“Para mí, las dos últimas Navidades han sido demasiado dolorosas. Antes de quedarme sin trabajo podía llevar comida y ropa a la casa y ahora, de no ser por la caridad de la gente, mis nietos ni siquiera tendrían una mudadita para estrenar en estos días”.
Cuando don Esteban Rivera habla de la situación por la que pasa su familia no puede evitar sentir tristeza. Este señor, de 66 años, fue pescador la mayor parte de su vida, pero desde hace dos años no tiene empleo, por la prohibición a la pesca de arrastre de camarón en las costas ticas.
“Antes entre los vecinos celebrábamos la Navidad y si yo podía les traía pescado y camarones. La comida abundaba, no me podía quejar. Ahora hay momentos en los que comemos una vez al día y no podemos pensar en tamales ni mucho menos en una cena o en comprar regalos. Eso se dejó de lado en esta casa”, comentó este vecino de Esparza, Puntarenas.
De don Esteban dependen económicamente su esposa Leonor, sus hijos William y Arturo, además de sus nietos Cassandra y Brainer.
Rivera contó que, desde que está sin trabajo, recibe una ayuda del IMAS de ¢100 mil, la cual no es suficiente para cubrir los gastos de su casa.
“Lo que más me duele es que no les puedo dar nada a los nietos, quienes están sin papá ni mamá. Nosotros nos hacemos cargo de ellos desde hace 8 años. Antes podíamos complacerlos en estas fechas, ahora gracias a un señor, don José, pueden tener ropa nueva.
"Darles un juguete o lo que pidan es un sueño, porque el dinero no nos alcanza. Y si alguien nos regala tamales los comeremos, pero de lo contrario eso no se verá en nuestra casa”, indicó.
FUENTE: ENCUESTA CONTINUA DE EMPLEO DEL INEC III TRIMESTRE 2019 Y ENCUESTA DE OPINIÓN DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS POLÍTICOS (CIEP). || w. s. / LA teja.
Rivera comenzó a pescar a los 12 años. Él no pasó de primer grado de escuela y expresó que siempre estuvo agradecido con el mar, pues la pesca es una actividad que no discrimina y que le permitió tener un salario para los suyos.
“Por un tiempo nos congregamos en una iglesia, porque soy creyente, y en ese tiempo aprendí a escribir mi nombre con lo que veía en la Biblia. Nunca he tenido un llanto más amargo que en estos últimos dos años, paso clamando a Dios de corazón. He llorado amargamente, no me da vergüenza decirlo, lo que estamos pasando es inhumano, ser pobre no es un delito, pero es la peor crueldad para las personas", expresó.
Le cayeron las 7 plagas
El desempleo no es el único problema que enfrenta ya que su panorama es más complicado si sumamos que su esposa Leonor es diabética y por eso le cortaron su pierna derecha, además sus hijos no pueden trabajar porque hace seis meses se accidentaron en moto.
“Los doctores nos dicen que mi esposa debe comer de forma saludable, pero cómo le puedo dar buena comida si a veces con costos comemos una vez en el día. Han pasado días en los que no tenemos nada y si a veces logro tener mil colones los guardo para comprar un pedazo de pan. Aquí un pedazo de carne o pescado es un lujo, cuando logramos comer solo lo hacemos con arroz y frijoles, de vez en cuando le arrimamos un huevo”, manifestó.
Don Esteban y su familia viven en un precario desde hace 11 años. Allí el agua es potable y cuentan con electricidad, gracias a eso tienen un bombillo para iluminar la casita en la que viven.
No tienen tele y la refri la conectan de vez en cuando para que no se dañe, pero solo la usan para guardar algunas botellas.
“A veces me pregunto cómo hemos hecho en este tiempo. Los pescadores somos orgullosos, no nos gusta que nos regalen nada, pero el problema es que en Puntarenas no hay trabajo y menos para mí, por mi avanzada edad. A causa de mi situación me he deprimido, padezco de azúcar y tengo presión alta, a veces hasta siento vergüenza porque no puedo aportar nada en mi hogar”, agregó.
No pierde la fe
Rivera afirmó que pese a la situación no pierde la fe.
"A veces flaqueo como humano que soy, pero luego me vuelvo a reanimar porque sé que en algún momento nuestra situación va a mejorar. Nunca me imaginé las necesidades que íbamos a pasar, el gobierno nos quitó nuestro trabajo, el presidente está en contra de la pesca, como él nunca ha aguantado hambre no puede ver las necesidades de los demás”, comentó.
Él todos los días conversa con sus nietos y les promete que el futuro será mejor.
“Ellos ven como uno la pulsea para llevar un pedazo de pan. Todos los días aparecen diferentes problemas, pero afortunadamente mis nietos son maduros y entienden la situación, porque cuando hay prácticamente todo se lo damos a ellos, para que estén bien. Para mí, el premio mayor sería volver a pescar, tener una nueva oportunidad de tener un sueldo”, finalizó.