La tristeza tiene con el ánimo bajo, como deprimida, a Luna, la perrita french poodle de dos años que tanto cuidaba Allison Bonilla.
Luna dejó de comer, de jugar, ha perdido peso y pasa con la cabecita agachada desde el 4 de marzo, día en que la joven desapareció.
Estaban juntas desde que la perrita tenía dos meses, el lazo que las unía era muy fuerte.
La dueña de la peludita es Xiomara Vásquez Cordero, tía materna de Allison, sin embargo, quien la cuidaba diariamente y por horas era la jovencita.
La tía Xiomara cuenta: “Se llevaban de maravilla y Allison era una gran alcahueta con la perrita, por eso la hizo bien chirota como era ella. Andaban siempre brincando y bailando por toda la casa, junto a Gael, primo de Allison. Los tres jugaban todo el día.
“En verdad que Allison era la mamá de Luna: la chineaba, la peinaba, la espulgaba y la bañaba. Siempre estaba pendiente de su alimentación y le enseñó a comer solo alimento”.
El amor entre ambas era tan grande que cuando doña Xiomara sabía que en su casa no iba a quedar nadie para cuidar la perrita se la llevaba la noche antes a la casa de Allison para que amanecieran juntas. Luna se levantaba hasta que Allison lo hacía, si veía que estaba dormida, seguía acostada.
“Incluso a escondidas de la mamá (doña Yendry Vásquez), Allison metía a Luna en su cama. Cuando yo se la dejaba por las noches, la mamá le decía que nada de dormir juntas, por eso Allison le alistaba la camita en el suelo, pero era pura pantalla, apenas le cerraban la puerta del cuarto, le decía ‘Luna, venga’ y la metía entre las cobijas, se amaban”, recordó.
Los primeros cuatro meses que siguieron a la desaparición de Allison fueron muy duros para Luna y su salud se complicó.
“Pasó muy deprimida, no quería comer y ya no jugaba. Le gustaba mucho que Allison la montara en una motico de juguete de Gael y que jugaran luchas, de un pronto a otro se quedó sin con quien jugar. Todavía está deprimida, pero por dicha vamos poco a poco con ella. Está empezando a comer porque se nos puso muy flaca”, reconoció doña Xiomara.
Depresión, real y peligrosa
El doctor en veterinaria Mauricio Jiménez, director del Hospital de Especies Menores y Silvestres de la Universidad Nacional, explica que la depresión en un peludito es real y hasta podría ocasionarle la muerte.
“Claro que ocurre (la depresión) ante una ausencia de la noche a la mañana como la que sufrió esa perrita. Durante mucho tiempo se dio lo que se llama un reforzamiento positivo, en el cual una persona le da cariño, de comer, la chinea, la cuida, entonces, la mascota se siente segura.
“Al cortar de un momento a otro el contacto físico también se rompe algo más allá de lo físico, lo que provoca que la perrita se sienta abandonada. Las cosas ya no son iguales y eso le provoca una gran inseguridad”, añadió.
El veterinario fue más allá: “Esa perrita lo que está experimentando ahorita es lo que se conoce como síndrome de separación. Se fue quien la chineaba y ahora está buscando en la gente que tiene cerca ese mismo apoyo y protección que tenía, necesita llenar ese vacío y es muy difícil que eso suceda”.
Aclara que con un gato habría sido otra cosa.
“Los perritos son muy dependientes, los gatos son más independientes. Además, los perritos son muy sensitivos, van más allá de lo físico, ellos sienten cuando la otra persona está alegre o triste, eso aumenta y fortalece el vínculo entre el animal y la persona”.
Para el doctor, la angustia que padecen las mascotas es quizá igual a la que enfrentan los humanos cuando pierden a un familiar, con una particularidad: los animalitos no comprenden qué pasó.
“Luna necesita mucho apoyo. Se recomienda que poco a poco alguien vaya tomando el lugar que Allison tenía en su vida, que la alimente igual, disfrute con ella igual para que vaya sustituyendo la figura, no se logra del todo, pero se avanza mucho.
“La depresión es muy real en las mascotas. En muchos casos no quieren comer o les dan colitis muy severas. Si tienen problemas cardíacos, al entristecerse y angustiarse estos pueden agravarse mortalmente. Hay casos registrados de perros que tras el fallecimiento de su dueño dejaron de comer hasta la muerte. El perro puede llevar el sufrimiento más allá de lo que imaginamos”.