Arlen Ruiz es una pulseadora que como la gran mayoría de los nicaragüenses tuvo que salir de su tierra natal debido al estallido social que se produjo en abril del 2018.
Allá en Carazo, Nicaragua, ella tenía su propio negocio, una pulpería con venta de comida y repostería y por eso, como era lo que mejor sabía hacer, fue a lo que apostó para sobrevivir cuando se vino a Tiquicia de manera legal.
“Lo perdí todo allá, porque tuve que salir por todo lo que estaba ocurriendo y me vine con mi pareja, César Gutiérrez. Acá comenzamos de nuevo, aunque ha sido muy duro”, recordó esta comerciante nicaragüense.
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Recién llegada comenzó a buscar trabajo, pero acá tampoco está sencillo conseguir brete, entonces, como había que sobrevivir, comenzó a hacer atolillo, así como arroz de leche y quesillo para vender en las actividades que hacían los refugiados en Costa Rica.
Estando en eso consiguió trabajo como empleada doméstica y niñera, pero con la llegada de la pandemia, le cancelaron el contrato y empezaron a llamarla a trabajar por días, pero asegura que no le liquidaron lo justo y decidió meterse de lleno con su negocito.
“Don Quesillo” es el nombre de su empresita, que poco a poco, gracias a la demanda de los comensales fue ampliando su oferta a nacatamales, carne asada con platanitos tostados, vaho, vigorón, sopas y repostería.
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Y como dice el dicho que la plata está en la calle, ella se tiró a pista a vender en La Sabana o por las calles de La Carpio. También tiene servicio de catering y exprés al 6185-1220.
“Hemos venido surgiendo, ha sido un proceso bastante lento por las piedras que hay en el camino para legalizar el negocio aquí y alquilar un local, porque son demasiado caros, pero ahí vamos, poco a poco”, explicó Ruiz.
Para colmos este 2022 ha sido bastante difícil pues tanto ella como su pareja se contagiaron de covid y no pudieron trabajar por algún tiempo.
“Estuvimos bastante afectados, en especial César a quien le dio más fuerte que a mí y estuvo más de tres meses sin poder caminar. Fue un proceso duro que nos afectó grandemente las finanzas y en un momento no teníamos ni para la comida porque no estábamos trabajando. Fue durísimo para nosotros, pero ya estamos contando el cuento, estamos vivos y bien y levantándonos otra vez con el negocio”, narró la pulseadora.
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Asegura que el cambio no ha sido fácil por la incertidumbre que han afrontado por todo lo que ha pasado, pero no se desaniman y le siguen poniendo bonito.
“Nos reinventamos y estamos echando pa’ lante, empezamos a surgir con la empresita, eso nos ayuda para pagar el alquiler en donde vivimos, comer y ayudar a nuestras familias”, dijo esta vecina de La Carpio.
Platillos típicos
Para los que no están muy familiarizados con estos platillos típicos nicaragüenses les contamos que el quesillo es similar al queso palmito, pero lo venden arreglado en una tortilla recién palmeada, calientita con cebolla encurtida, natilla, sal y chile al gusto.
La carne asada es la carne a la parrilla como se le conoce acá, de res, cerdo o pollo, pero no en pinchos como estamos acostumbrados, sino servidos en un plato con plátano verde sancochado y ensalada.
Otro muy pedido es el vaho que lleva yuca, plátano verde y maduro, carne, cebolla, tomate, chile dulce, un poco de limón o naranja agria. Todo cocinado al vapor.
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