Don Enrique Jara Medina, de 72 años, fue el paciente que le puso candado al Centro de Atención Especializada de Pacientes Covid (CEACO), el 30 de noviembre de este año.
Precisamente por ese motivo, La Teja seleccionó a este vecino de Turrialba como uno de los personajes del 2021.
A él lo internaron mes y medio en ese centro médico, pero dice que pasó 22 días críticos, de los que no recuerda nada, solo que lo trasladaron del hospital de Turrialba hacia San José y cuando llegó allá y lo metieron en el cuarto, se le apagaron las luces. Estuvo intubado y en coma inducido debido a complicaciones respiratorias.
Como la pasó tan mal, don Enrique tiene clarísimo que si no hubiese tenido las dos vacunas anticovid probablemente no estaría contando el cuento.
La primera dosis la recibió el 8 de abril y la segunda el 29 del mismo mes en el ebáis de Santa Rosa de Turrialba.
El 18 de octubre, o sea, seis meses después de recibir la protección, se contagió de covid-19 y cayó hospitalizado.
Es por eso que él, después de vivir en carne propia semejante experiencia, le recomienda a todos que se vacunen.
“Por lo que yo pasé, le aconsejo a la gente que se cuide lo que pueda, principalmente estos días. Que usen la mascarilla, porque una cosa es enfermarse y otra no saber cómo le dará. Es algo triste”, dice Jara.
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Bien cuidado
Jara vive con su hija Yorleny y sus nietos Esteban Segura y Luis Enrique Jara, en Aquiares de Turrialba. Sus demás familiares viven a escasos metros de ellos, por eso suelen verse a diario, ya sea en el desayuno o en la cena para comerse el gallito juntos, por eso durante su internamiento lo extrañaron tanto.
La única secuela que le dejó el amargo trago fueron unos coágulos en el pulmón derecho, pero está tomando anticoagulantes para deshacerlos. También tuvo que empezar a inyectarse insulina.
“Pasé muy grave. (Sigue vivo) Gracias a las atenciones que me dieron ahí (CEACO), muy buenas por parte de todo el personal, no puedo quejarme, me trataron muy bien y las comidas fueron muy buenas. Cuando me pasaron a un cuarto individual, aún con oxígeno, comencé mi rehabilitación, porque perdí la capacidad de caminar y poco a poco fui pudiendo hacer las cosas por mi mismo. ¡Fue un milagro!”, dijo el azucarero.
Despedida
El simpático adulto mayor reconoce que quedar de último en el CEACO le daba cosa, porque en las noches, como en el cuarto en el que estaba la ventana daba para un solar, se ponía a pensar que en cualquier momento llegaban y se lo llevaban por esa ventana.
“Eran tonteras, ahí estaban los enfermeros en la puerta, pero uno teme, ya cuando me dijeron que me darían la salida, me alisté rapidisimo de la contentera”, recordó.
El sobreviviente también recordó como fue la despedida que le hizo el personal del hospital mientras caminaba del cuarto a la puerta de salida. ¡Lo rodearon de aplausos!
“Unos lloraban y yo también lo hacía y me dijeron, ‘échele ganas a la campana’, y yo me guindé”, contó entre risas.
Recibimiento
Ese 30 de noviembre, además de la despedida que le hicieron en el hospital, don Enrique tuvo un gran recibimiento en la entrada de Santa Rosa de Turrialba, donde lo estaban esperando un montón de carros de vecinos y familiares.
“Uno quería llorar de la alegría, la pura verdad, por el recibimiento. Esa gente llegó detrás mío hasta la casa y hasta me esperaban con banderas afuera de las casas, fue muy bonito, no me lo esperaba”.
Fue tanta la gente que llegó a las afueras de la casa que lo tuvieron que subir a una grada para que todos lo vieran a través de un vidrio, porque obviamente tenían que cuidarlo del tumulto de gente que se formó.
Aunque le mandaron una dieta especial para su recuperación, como buen tico, ya se comió al menos un tamalito.
Su hija Yorleny nos contó cuál es la dieta de su padre ahora.
“Debe tomarse todos los líquidos con Enterex, porque el agua pura le provoca tos. Come pollo, pescado, pan integral y yogurt con frutas”, explicó la hija.
Don Enrique cumplió los 72 años en el CEACO y aunque su familia estaba afuera del hospital, no pudieron compartir.
“Lo peor de todo es que los dos cumplimos años el mismo día (13 de noviembre) y él siempre me dice, ‘usted se come el queque y yo me tomo el trago’ y este año me tocó a mi todo”, recordó doña Yorleny.