promulgación del Capítulo de las Garantías Sociales y del Código de Trabajo, la creación del Conservatorio Nacional de Música, el Código de Educación, el impulso a la organización de una gran cantidad de Colegios Profesionales, el Código Sanitario, la construcción del Estadio Nacional (el viejo) en La Sabana, entre otras obras, tal y como lo confirma el historiador Vladimir de la Cruz.
Con la abolición del ejército en el 48, con la declaratoria del benemeritazgo, se comenzó a olvidar aquel decreto de traidor a la patria, el cual se archivó, pero jamás se anuló, de allí la iniciativa del legislador Eduardo Cruickshank.
Por esta reivindicación, buscamos al expresidente Calderón Fournier, hijo de Calderón Guardia.
-¿Por qué usted cuando fue presidente no anuló el decreto?
Ni me pasaba por la cabeza que ese decreto estaba vigente. En verdad, no tenía ni idea de eso, fue algo que jamás me imaginé porque toda la vida creí que, con la declaratoria de Benemérito de la Patria, el decreto se había anulado automáticamente.
-¿Hace cuánto se enteró de la vigencia del decreto?
No más de tres meses y por vía de don Eduardo Cruickshank, al que le estamos profundamente agradecidos por la iniciativa, de la misma forma, agradecemos a los diputados porque la votación fue unánime…se le sigue haciendo justicia a papá.
-¿La pasó duro su papá en el exilio después del 48?
Demasiado dura fue para él esa época. Acá en Costa Rica se decía que él se había robado un dinero, que vivía como un rey en México en una mansión de lujo en las Lomas de Chapultepec, que tenía un carrazo Cadillac y varios choferes esperándolo siempre en la puerta de la casa.
¡Qué va! Vivimos en un apartamentito muy modesto ubicado en un edificio en la avenida Chapultepec número 512; eran dos cuartitos, en uno dormían mis papás (Calderón Guardia y doña María del Rosario Fournier) y en el otro la abuela (doña Ana María Guardia Mora) y yo. Los muebles eran alquilados porque no había para comprar nuevos, pagábamos 500 pesos mexicanos por ese apartamento y los muebles.
El arroz y los frijoles nunca faltaron, papá andaba en bus. Pasamos muchas limitaciones en ese apartamento, tanto así, que las joyas de mamá terminaron empeñadas en el Monte de Piedad, allá quedaron, jamás pudimos recuperarlas. Lo único bueno fue que se logró una gran unión familiar, era tan pequeño el departamento que siempre estábamos juntos y nos dimos mucho cariño todos.
-¿Fue ahí donde conoció a doña Gloria?
Exactamente. La familia de ella vivía a 50 metros de nosotros. Ellos eran los ricachos de la cuadra. Yo conocí a Gloria desde que nació.
-¿Qué le contó más su papá de aquel exilio?
Bueno, siempre recordó que por eso yo nací en Nicaragua, en Diriamba, nací en un hotel y hasta papá tuvo que ayudar en el parto, fue el 14 de marzo de 1949, tres meses después llegamos a México. Si bien yo llegué a México con tres meses, los primeros años no los olvido jamás.
-¿Cómo vivieron el regreso a Costa Rica en 1958?
Fue algo extraordinario. Salimos de casa de madrugada y había un grupo de ticos en México que llegó a despedirnos, también los amigos mexicanos nos despidieron en el aeropuerto, entre ellos el papá de Gloria, yo tenía 9 años y estaba emocionadísimo porque por fin iba a conocer mi patria, aquella patria de la que papá siempre me hablaba con muchísimo amor.
Yo gritaba ‘¡viva Costa Rica!’, solo en el estadio cuando iba a ver a la selección cada vez que llegaba a México, como en el Panamericano (Campeonato Panamericano de Fútbol en 1956; el campeón fue Brasil, Argentina subcampeón y la Sele quedó en tercer lugar), por eso estaba tan emocionado y papá ni para qué le cuento.
Son recuerdos que tengo vivos, nos montamos en un avión DC6 de Lacsa que primero aterrizó en El Salvador y ahí los ticos calderonistas nos fueron a recibir, fue lindísimo. Llegamos al aeropuerto El Coco (actual Juan Santamaría en Alajuela) y el gentío era enorme, de ahí agarramos un avión DC3 que nos llevó al aeropuerto de La Sabana y ahí el asunto pasó de enorme a increíble, la cantidad de gente, esa ha sido la locura política más grande de la historia del país. El paseo Colón estaba lleno a reventar y era gente que llegó por gusto, pagándose su pase, nadie les pagó nada.
Papá sí creía que le iban a dar algún lindo recibimiento, pero jamás imaginó aquello tan monumental, en verdad que lo vi y lo sentí superconmovido, su Costa Rica amada estaba abrazándolo y él no cabía de contento… todos pasamos llorando de la alegría era imposible no conmoverse.
¿Y se vinieron de vuelta con todo de una vez?
No. Nos vinimos a vivir a la casa de una prima-hermana de papá en barrio González Lahmann; papá tenía algunos temores, era lógico que los tuviera por todo lo vivido en 1948 y 1949. Estuvimos mes y resto en esa casa y volvimos mamá, Alejandra (su hermana) y yo.
Vea usted que papá tenía razón porque dos días después que nosotros nos devolvimos a México fue el atentado en el cual intentaron matarlo a punta de ametralladora, fue en julio de 1958 en esa casa. Como a papá le pusieron personal de seguridad, pues contestaron las balas y gracias a Dios todo terminó en nada, no hubo heridos.
Nos contaba papá que durante la balacera del atentado él se tiró al suelo y comenzó a buscar su pistola para responder, pero cuando la encontró ya había pasado todo.
Él no quiso que volviéramos a vivir definitivamente aquí, por eso, para la campaña de 1962, en la cual él se lanza como candidato a presidente del país, iba a México a vernos, no quiso arriesgarnos, así estuvo entre 1958 y 1962.
Al perder las elecciones del 62, pues vuelve a México y dos años después, en 1964 ya ahora sí se toma la decisión familiar de volver para siempre a nuestro amado país. Papá amó con toda su vida Costa Rica y era aquí donde se sentía completo, él sabía que volvería.
-¿Cómo fue la vida para ustedes a partir de 1964?
Se lo voy a resumir con una historia, a nosotros nos gustaba ir a pasear a Puntarenas, pero era tanta la gente que llegaba a saludarlo que el personal del hotel le decía a papá que estaban encantados con la familia, pero que él mejor no llegara porque eran molotes de gente siempre.
-¿El 9 de junio de 1970 (día del fallecimiento de don Rafael Ángel)?
Un golpe muy duro y, otra vez, una vivencia imposible de explicar. El funeral de papá ha sido el más grande de la historia, el ataúd lo cargaron en hombros desde la iglesia Santa Teresita (en barrio Dent de San José) hasta el cementerio General. Puedo decirle que el país se tiró a las calles.
Gracias a Dios a papá lo ha reivindicado la historia, el pueblo y hechos concretos como la cantidad de monumentos o el benemeritazgo, porque vea usted, Daniel Oduber (expresidente de Costa Rica entre 1974-1978), José Figueres Ferrer (presidente de Costa Rica en tres periodos, 1948-1949, 1953-1958 y 1970-1974) y Luis Alberto Monge (presidente de Costa Rica entre 1982 y 1986), quienes firmaron el decreto de traición a la patria, también firmaron el decreto que lo declaró Benemérito, eso, podría decirse, cerró un capítulo de divisiones y unió al país positivamente.