El Estadio Nacional, uno de los lugares con que los ticos más rajamos, cumplió ocho años el martes 26 de marzo.
Parte de lo bueno es que parece recién estrenado, está como un ajito, como cuando lo entregaron los chinos en el 2011.
Es así aunque casi todas las semanas hay actividades en la gramilla, en las plazoletas que lo rodean, en los salones, en la pista atlética. Claro, que esté tan bien no es algo que ocurre por arte de magia.
El exfutbolista Ricardo Chacón, gerente del estadio, explica que hay mucho trabajo duro para que la construcción se vea así. Y eso se nota.
Chacón nos explicó que cada mes se invierten ¢40 millones en mantenimiento. Eso ayuda a entender que se vea tan bien.
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Son tantas las actividades cobradas que se produce la suficiente plata para que el estadio se mantenga sin recibir ni un cinco del Gobierno.
Es un error pensar que el estadio solo se abre cuando hay partidos de fútbol y luego se cierra hasta otro partido o cuando hay algún concierto. De hecho, el estadio ya no depende del fútbol para obtener ganancias, asegura Chacón.
Este fin de semana, por ejemplo, se hizo ahí la Feria del Gustico Costarricense.
En los años 2017 y 2018 la plata que entró al estadio fue ¢1.214 millones en cada año. Un platal.
La Teja quiso ver las condiciones de esta bella construcción que se ve imponente al oeste de La Sabana a ocho años de haberle sido entregada al país.
Este miércoles 27 de marzo hicimos un recorrido y pudimos ver lo bien que sigue a pesar de todo el tiempo transcurrido desde que se abrió.
Vimos la gramilla y las graderías, que lucen en excelente estado; las paredes externas están bien pintaditas, los baños superlimpios y les estaban cambiando puertas. La gente de aseo iba de aquí para allá, breteando en los pasillos y salones para dejarlo bien lindo.
Aunque es muy conocido, el estadio cuenta con áreas que no son conocidas por todos; por ejemplo, el centro de recuperación del zacate, al sureste de la construcción.
Es un área al aire libre a la que llevan los cuadrantes de zacate que se dañan durante un partido o un concierto para que se recuperen y allí mismo agarran zacate bueno para cambiar el deteriorado.
¿Qué más pedir?
Los camerinos, que son cuatro, lucen impecables, bien ordenados y cuidados.
También hay un albergue deportivo, una especie de hotel, que sirve de alojamiento a deportistas cuando se hacen juegos deportivos de algún tipo.
Están equipados con camarotes y baños y las habitaciones son cómodas. No cuentan con televisión y no tienen las condiciones para hospedar a una selección. Tampoco es comercial.
“Es para 250 personas, algunas habitaciones tienen diez camarotes y es exclusivo para atletas. No puede estar ocupado cuando haya partidos, se usa más para juegos nacionales, para las delegaciones”, explicó Chacón.
También está el famoso cubo, que se puede catalogar como el salón principal. Es un chuzo de salón con una preciosa luz natural de día y que de noche luce elegante, ideal para fiestas, brindis, cócteles o bodas.
El estadio alberga también las sedes de las 32 federaciones deportivas del país y al Instituto Costarricense del Deporte (Icoder), una delegación de la Policía Montada y las oficinas administrativas del estadio, donde solo trabajan once personas.
También está la zona mixta, utilizada sobre todo para que los futbolistas den declaraciones después de los partidos, la antigua administración (otro salón), la pista atlética al aire libre y la techada (ideal para ferias) y algunos espacios exteriores que son aprovechados para eventos.
En fin, se ve que ocho años no son nada, pero pueden ser mucho si un lugar no se cuida. Lo tuanis de la Joya de La Sabana es que, si la seguimos cuidando, la disfrutaremos muchos años más.