Ir a una fiesta y que no haya chiliguaro es, para muchos, algo imperdonable. La bebida se ha convertido casi en una tradición para más de uno.
Su boom en festejos y bares hizo que la Fábrica Nacional de Licores (Fanal) y el periodista Mauricio Azofeifa entraran en una disputa legal que al final ganó el comunicador.
La empresa debe pagarle un monto aproximado de medio millón de colones por daño moral.
LEA MÁS: Periodista adivino dice que Alexandre Guimaraes llevará a La Sele al próximo Mundial
Según cuenta Azofeifa, él inscribió la marca Chiliguaro el 21 de junio del 2013 ante el Registro Nacional. Quiere decir que solo él puede explotarla de manera comercial.
Explica que el problema con la Fanal se inició en el 2015, cuando la fábrica hizo planes para comercializar una bebida con el nombre “Chile y guaro” y con un diseño similar al que él patentó.
La bronca, detalla Mauricio, es que las palabras chile y guaro suenan muy parecido a chiliguaro y eso podía dar pie a un enredo entre las dos marcas.
“Ese año la Fanal me dice que le haga una oferta económica para comprarme la marca, yo les presento una, pero no les gustó y la rechazaron en noviembre del 2015”, explica el periodista.
Añade que las cosas no se quedaron ahí y que en el 2016 la fábrica inició un proceso para que el nombre chiliguaro se considerara genérico con el fin de que cualquier empresa pudiera utilizarlo sin verse obligada a pedir permiso.
“Ese proceso que ellos iniciaron lo perdieron, entonces lo apelaron, pero aun así, los tribunales fallaron a mi favor diciendo que la marca es mía”, detalló.
Pese a esto, a finales del 2017 la Fanal sacó al mercado un producto llamado “Chile y guaro”.
“En el 2018 acudimos a la vía judicial, lo que hicimos fue salir en defensa de nuestra marca para que la gente no se confundiera y de paso decirles que el mal sabor de boca se lo podían quitar con nuestro producto, con el que tenemos planes a corto plazo”, añadió.
LEA MÁS: Cacique animará las fiestas de fin de año con su versión del Chiliguaro
Después de casi dos años de disputa, el 13 de enero de este año el Tribunal Contencioso Administrativo resolvió definitivamente a favor de Azofeifa, quien labora en el Ministerio de Educación Pública (MEP).
“Nos dieron la razón y eso significa mucho porque Fanal ahora debe cambiar su etiqueta”, explica Azofeifa.
Mauricio dejó claro que no pretende pelear con los dueños de bares o restaurantes que la pulsean y que en sus menús utilizan una palabra que él registró como marca.
Eso sí, en caso de considerar que algo lo afecta acudirá a los tribunales.
¿Qué dice Fanal?
Rogis Bermudez, presidente ejecutivo del Consejo Nacional de la Producción, que administra la Fanal, manifestó a través de su oficina de prensa que ya fueron notificados de la resolución.
“En este momento se analiza la misma (sentencia) de manera interna con el departamento legal de la institución; sin embargo, somos respetuosos y acataremos la sentencia”, detalló.
La decisión quizás cayó peor que un gomón en la fábrica, donde, según una nota del periódico La Nación, se ignora el tamaño de las deudas que tienen.
Según la noticia, en el 2017 tuvieron pérdidas por ¢3.170 millones, mientras que el 2018 fueron de ¢3.998 millones; sin embargo, estos números podrían ser mayores, ya que en sus libros contables hay deudas sin registrar.
Bermúdez reconoció a La Nación esto: “la Fábrica está en un problema financiero enorme porque los ingresos no dan para pagar las deudas”.
Así nació
Mauricio explicó que el nombre de este trago nació el 26 de diciembre del 2011, cuando se festejó en el centro de San José el Día del Caballista Nacional (que es cuando se hace el tradicional tope).
En esa época, el periodista y un socio eran dueños del bar Bahamas, en el barrio La California, San José.
“El día de ese tope llegó una persona y nos pidió un trago con picante, lo que hicimos fue darle guaro con tabasco, resulta que se lo dimos a otra gente y les gustó mucho”, detalló.
“Como vimos que gustó lo que hicimos fue evolucionar la fórmula, entonces le agregamos jugo de tomate y de limón, le metimos condimentos muy ticos como pimienta y sal y le pusimos salsa Lizano”, añadió.
Recuerda que la receta definitiva quedó lista luego de seis meses de experimentos.
“Yo ya no soy socio del bar Bahamas, pero tengo una buena relación con la persona que quedó a cargo. De hecho, al bar lo conocen como ‘la casa del chiliguaro’ porque ahí fue donde nació. El plan que tenemos a mediano plazo es vender nuestro Chiliguaro a bares para que ellos lo revendan, va a ser a un precio todavía más accesible al que ellos pueden tener si lo preparan”, mencionó.
A largo plazo la idea es comercializarlo en supermercados en botellas de una cuarta, un litro y una presentación especial para que los turistas lleven de recuerdo.