En diciembre, antes de acabar el año, en La Teja siempre buscamos los personajes del año, personas o figuras dignas de destacar por lo ocurrido en los últimos 12 meses.
Este año, en la sección de Nacionales tratamos de buscar en el Gobierno y la política una persona sobresaliente, pero lamentablemente lo que encontramos más bien fue un villano: el jaguar de Rodrigo Chaves.
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El proyecto estrella del Poder Ejecutivo terminó siendo una estrategia para distraer y dividir a la población, acá le vamos a explicar por qué.
Cuando el presidente de la República presentó con bombos y platillos la ley jaguar original, dijo que con ese proyecto se lograrían sacar adelante la Ciudad Gobierno y la Marina de Limón, dos planes muy buenos, pero que el mandatario quiere desarrollar por medio de figuras que la ley no permite.
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Sin embargo, el proyecto de ley especificaba que para lograr lo que Chaves quería, se tenían que reducir las potestades de la Contraloría General de la República, es decir había que debilitarla, y eso representaba una enorme amenaza porque es una forma de abrirle la puerta a la corrupción.
Los cambios le impedían a la Contraloría revisar la legalidad de los procesos de contratación antes de que estos sean ejecutados, solo se le permitiría actuar ya después de que se concreten.
Además, pretendía quitar a la institución la potestad de suspender los contratos del Estado cuando detectara irregularidades o ilegalidades.
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Presidente propuso referéndum como plan b
Como Chaves sabía que era muy difícil que los diputados se apuntaran a aprobar un proyecto de ley para hacer semejante cosa, lo hizo por doble vía y propuso que se aprobara por medio de un referéndum, le vendió a la gente la idea de que el pueblo tenía el derecho de decidir, pero la Sala Constitucional analizó la iniciativa y vio que era peligrosa y amenazaba la democracia, por lo que se lo trajo abajo.
El mandatario aprovechó eso para mandar un montón de ataques a instituciones y personas que no apoyaban la ley jaguar, para causar confusión en la población y distraer a la gente de los problemas que vive el país y que el Gobierno no ha podido solucionar.
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Como el proyecto original murió, Chaves decidió crear el jaguar 2.0 para continuar con la distracción y su campaña de división en la población.
Ese segundo también golpeaba a la Contraloría y le quitaba potestades, era la misma historia, así que también fue declarado inconstitucional.
El presidente vio que esos dos jaguares le habían resultado para su estrategia de comunicación y decidió hacer un tercero.
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Ya para ese entonces el Gobierno dejó fuera del proyecto las intenciones de desarrollar Ciudad Gobierno y la Marina de Limón, esta solo tiene un artículo y es el de delimitar a la Contraloría.
Ahora bien, el Tribunal Supremo de Elecciones determinó que esta tercera ley jaguar no atribuía nada nuevo a la Ley porque el presidente pretendía dejar claro que la Contraloría no podía intervenir en la administración activa del Estado y eso ya lo establece la ley.
El TSE también determinó que gastar ¢3 mil millones en un referéndum para algo que no tiene sentido era algo irracional, así que el tercer jaguar también murió.
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El jaguar de Rodrigo Chaves nació muerto
El sociólogo y politólogo Francisco Barahona dijo que el jaguar nació muerto, que nunca tuvo sentido y Chaves lo sabía.
“La iniciativa surge de una reforma a la Constitución que se había planteado hace algunos años, pero yo diría que nace sin cabeza y sin piernas, realmente era un sinsentido, no se puede controlar o modificar la Constitución en contra de los deberes y alcances de la Contraloría, que es lo que quería el presidente.
“El jaguar le ha servido a Rodrigo Chaves en términos de comunicación para llevar mensajes a quienes lo siguen. En lo que es la dinámica de comunicación, el presidente sí ha tenido éxito porque a quienes lo contradicen o no piensan igual que él, los ataca con su granja de troles”, dijo el experto.
Barahora aseguró también que, pese a la intención del mandatario, muchas personas analizan lo que está pasando y entienden que lo que Chaves está haciendo es polarizar y violentar, así como provocar la confrontación entre las familias costarricenses y eso es muy preocupante.
Gustavo Araya, quien también es politólogo, se sumó a las críticas el jaguar y dijo que lo ve como algo vacío.
“Si fuera una caricatura, vería una piñata de jaguar vacía, para una fiesta donde dan distracción, pero los premios y regalos se los llevan los amigos del autócrata.
“El jaguar no merece atención, quienes sí la merecen son las personas que hoy tienen la peor educación en décadas, están sin agua, sin ver los precios bajar, sin seguridad y con un circo todos los días desde Zapote para engañarlos. Ellas demuestran una actitud y esperanza que no había visto nunca. Aplauden el show porque todo a su alrededor está peor cada vez, pero quieren creer en algo o en alguien”, dijo Araya.