Katty es una joven vecina de Turrialba y el primer caso confirmado de COVID-19 en ese cantón cartaginés.
Prefiere que no demos a conocer su apellido ni pongamos fotos de ella, porque ser paciente de este tipo de coronavirus la marcó, y para mal, en toda su comunidad.
Katty habló abiertamente del rechazo social que afrontan las personas víctimas de esta pandemia.
Ella se contagió en su trabajo, en San José, y como vive con una tía adulta mayor, de 65 años, apenas le dieron el resultado de la prueba se fue para Turrialba, para no representar un riesgo para su pariente.
Se hizo la prueba un sábado y el martes de la semana pasada le dijeron que salió positiva.
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Ahí comenzó el calvario.
“Lamentablemente como fui el primer caso aquí en Turrialba la gente enloqueció, por miedo, eso lo puedo entender. Pero empezaron a buscar mis datos, no sé cómo se filtró mi información. Yo me empecé a asustar al ver que la gente tenía mi información.
“Empezaron a divulgar mis fotos, se dieron comentarios negativos, la gente estaba muy brava, decían que por culpa mía todo el mundo se iba a morir en Turrialba. Decían que yo era una irresponsable, inventaron que yo venía del extranjero”, comentó esta joven vía telefónica.
Katty considera que tener COVID-19 más bien debería ser una condición para recibir apoyo, porque ella no hizo nada irresponsable, simplemente estaba trabajando y se contagió.
Agregó que conoce otros casos de pacientes en Limón y Pérez Zeledón que también han recibido amenazas, sin importar si son de pueblitos o viven en condominios.
“La gente no entiende que es una pandemia y que todos estamos expuestos. Es un enfermedad que no solo afecta física, sino también emocional y psicológicamente. Al ver tantas cosas cerré mis redes porque me dio rabia y tristeza”, contó.
De frente
Pero luego de reflexionar decidió ponerle el pecho a las balas e hizo una publicación en su perfil de Facebook, en la que aceptó públicamente que era la chica con coronavirus en ese cantón, explicó lo duro que es enfrentar la enfermedad y que no es justo que a esto se sume el rechazo social.
“Fue lamentable que la gente me juzgara, me sentí como una criminal. Tanto yo, como las casi 700 personas que hemos estado infectadas, pasamos lo mismo. Quise hacer un llamado de comprensión, de apoyo, de que hoy fui yo, pero mañana puede ser cualquiera. Debemos apoyarnos, ver esta situación como algo bueno, porque todos los pacientes, al darnos de alta, vamos a querer ayudar a otros que pasarán por esto”, enfatizó.
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Katty aclaró que en Turrialba está en aislamiento y sola, para no infectar a nadie.
Su síntoma principal fue la pérdida de olfato, no hubo fiebre, pero también debió enfrentar que se le iba el aire toda la noche o por el simple hecho de caminar seis pasos. A esto se le suman terribles dolores de cabeza muy seguidos. Todo esto lo enfrentó sola.
“Es una decisión de jugársela sola, para no arriesgar a nadie que está alrededor y eso fue lo que yo hice. No ha sido fácil, para nada, pero me ha ayudado muchísimo a ser una persona diferente y a salir después con toda la pata, como dicen”, comentó.
La otra cara
Pero no todo ha sido triste para esta muchacha, pues este duro pasaje de su vida también tiene cosas positivas.
Sus compañeros, al enterarse de los ataques de la gente, comenzaron a enviarle regalitos para levantarle el ánimo.
Vecinos y familiares se han encargado de llevarle lo que necesita para comer, le dejan los alimentos afuera de la casa y se comunican con ella por mensajes.
“No tengo contacto con nadie, esto es como en la época de Jesús con la lepra. Pero mucha gente se ha acercado a brindarme apoyo, entonces estoy convencida que hay más gente buena que mala y eso me alegra”, dijo.
Agregó que el personal del Ministerio de Salud y de la Caja de Seguro Social se ha comportado a la altura y considera que las autoridades han hecho una muy buena labor con esta pandemia y cree firmemente que seremos el país con menos muertes por el COVID-19.
Este miércoles le hicieron la primera prueba para ver si es dada de alta.