Dos amigas de Sarapiquí se dieron cuenta de que en su comunicad había mucha necesidad, incluso antes de la pandemia, por lo que empezaron a hacer coco para definir cómo aportar su granito de arena.
Gracias a esa solidaria forma de pensar, ellas le dieron vida a una empresita llamada “Pulseras con propósito”.
Se trata de Kimberly Chacón Rodríguez e Itzel Segura Segura, dos mujeres que hace un año comenzaron este proyecto, el cual tiene como objetivo ayudar a familias con problemas económicos de su comunidad y entre cuyos integrantes haya una persona con una enfermedad crónica.
Kimberly, quien es administradora de empresas y tiene 25 años, se encarga casi al 100% a confeccionar las pulseras, mientras que Itzel, quien es dentista y tiene 35 años, le echa una mano con la empresa cuando termina sus labores del día en odontología.
“Pulseras con propósito nace con mucho amor por el prójimo. La idea es mantener siempre una campaña de ayuda para alguna familia. El año pasado, en octubre, el mes del cáncer de mama, nos solidarizamos con una muchacha que está peleando su batalla contra esa enfermedad”, nos explica Kimberly.
Desde que nació el proyecto no se han quedado queditas, ya que en noviembre del año pasado le tendieron la mano a un señor que lucha contra el cáncer de próstata y en diciembre apoyaron a dos jóvenes del Proyecto Daniel (una entidad sin fines de lucro, que ayuda a adolescentes de 13 a 25 años que tienen cáncer).
A ellas les suelen llegar recomendaciones, estudian los casos y deciden a quiénes ayudar y por cuanto tiempo, para luego empezar con otras personas necesitadas.
Batalla contra pandemia
Como es una empresa con propósito, ellas no le podían dar la espalda a su amado Sarapiquí en estos tiempos de pandemia, así que le han puesto todavía más ganas a su amoroso proyecto.
Actualmente ayudan a una familia de siete miembros de la zona de Horquetas de Sarapiquí, conformada por cuatro menores de edad y tres adultos, que se ha visto afectada por los recortes de jornadas o la suspensión de contratos laborales.
Dentro de la familia que ayudan actualmente, doña Margarita (no se dio el apellido) se ha hecho cargo de los gastos del hogar, con un salario equivalente a cuatro horas diarias y que se gana limpiando, abonando y cuidando plantas en una finca de la zona. A ella le ha tocado rudísimo, porque a su esposo, Rafael, lo despidieron casi desde el primer día que el COVID-19 impactó al país, el pasado 6 de marzo.
Familia pulseadora
“En estos tiempos tan difíciles hemos visto la necesidad entre muchas familias y realmente desearíamos ayudar a muchas más, pero en esta oportunidad queremos brindarle nuestro apoyo a don Rafael y a doña Margarita, quienes se han visto afectados por la pandemia. La idea es que con nuestra donación ellos puedan ayudarse a cubrir sus necesidades básicas y las de sus hijos, así como de un nieto de un año de edad.
“Poder darles a personas que realmente lo necesitan es algo que siempre nos llena de satisfacción”, agrega Kimberly.
Se necesita su ayuda
La donación de esta campaña consiste en entregar el 100% de las ganancias reportadas por la venta de 200 pulseras durante los meses de junio y julio. Esta pulseras son hechas a mano y tienen diferentes diseños, colores y estilos únicos, gracias al uso de piedras semipreciosas y sintéticas. Los precios de las pulseras están entre los 3 y 5 mil colones.
Las personas que deseen apoyar a esta noble causa pueden hacerlo por medio de la página de Facebook e Instagram de “Pulseras con Propósito” o a través del WhatsApp 6160-7814.
Ellas se encargan de entregar las pulseras en cualquier parte del país por medio de Correos de Costa Rica.
“Nosotras ponemos absolutamente todo el material que se necesita para hacer cada pulsera, porque ese es uno de los objetivos que tenemos, ser una ayuda real para las personas.
“Una puede durar como media hora haciendo una pulsera y si se le dedica buena parte del día se logran hacer unas quince por día. Nosotras le ponemos mucho amor a cada una, por eso las detallamos muy bien, tanto así que, si alguien quiere su pulsera personalizada, se lo hacemos sin problema”, agregó la microempresaria.
Como el amor jamás ha tenido virus que lo derrote, Itzel y Kimberly están muy contentas porque incluso ya tienen clientes fijos en sus campañas, gente que con solo saber que arrancaron con una nueva colaboración, les pide que les aparten una o dos y hasta más pulseras.