Soy el cemento chino. Mucho gusto. Soy el que les paró el pelo a todos los costarricenses honrados en cuanto fueron viendo cómo se destapaba un tamal que huele horrible, como hecho con puro chorizo.
Eso sí, les quiero aclarar que yo no tengo nada que ver con ese tufo a cochinada. Yo estaba de lo más tranquilo en mi tierra, bretee que bretee, dando buenos resultados. En eso llegaron a buscarme. Más bien me siento apenado porque muchas personas confiaron en mí y aquí sigo, sin trabajo.
Les voy a contar mi historia. Salí de China el 19 de enero del 2015, luego de que un amigo de mi tata que se llama Juan Carlos Bolaños la pulseara para que me viniera a trabajar a Costa Rica.
Como buen chino, uno siempre desconfía. Por eso les pregunté a mis amigos que tienen pulperías y venden cantonés en restaurantes cómo les iba en Costa Rica y todos me dijeron que muy bien, que la gente era pura vida y muy fiestera, pero además me contaron que había que tener cuidado porque también sobraba la gente aprovechada.
Luego de pensarlo me mandé al agua, y no fue vara, porque me vine en barco. El 20 de marzo del 2015 estaba en Caldera con aquel calorón pero con la motivación de comenzar a construir casas, puentes y cuanta cosa ocuparan de mí a un precio más cómodo que los de la competencia, que tenía el mercado acaparado. ¡Si en parte por eso fue que vine! Otros hablaron por mí y dijeron que cuando yo llegara los precios bajarían y todos en el país saldrían beneficiados. Era una linda idea.
Una vez que llegué, efectivamente, me empezaron a vender a un precio más barato para competir con mis colegas de Holcim y Cemex. Muchos me prefirieron y otros me criticaron porque, según ellos, todo lo chino es malo. Pero se equivocan: los estudios hechos por laboratorios serios me apoyan. Soy un chinito "pula calidá".
En setiembre de ese año, el 2015, nueve meses después de estar viviendo en este lindo país, me sentía puras tejas, de lo más hallado y con brete.
Todo se derrumbó
A Juan Carlitos, el que me trajo, y a mí nos fue tan bien en aquel 2015 que él decidió meterme con más fuerza al mercado nacional, pero no podía solo porque la plata no le alcanzaba. ¡Ay, y fue ahí cuando empezaron mis desgracias!
Según me dijeron, Juanca se hizo amigo de un señor al que llaman Celso y de otros que se llaman Víctor y Otto. Como que fue para que ellos movieran sus influencias y que Juanca consiguiera un préstamo en el BCR de nada menos que 17 mil millones de colones para traer más cemento.
En noviembre nos dijeron que el BCR nos iba a soltar ese platal y fue como se que abriera el cielo, como en esas escenas de "La rosa de Guadalupe" en las que sopla un vientillo de buenas noticias.
Se nos cayó
Todo iba bien (o eso pensé). En el 2016 creímos que nos iría mejor, pero pegamos con cerca. Todavía no sabemos cómo, pero a mucha gente no le cayó bien el éxito que estábamos teniendo y empezaron a decir que todo lo que yo hacía era de mala calidad y que me habían comprado haciendo chanchullo.
Fue así como a mitad de ese año empezaron a investigar a la gente que supuestamente ayudó a Juanca a conseguir el préstamo del platal. A mí me llegaron con el cuento de que habían dizque traficado influencias para que el BCR soltara el montón de plata. Yo no lo creía para nada porque Juanca me prometió darme brete, no problemas, y ya yo me había mandado con un dique de lo más tuanis en Nosara, en Guanacaste, que ha aguantado de lo más bien.
El año siguiente, en este 2017 que ya se nos va, fue como una pesadilla. Todo se puso cuesta arriba y me di cuenta de que me habían embarrado en algo en lo que yo, como breteador honrado, nada tengo que ver. La prensa empezó a destapar el tamal. Cada día salía algo nuevo y cada cosa era peor que la anterior. Yo solo decía ¡tragame, batidora de cemento!
Cuando de veras la vi peluda fue en junio de este año. Salió un audio de mi jefe en el que, supuestamente, decía que le quería jugar sucio al BCR para no pagar el préstamo. ¿Qué fue aquello?, me pregunté yo. Me quedé como de piedra cuando lo supe.
Yo hablé con Bolañitos y me lo negó todo.
Lo que jamás imaginé fue que la cosa podía empeorar. Los diputados empezaron a investigar el asunto, los más duros han sido Ottón Solís y Patricia Mora, que a cada rato mencionaban mi nombre y aquello se fue haciendo como una bola de nieve cuesta abajo.
Cuando me di cuenta ya estaba embarrada un montón de gente del BCR, de la Casa Presidencial, de la Corte, de la Asamblea Legislativa, de la Fiscalía, de la DIS. Nunca se había visto en Costa Rica un caso de supuesta corrupción como este. Suspendieron al fiscal general, a un magistrado, ahora Juanca está preso junto a gente de altos cargos del BCR... Y falta gente por detener.
A Luisgui, como le dicen en este país al presidente, todavía le dicen que ha sido un mano floja con esto. Y creo que tienen razón.
Para la cárcel
El 3 noviembre fue cuando más me dieron ganas de irme para China porque la nueva fiscal, Emilia Navas, se amarró las enaguas y se mandó detener a Juanca y a varios gerentes del BCR, que ahora pasarán Navidad en la comodidad de la cárcel.
Todo ese día pensé que iban a venir por mí, pero por dicha esto no ocurrió porque saben que no tuve nada que ver con el escándalo. Yo solo vine a trabajar honradamente. Yo nada tengo que ver con ropita de bebé ni amores en Panamá, ni fiscales que se hacen los chanchos.
Con todo esto, el más afectado he sido yo porque vine con la esperanza de trabajar pero me convertí en un desempleado más. Todos me ven feo, como si yo fuera un delincuente. Alguien dice "cemento chino" y los demás arrugan la cara. Pero sé que se hará justicia y que los responsables pagarán por "carebarros" o, mejor dicho, "carecemento".