Doña María de los Ángeles Barrantes Vargas se pegó por cuarta vez el premio diario de La Teja y de una vez asegura que va por más.
La feliz abuela contó que a los premios anteriores les sacó el jugo: con el primero se compró una cama y un colchón, pues ya urgía un cambio; mientras que con el segundo y tercero logró que le hicieran un cuartico como Dios manda.
“Yo compré los materiales y mis hijos me lo hicieron. Yo amo a mis hijos con todo mi corazón. Ellos me dicen que las bendiciones que yo les doy a ellos, Diosito me las devuelve a mi. Me hacen llorar”, dijo doña María, muy contenta.
Con el nuevo premio le dirá adiós al comején que no la deja tener paz en la cocina.
“Uno de mis hijos llegó a comer el viernes y tuve que apagar la luz y prender otra porque el comején no nos deja. Está comiendo uno, llegan y caen en la comida. Me dijo (el hijo) que necesitaba un perlin grande y que ellos me lo arreglan. Quince minutos después me estaba llamando La Teja”, comentó.
La vecina de Coronado dijo que lloró de la felicidad y que no tiene ningún secreto para pegar tanto ya que, incluso, compra el periódico en cualquier lugar.
“Lo he comprado por casa, en San José, en Guadalupe, o donde tenga que ir ahí lo compro”, contó.
Ama las siete diferencias que vienen en el periódico. De paso, le quiso mandar un fuerte abrazo a don Fulvio y a doña Laura e hijos, sus expatronos, personas a las que considera de la familia y con quienes está muy agradecida.
“Estaba a punto de cumplir 23 años trabajando con ellos, pero tuve que salirme por la rodilla”, dijo.
A doña María le gusta ver novelas y va a la piscina municipal de Guadalupe los martes para hacer ejercicio y mantenerse bien activa.
“Lo que ustedes hacen no lo hace nadie. Esa platica sirve para ayudarse. Yo he podido hacer cositas por La Teja. Que Dios los proteja a todos los que trabajan allí”, dijo.