De todo lo malo usualmente se saca algo bueno, y Gabriela Quesada es un fiel ejemplo de lo anterior, ya que al quedarse sin trabajo pudo descubrir una pasión que ahora le genera platica.
Hace diez años, esta pulseadora cartaginesa quedó desempleada, cuando la empresa de alimentos en la que breteaba la despidió, por lo que no se echó a morir y empezó a recorrer nuevos caminos.
“Me metí a un grupo de adultas que tejía y se reunía los lunes, compré una lana y una aguja y empecé a llegar, lo primero que hice fue un poncho. Ya cuando sabía lo básico me empecé a meter a YouTube para aprender a hacer otras cosas y así fui traveseando sola, luego descubrí los amigurumis (animales tejidos) que se pusieron muy de moda y los empecé a hacer.
“Recuerdo que el primero que hice le gustó mucho a mi hermana, luego ella tenía que ir a un té de canastilla y me pidió varios para ponerlos como centros de mesa, hice diferentes animalitos, cuando volvió a la casa me dijo que los había vendido todos porque a las señoras les habían encantado, yo me puse toda contenta y me puse a hacer más”, recordó.
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Eso motivó a la pulseadora a abrirse una página de Facebook a la que le puso Tejidos GQ para hacer más visibles sus productos.
Regalos únicos
Gabriela dice que todos sus productos están hechos con mucho amor, razón por la cual, las personas que los compran quedan felices. Además de los amigurumis, tiene bolsos, salidas de playa, flores y zapatitos, todos tejidos.
“Para el Día del Amor y la Amistad los hombres me compran muchas flores porque estas no se marchitan, yo hago unos ramitos con varios tipos de flores y ellos quedan superbién cuando le llegan a la novia o a la esposa con ese detalle porque nunca se les va a marchitar.
“Pero mis principales clientas son las mujeres, les encantan los bolsos tejidos y los animales también, algunas me compran para ellas y otras para los hijos. La gente ve mis productos y me hace encargos, los amigurumis pueden ser de personajes de moda o simplemente un animal específico como perros, tortugas, gatos y ratones, entre otros”, explicó.
Gabriela ha hecho amigurumis del Chavo del 8, Snoopy, Mario Bros, pokemones, personajes de Harry Potter, Peppa Pig, minions, Frida Kahlo, la Sirenita y hasta un pasito completo. También le han pedido centros de mesa tejidos y tapetes, entre otros trabajos.
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La mujer cuenta que en su casa la vacilan por acumuladora, ya que tiene bastantes cositas tejidas, pero ella se defiende diciendo que nunca se sabe cuándo llegará la oportunidad de ofrecer sus productos.
“No puedo estar sin hacer nada, así que cuando tengo tiempo libre me pongo a tejer. A veces empiezo a las diez de la mañana y me da la noche en eso, es algo que me distrae, me desestresa, lo disfruto muchísimo.
“El viernes pasado fui a mi primera feria de emprendedores y lo disfruté muchísimo. Se llevó a cabo en Cartago y vendí varios productos, eso me llenó mucho porque veo que lo que hago le gusta a la gente. Sueño con ver mi negocio crecer poco a poco”, relató la pulseadora.
Encargos
La pequeña empresaria dice que hace los amigurumis por encargo y dependiendo del tamaño puede tardar varios días, así que lo mejor es que las personas que quieran encargarle algunos lo hagan con al menos una semana de anticipación para no andar en carreras.
Hay productos para todos los presupuestos van desde los ¢1.500 y dependiendo del tamaño va subiendo el costo. Algo importante es que Gabriela, desde su tienda virtual, envía productos a todo el país por medio de Correos de Costa Rica, así que si usted es de largo no se preocupe, igual puede comprar lo que quiera.
Gabriela sabe de primera mano lo importante que es estar ocupada en momentos complicados de la vida, por eso les da un consejo a quienes ahorita no se sienten muy bien.
“El buscar algo que a uno le guste es importante porque eso sirve para desestresarse y hasta de terapia, en mi caso el tejer me apasiona, pero sé que no a todos les va a gustar hacer lo mismo, lo importante es que cada quien busque algo que le guste y lo practique, quizá hasta se convierta en una fuente de ingresos”, detalló.