Cindy Regidor es una periodista nicaragüense que desarrolló la mayor parte de su carrera en su país, pero en el 2015 se vino a vivir a Tiquicia junto a su esposo.
Hoy desde este pedacito de tierra bendito, ella les cuenta a sus coterráneos y al mundo sobre otros, que como ella, han tenido que dejar Nicaragua atrás para abrirse camino en otros rincones del planeta, a través del medio confidencial.digital.
Regidor es máster en Estudios de Paz y Conflictos en medios de comunicación en la Universidad para la Paz y ha trabajado también con algunas organizaciones de Derechos Humanos como la Fundación Igualitos, que trató el tema del matrimonio entre personas del mismo sexo, pero cuando estalló la crisis en su país en el 2018, buscó la forma de informar sobre lo que estaba pasando allá.
“Con el exilio de mi jefe actual, Carlos Fernando Chamorro, me uní al Confidencial y me dediqué a reportar sobre la crisis y lo que está pasando allá. Tenía la necesidad de hacer algo para que todos los nicas que estaban por el mundo pudieran estar conectados entre sí, especialmente los migrantes nicaragüenses, radicados en Costa Rica y fue así que nació nicasmigrantes.com, que es un espacio dentro del medio para retratar a la población de mi país”, contó la comunicadora.
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Ya va para dos años de hacer el espacio y gracias a encuestas y eventos más el reporteo diario ha podido conocer un poco mejor la realidad que viven los nicaragüenses, razón por la cual alza la voz sobre las necesidades que enfrentan.
Falta de papeles
“El punto de partida y que a veces no se toma en cuenta cuando se trabaja en políticas de desigualdad, es el rostro de la pobreza en Costa Rica que en buena medida tiene cara nica y en el caso particular de las poblaciones migrantes, la manera en que deben abordarse las políticas públicas es respondiendo a las necesidades específicas como el que tengan la regularización migratoria”, agregó Regidor.
Teniendo los papeles en regla pueden tener mayor acceso a la educación, la salud y un trabajo legal (mejor remunerado), aunque es consciente que muchos de los que vienen a Tiquicia, tampoco pudieron estudiar y eso los obliga a trabajar en campos donde la paga es muy baja y de extensas jornadas, lo que les impide contar con tiempo y plata para capacitarse y tener mejores oportunidades, lo cual se convierte en un círculo vicioso.
“Hay que ajustar las tuercas de manera más específica y particular, si no tenés en cuenta esa particularidad de que se necesita la regularización migratoria, difícilmente se cerrará la brecha. Además, es cierto que la educación es gratuita y que todos los niños tienen que estudiar, indistintamente de su nacionalidad, pero me contaban que, por ejemplo en La Carpio, la escuela está sobrepoblada y debían ir a otras más alejadas, pero ante la falta de recursos para pagarles los pases, no tienen esa posibilidad”, recalcó Regidor.
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De acuerdo con el estudio “Los migrantes nicaragüenses en Costa Rica, vulnerabilidad e implicaciones de su integración”, elaborado por Manuel Orozco, especialista en temas migratorios de Diálogo Interamericano, los ingresos mensuales del 75% de los nicaragüenses están por debajo de los ¢450.000.
Las ocupaciones de los migrantes no cambian sustancialmente en el tiempo. Se siguen desempeñando en construcción, trabajo doméstico o servicios, es decir, empleos de baja remuneración.
Solamente un 15% de los consultados reúnen los tres criterios mínimos de estabilidad o integración: estar legalmente, ganar más ¢450.000 y tener cuenta bancaria.
“Uno siente que por no estar en su país, no debería pedir, pero por el trabajo que hago siento que las poblaciones migrantes tienen que sentirse empoderadas y que tienen derechos, no es exigir o creer que merece más cosas que los demás, pero se tienen los mismos derechos que las otras personas”, explicó la nicaragüense.
Agradecidos
“Costa Rica era, hasta el 2019, el país de las Américas con la tasa más alta de población migrante como porcentaje de su población total (un 10,5%), entre la cual el 80% es nicaragüense. En un país de cinco millones de habitantes, somos aproximadamente medio millón —entre quienes residimos de manera regular, irregular, solicitantes de refugio y refugiados— los nicaragüenses que hemos llegado a lo largo de décadas”, destacó Regidor.
Basta con recorrer los precarios de las zonas urbanas o los cantones costeros y rurales transfronterizos, como lo hace ella, para darse cuenta de que a los nicaragüenses el sistema los deja atrás.
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“Creo hablar por todos cuando digo que la población migrante ama, respeta, admira y agradece a este país haberle abierto las puertas de manera incondicional e ininterrumpida, por haberle dado oportunidades y un refugio. De igual manera, los migrantes le aportan y enriquecen con su trabajo, cultura y diversidad. La población migrante pertenece y es parte de Costa Rica, y desea, tanto como los costarricenses, que a las nuevas autoridades les vaya bien y que el país salga adelante”, explicó la periodista.
Cindy considera que una mejor y mayor integración de la población migrante hará a este país no solo más próspero, sino también más democrático.